Que casi ningún genio en su tiempo ha sido reconocido y sí vilipendiado es una ironía pagana de la que no se han salvado ni los más auténticos. Resulta casi sacrilegio releer algunas crónicas de la época y constatar cómo se las gastaban con Gallito, el mejor de los nacíos, sí, el llamado Rey de los Toreros (eso de rey jamás me gustó). José Gómez Ortega nació tal día como ayer en 1895, sobra decir que del menor de los Gallo debemos seguir escribiendo, pues de Gallito se ha escrito en las últimas décadas mucho y mal; salvando, claro, esa magnífica reedición de Paco Aguado, «El Rey de los Toreros». Ya antes había que destacar aquel libro de Corrochano, «¿Qué...
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