Transgéneros y pasaportes
Leo en El País que Dinamarca emite una alerta de viaje a EEUU para las personas transgénero. Y avisa de que existe una ofensiva por parte de la Administración Trump contra ese colectivo y que podrían no dejar entrar en el país a quien en su pasaporte no refleje «el sexo asignado al nacer». ¿¡Cómo!? … Continuar leyendo "Transgéneros y pasaportes"

Leo en El País que Dinamarca emite una alerta de viaje a EEUU para las personas transgénero. Y avisa de que existe una ofensiva por parte de la Administración Trump contra ese colectivo y que podrían no dejar entrar en el país a quien en su pasaporte no refleje «el sexo asignado al nacer». ¿¡Cómo!? No quiero leer más. Ustedes disculpen pero cualquier lector con un mínimo de sentido crítico y de información sobre biología básica tiene que estremecerse ante una frase tal en un diario que se quiere culto e informado. Repitamos una vez más: el sexo es biológico y binario, no un espectro, y no es un concepto intercambiable por género. Porque el sexo no se «asigna» al nacer (¿por quién, porelmordedios?), es binario, inamovible y no se puede transicionar entre los dos.
Y, por más que tengamos razones para detestar a Trump, en esto tiene razón, y en algún lugar se ha de empezar a poner coto a esta locura. Aunque, desde luego, las organizaciones internacionales y las ONGs asociadas no nos van a ayudar con ello. Por ejemplo, la persona que dirige el programa de Amnistía Internacional en Estados Unidos sobre Género, Sexualidad e Identidad, Karla González García, ha declarado: «En sus ataques a las personas transgénero, ya sea en el servicio militar o en el intento de redefinir el sexo y el género en una tentativa de eliminar a estas personas, el gobierno de Trump ha hecho del odio y la discriminación su agenda».
Y lo que ocurre es exactamente lo contrario. Cuando se abre a puerta a la irracionalidad y al delirio, pueden suceder las cosas más estrafalarias. Por ejemplo, estos días, en Australia, tierra también bendecida por lo woke, están viviendo un particular calvario quienes no quieren que se les tome el pelo. Una tuitera cuenta una historia bien grotesca. Jason Tickle, ahora Roxana, un hombre biológico que se presenta como una mujer trans, exigió acceso a un lugar donde no le querían: «Giggle for girls», una App solo para mujeres. A mí no me interesan para nada los grupitos, plataformas o aplicaciones sólo para féminas. Pero las mujeres de esa App querían una App sólo para ellas. Para ellas solas. Pero Jason/Roxana no quiso ni oír la palabra «no», se enfadó y demandó a la dueña, Sall Grover, que al parecer es una madre soltera.
Desgraciadamente, a la Comisión Australiana de Derechos Humanos y a los tribunales australianos les pareció que tenía razón. El tribunal tuvo los santos redaños de dictaminar que Jason es una mujer en el mundo real (no sólo en su cabeza) y que la habían discriminado y que le correspondía una indemnización de 10.000 dólares más las costas judiciales. Pero ni siquiera ganar fue suficiente. Quiso más porque, según él, el caso le produjo ansiedad constante y pensamientos suicidas ocasionales. 400.000 dólares de nada exige la criatura. Por pedir…
Cuesta creer que el juez del tribunal federal, Robert Bromwich, declarase que los demandados habían considerado que «sexo» significaba el sexo inmutable de una persona al nacer. Pero que «en su sentido ordinario (ordinary meaning), el sexo es variable». Que Tickle había vivido como mujer desde 2017, tenía un certificado de nacimiento femenino y una cirugía de afirmación de género, y que consideraba que «psicológicamente» era una mujer. Y tengo que reconocer el valor de la dueña de la App que, desafiando una amenaza que le puede arruinar, declaró ante el tribunal que no se dirigiría a Tickle como «Sra.», y que, aunque una mujer transgénero se presentase como mujer, se sometiese a una cirugía de afirmación de género, viviese como mujer (sea eso lo que sea) y tuviera documentos de identidad femeninos, la seguiría viendo como un «hombre biológico». Toma ya.
Jason Tickle recibió apoyo del Fondo Grata, mientras que una campaña de financiación colectiva creada para cubrir los costos legales de Giggle for Girls recaudó más de 520.000 dólares Dinero suficiente. Es posible que haya gente muy harta que vote a Trump por insensateces distópicas como esta. Y debería haber partidos tomando nota.