Simple Minds se presentó en el Movistar Arena con un viaje a los 80 lleno de clásicos y con destellos de rock heroico

La icónica banda escocesa concretó su tercera visita al país confirmando su vigencia a través de un intenso y abrasador concierto en Buenos Aires

May 2, 2025 - 16:53
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Simple Minds se presentó en el Movistar Arena con un viaje a los 80 lleno de clásicos y con destellos de rock heroico

Si se realiza un rápido y somero recorrido por las bandas más icónicas de la década del ochenta, sin dudas en algún momento aparecerá el nombre de Simple Minds. Sin la permanencia, la osadía para reinventarse musicalmente ni la misma trascendencia planetaria alcanzada a través del tiempo por sus contemporáneos de U2, y lejos de la oscura y seductora elegancia melódica patentada por Echo & The Bunnymen, no obstante la agrupación escocesa surgida en Glasgow en 1977 se las arregló muy bien para dejar marcada su huella indeleble sobre el sendero más heroico del post punk. Y por ende del rock. Simple Minds aterrizó en la Argentina por tercera vez, en el marco del “Global Tour”, su exitosa gira mundial

Álbumes como New gold dream 81, 82, 83, 84 (1982), Sparkle in the rain (1984), Street fighting years (1989) y en particular el celebrado Once upon a time (1985) elevaron su reputación internacional. De todos modos, su momento de mayor gloria y esplendor sobrevino de la mano de elocuentes canciones como “Alive and kicking” y en especial del clásico “Don’t you (forget about me)”, incluido en la banda sonora del célebre film juvenil de 1985 El club de los cinco (The Breakfast Club en su título original), y que tras su negativa inicial y los posteriores e infructuosos ofrecimientos tanto a Bryan Ferry como a Billy Idol, finalmente desembocó en el grupo por insistencia de su propio autor Keith Forsey (Flashdance, Los Cazafantasmas, Un detective suelto en Hollywood), quien lo compuso pensando siempre en Simple Minds como intérprete.

De ahí en adelante, y al margen de cambios de integrantes, algunos paréntesis y lógicos vaivenes en la consideración pública, la banda continuó lanzando nuevos trabajos discográficos, aunque con suerte dispar. Dicha situación no solo no le hizo bajar los brazos sino que, muy por el contrario, la impulsó con un mayor ímpetu hacia un presente de gran reconocimiento.

A bordo del “Global Tour”, la exitosa gira mundial iniciada el último año y documentada en Live in the city of diamonds, su flamante disco en vivo grabado en Ámsterdam (Países Bajos), Simple Minds arribó por tercera vez a Buenos Aires y confirmó su vigencia tras veinte años de ausencia.El grupo comandado por el vocalista Jim Kerr y el guitarrista Charlie Burchill, únicos miembros originales, deslumbró con un show vibrante

Fiel a su estilo pop rock, con toques electrónicos y algún que otro detalle gospel, y dueño de un sonido pomposo, grandilocuente y algo rimbombante, el grupo comandado por el vocalista Jim Kerr y el guitarrista Charlie Burchill, únicos miembros originales, desarrolló un vibrante concierto, pleno de pasión y de un cierto dejo de nostalgia que conquistó desde el primer minuto a los fanáticos que colmaron las instalaciones del Movistar Arena.

Apoyándose preferentemente en el material de la ya citada Once upon a time, producción discográfica próxima a cumplir cuarenta años, y encarando además un recorrido por gran parte de su vasto cancionero, el septeto sorprendió gratamente desde el vamos por su aplomo y a través de estupendas versiones de “Waterfront”, “The signal and the noise”, “Speed your love to me” e “Hypnotised”.

“Vamos a pasar una noche muy copada”, expresó Ged Grimes en un simpático y coloquial castellano. Y vaya si las palabras del bajista se hicieron pronto realidad gracias a un espectáculo que fue de menor a mayor en cuanto a intensidad y que no precisó de una puesta en escena demasiado ostentosa para cautivar. Apenas una pantalla gigante como telón de fondo sobre la que se proyectaron imágenes aleatorias y diferentes visuales sumado a un ingenioso juego de luces fueron suficientes para engalanar un show que estableció su foco puramente en lo musical.Simple Minds y un show lleno de nostalgia, pero muy potente

Tras la interpretación de “See the lights” se dio el segmento más contagioso y poderoso de la velada. Con el público de pie y absolutamente entregado, los acordes de “Once upon a time” desataron un vendaval que escalaría aún más con la irresistible seguidilla conformada por “I wish you were here”, “All the things she said” y el esperado “Don’t you (forget about me)” acompañado por un gigantesco coro que tarareó su estribillo durante varios y prolongados minutos. Esto no hizo más que demostrar, por si aún fuera necesario, que no solo se trata de la canción insignia y más significativa del combo escocés, sino también de una de las más emblemáticas y recordadas de la década del ochenta.

Más allá de la atractiva y variada lista de temas seleccionada para la ocasión, uno de los puntos salientes del concierto fue sin dudas la brillante y ajustada performance instrumental de todos los componentes que dan vida a Simple Minds. Haciendo las veces de director musical de la banda, el siempre atildado Charlie Burchill llevó las riendas de cada tema a través de su refinado gusto tanto en los solos como en los fraseos de su característica guitarra climática y envolvente. El cuadro se completó con el guitarrista rítmico Gordy Goudie, el ya citado Ged Grimes desde el bajo, los confortables colchones de teclados y sintetizadores a cargo de Erik Ljunggren más el indispensable aporte de Sarah Brown con sus profundos coros y segundas voces.