Pedro Sánchez en la UE que mira a China
En la UE, el presidente español representa una voz cualificada que puede facilitar los reequilibrios comerciales. Las relaciones con China pueden experimentar un deshielo no menos histórico que el abrupto envite de Washington a Bruselas Es ya un verdadero tópico iniciar cualquier análisis de la relación hispano-china poniendo el acento en la “buena sintonía” bilateral. Y el caso es que es verdad: las sombras son la excepción en el transcurso iniciado hace más de cincuenta años. En este 2025, a mayores, celebramos las primeras dos décadas de la asociación estratégica integral suscrita por los presidentes Rodríguez Zapatero y Hu Jintao. Es por ello que en este ejercicio podremos asistir a encuentros significativos, de singular valor político, que reafirmen este entendimiento en un contexto marcado por el deterioro de las relaciones con los Estados Unidos de Donald Trump. La visita a China del presidente Pedro Sánchez debe enmarcarse en ese clima. La relación hoy En los últimos años, tras la pandemia, es apreciable un claro esfuerzo por ampliar las relaciones entre España y China. En el ámbito diplomático, la reiteración de visitas de Pedro Sánchez a China (dos veces en los dos últimos años, sin incluir la actual), donde es un líder europeo especialmente valorado, han estimulado y sellado importantes inversiones para ámbitos clave de la economía española, remarcando esa condición de China como socio comercio prioritario para España. El diagnóstico compartido es que las posibilidades de cooperación son amplias en diversos campos, desde la industria automotriz y la movilidad sostenible a la tecnológico, el turismo o el cambio climático, aspectos todos ellos en los que las visiones son muy próximas. El tono predominante en la relación es optimista y responde a una vocación constructiva de ambas partes por trabajar juntos para establecer una relación económica sólida. Los anuncios de importantes inversiones en Zaragoza, Murcia o Barcelona endulzan un intercambio en el que España sigue sumando cifras en el déficit comercial, que ronda ya los 40.000 millones de euros. Por otra parte, a China no se le pasa por alto que la economía española lidera el crecimiento entre los países occidentales Tiempos revueltos en la relación China-UE Después de un periodo de marcado endurecimiento de la actitud europea hacia China, en buena medida como resultado del cambio de enfoque propiciado desde el primer mandato de la Administración Trump, Bruselas tendrá que mover ficha. Otros, como Japón o Corea del Sur, lo están haciendo ya, girando en redondo para crear “un entorno comercial y de inversión predecible”. Coincidiendo con el 50 aniversario del establecimiento de lazos diplomáticos entre ambas partes, deben también coordinar posiciones frente al órdago de Trump y para evitar que a dicha tensión se sume su propio conflicto. Si escalan los desacuerdos con EEUU, debe desescalar la tirantez UE-China para evitar la simultaneidad de dos conflictos comerciales de esa magnitud. A pesar de las disputas con China por el vehículo eléctrico o los productos lácteos, la UE sigue siendo el segundo socio comercial de China, sólo por detrás de la ASEAN. En la última década, el comercio entre ambos no ha hecho más que crecer. De acuerdo con cifras de la Administración General de Aduanas, los flujos comerciales entre China y la UE aumentaron en 2024 un 1,6%. Entre los estados miembros de la UE, Alemania es el primer socio comercial de China, que incrementó sus exportaciones un 7,8 % al país europeo. El ganador de las recientes elecciones alemanas, el conservador Friedrich Merz, dijo que su máxima prioridad es contribuir a que Europa se independice de Estados Unidos. El impacto de Trump La asunción de Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos y sus diatribas contra la UE en diversos planos amenazan con trastocar los enfoques y equilibrios tradicionales. La UE tiene que adaptarse a la nueva situación reforzando su autonomía y efectuando un nuevo diagnóstico. En este sentido, cabe apreciar los matices respecto a las yuxtaposiciones de intereses con EEUU, Rusia o China pues un tratamiento uniforme no se ajustaría a sus necesidades. Desde el primer momento, Pedro Sánchez ha exhibido una posición crítica con la Casa Blanca apuntando a una exploración activa y alternativa de las posibilidades compensatorias que puede ofrecer una relación más estrecha con China. Recientemente, el ministro de Exteriores Albares destacó la conveniencia de alejarse de la política de confrontación con China que auspicia Washington para que la UE pueda desarrollar una política propia hacia Beijing sin tanta dependencia del discurso de la Casa Blanca. De hecho, en un asunto candente –y divergente– como es el futuro de Ucrania, en Madrid y Bruselas solo pueden simpatizar con el enfoque chino, que defiende la presencia europea en las negociaciones con las

En la UE, el presidente español representa una voz cualificada que puede facilitar los reequilibrios comerciales. Las relaciones con China pueden experimentar un deshielo no menos histórico que el abrupto envite de Washington a Bruselas
Es ya un verdadero tópico iniciar cualquier análisis de la relación hispano-china poniendo el acento en la “buena sintonía” bilateral. Y el caso es que es verdad: las sombras son la excepción en el transcurso iniciado hace más de cincuenta años. En este 2025, a mayores, celebramos las primeras dos décadas de la asociación estratégica integral suscrita por los presidentes Rodríguez Zapatero y Hu Jintao. Es por ello que en este ejercicio podremos asistir a encuentros significativos, de singular valor político, que reafirmen este entendimiento en un contexto marcado por el deterioro de las relaciones con los Estados Unidos de Donald Trump. La visita a China del presidente Pedro Sánchez debe enmarcarse en ese clima.
La relación hoy
En los últimos años, tras la pandemia, es apreciable un claro esfuerzo por ampliar las relaciones entre España y China. En el ámbito diplomático, la reiteración de visitas de Pedro Sánchez a China (dos veces en los dos últimos años, sin incluir la actual), donde es un líder europeo especialmente valorado, han estimulado y sellado importantes inversiones para ámbitos clave de la economía española, remarcando esa condición de China como socio comercio prioritario para España. El diagnóstico compartido es que las posibilidades de cooperación son amplias en diversos campos, desde la industria automotriz y la movilidad sostenible a la tecnológico, el turismo o el cambio climático, aspectos todos ellos en los que las visiones son muy próximas.
El tono predominante en la relación es optimista y responde a una vocación constructiva de ambas partes por trabajar juntos para establecer una relación económica sólida. Los anuncios de importantes inversiones en Zaragoza, Murcia o Barcelona endulzan un intercambio en el que España sigue sumando cifras en el déficit comercial, que ronda ya los 40.000 millones de euros. Por otra parte, a China no se le pasa por alto que la economía española lidera el crecimiento entre los países occidentales
Tiempos revueltos en la relación China-UE
Después de un periodo de marcado endurecimiento de la actitud europea hacia China, en buena medida como resultado del cambio de enfoque propiciado desde el primer mandato de la Administración Trump, Bruselas tendrá que mover ficha. Otros, como Japón o Corea del Sur, lo están haciendo ya, girando en redondo para crear “un entorno comercial y de inversión predecible”. Coincidiendo con el 50 aniversario del establecimiento de lazos diplomáticos entre ambas partes, deben también coordinar posiciones frente al órdago de Trump y para evitar que a dicha tensión se sume su propio conflicto. Si escalan los desacuerdos con EEUU, debe desescalar la tirantez UE-China para evitar la simultaneidad de dos conflictos comerciales de esa magnitud.
A pesar de las disputas con China por el vehículo eléctrico o los productos lácteos, la UE sigue siendo el segundo socio comercial de China, sólo por detrás de la ASEAN. En la última década, el comercio entre ambos no ha hecho más que crecer. De acuerdo con cifras de la Administración General de Aduanas, los flujos comerciales entre China y la UE aumentaron en 2024 un 1,6%. Entre los estados miembros de la UE, Alemania es el primer socio comercial de China, que incrementó sus exportaciones un 7,8 % al país europeo. El ganador de las recientes elecciones alemanas, el conservador Friedrich Merz, dijo que su máxima prioridad es contribuir a que Europa se independice de Estados Unidos.
El impacto de Trump
La asunción de Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos y sus diatribas contra la UE en diversos planos amenazan con trastocar los enfoques y equilibrios tradicionales.
La UE tiene que adaptarse a la nueva situación reforzando su autonomía y efectuando un nuevo diagnóstico. En este sentido, cabe apreciar los matices respecto a las yuxtaposiciones de intereses con EEUU, Rusia o China pues un tratamiento uniforme no se ajustaría a sus necesidades.
Desde el primer momento, Pedro Sánchez ha exhibido una posición crítica con la Casa Blanca apuntando a una exploración activa y alternativa de las posibilidades compensatorias que puede ofrecer una relación más estrecha con China. Recientemente, el ministro de Exteriores Albares destacó la conveniencia de alejarse de la política de confrontación con China que auspicia Washington para que la UE pueda desarrollar una política propia hacia Beijing sin tanta dependencia del discurso de la Casa Blanca.
De hecho, en un asunto candente –y divergente– como es el futuro de Ucrania, en Madrid y Bruselas solo pueden simpatizar con el enfoque chino, que defiende la presencia europea en las negociaciones con las partes.
En este contexto, ignorar a la UE para privilegiar el diálogo con Rusia puede facilitar objetivamente un desplazamiento de la UE hacia China. Beijing lo ve también así y ha multiplicado los contactos con líderes europeos para alentar un impulso a las relaciones bilaterales que desatasque una agenda anclada en el tratado de inversiones de 2020, que sigue en el limbo. Esta maniobra de seducción exhibe de nuevo el interés de China por contar con Europa como sujeto global con quien comparte visiones cercanas en materia de comercio o multilateralismo, la estabilidad de las cadenas industriales, asuntos confrontativos en la relación con EEUU.
Ni Madrid ni Bruselas pretenden poner en riesgo la relación económica con EEUU pero la actual espiral aconsejaría un avance para el reposicionamiento geopolítico que tome debida cuenta de la importancia del mercado chino para los países europeos.
Varios funcionarios comunitarios visitaron China últimamente, entre ellos el ministro de Asuntos Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, y el comisario europeo de Comercio y Seguridad Económica, Maros Sefcovic. Otros visitarán China próximamente, lo que pone de relieve la creciente interacción entre China y la UE en un contexto de turbulencia global. Además del ministro de Asuntos Exteriores francés y el responsable de Comercio de la UE, el presidente del Senado italiano, Ignazio La Russa, y el ministro de Estado y Asuntos Exteriores de Portugal, Paulo Rangel, también visitaron China.
Europa debe protegerse de la volatilidad económica mundial y reducir su dependencia de socios comerciales inestables como Estados Unidos. En la UE, Pedro Sánchez representa una voz cualificada que puede facilitar los reequilibrios. Las relaciones con China pueden experimentar un deshielo no menos histórico que el abrupto envite de Washington a Bruselas.