Muchos turistas y granjeros septuagenarios: Japón se enfrenta a un futuro de arroz carísimo en escenarios de especulación
El arroz es un producto básico para la cocina japonesa, mucho más allá de la imagen que tengamos del sushi, utilizándose este cereal como complemento dentro de prácticamente cualquier comida. Razón por la que los vaivenes en su precio hacen temblar los bolsillos de un país entero que ha comprobado cómo el coste al cliente final se ha incrementado un 90% en apenas un año. Entre medias, una convulsión que tiene tintes políticos, especulativos y que, además, se aliñó con el temor de los japoneses a un terremoto –que no sucedió– y con un marzo de 2025 que ha elevado el precio de la bolsa de cinco kilos de arroz a unos 26 euros, es decir, el doble de lo que se había pagado en 2024. Tanto es así que, incluso, Japón se está viendo obligado a importar arroz de terceros países como Corea del Sur. Hablamos, por poner un ejemplo, de 551 toneladas para el pasado mes de febrero. Una cantidad nimia si comprobamos que Japón consume cerca de 7,8 millones de toneladas anuales, pero relevante si tenemos en cuenta que esas 551 toneladas son el equivalente a todo el arroz importado en 2023. O de cómo un cargamento de arroz coreano llegará a principios de junio a tierras niponas con apenas 24 toneladas. Otra cifra en apariencia ridícula, pero que en realidad es el mayor envío realizado en los últimos 25 años. Aunque incluso parezca un chiste, los turistas japoneses que salen de su país están comprando arroz en naciones cercanas como la propia Corea. Japón en tres conceptos: turismo, política y miedo a los terremotos Japón, de hecho, presume de esa autosuficiencia en la producción de arroz, teniendo muy claro como país que la soberanía alimentaria –y la independencia de terceros países– es fundamental para su supervivencia. Sin embargo, 2024 ha sido un año inusual que ha sumado turistas, pánico a los terremotos, decisiones políticas y especulación en la distribución a un panorama desolador que ahora se traduce en esos 26 euros por cada bolsa de arroz. En Directo al Paladar Japón sufre un récord de quiebras de restaurantes de ramen. La razón es la "barrera de los 1.000 yenes" Para algunos expertos, la respuesta estaría en cómo el gobierno subsidia la cosecha de otros cultivos, en detrimento del arroz, habida cuenta del descenso en el consumo de éste desde los años sesenta, cuando se marcó el pico de su consumo. El envejecimiento de la población y los cambios en los patrones alimentarios justificarían esta reducción, aunque según fuentes gubernamentales esto no sería acorde a la realidad, defendiendo que los productores han cumplido con su tarea. Será en otoño cuando la nueva cosecha llegue a los mercados, pero apunta a que la cantidad será muy similar a la de 2024. ©Dennis Peterson / Unsplash. El problema, al que aludía Taku Eto, ministro de Agricultura en el mes de febrero, apuntaba a otro agente: la distribución. "Hay arroz suficiente en Japón para satisfacer la demanda", advertía. Sin embargo, no todas las voces concuerdan en la cantidad de arroz disponible. Tanto es así que el propio gobierno puso en febrero 210.000 toneladas de arroz de la reserva nacional que posee para corregir el precio. La distribución en el ojo del huracán Algunas de las críticas a la actual situación apuntan a la especulación que la distribución estaría ejerciendo para aumentar el precio del arroz. ©Unsplash. Sin embargo, esta cantidad, una quinta parte de lo que el gobierno atesora, no parece haber repercutido en el precio final que paga el consumidor, estrangulado por el cuello de botella de la distribución, a la que se está acusando de hacer una labor especulativa. Aunque las voces que apuntan a que el gobierno falló en sus previsiones de producción son muchas y llegan de flancos muy diversos. Y que, curiosamente, poco o nada tienen que ver con el vaivén económico que Donald Trump y los cacareados aranceles supondrían. A ello hay que sumar otro fantasma, el del aviso de terremoto del pasado mes de agosto que propició que los japoneses arramblaran y acumularan arroz por lo que pudiera pasar y que, finalmente, no supuso ningún movimiento sísmico. Pero el arroz se resintió. Un futuro con mucho turistas y pocos granjeros Japón recibió casi 37 millones de turistas en 2024, una cifra que se ha triplicado en apenas 15 años. ©Unsplash. Como también se resiente cuando Japón recibe cerca de 36 millones de turistas anuales, un factor a tener en cuenta a la hora de calcular las necesidades productivas que ve cómo puntualmente asume, aunque sea unos días, a una tercera parte de sus habitantes en forma de viajeros. No es una cuestión menor si tenemos en cuenta que en 2010 Japón recibió 10 millones de visitantes… cifra que en apenas 15 años se casi cuadruplicado. Más aún cuando la mayor parte de esos viajeros son de ot

El arroz es un producto básico para la cocina japonesa, mucho más allá de la imagen que tengamos del sushi, utilizándose este cereal como complemento dentro de prácticamente cualquier comida. Razón por la que los vaivenes en su precio hacen temblar los bolsillos de un país entero que ha comprobado cómo el coste al cliente final se ha incrementado un 90% en apenas un año.
Entre medias, una convulsión que tiene tintes políticos, especulativos y que, además, se aliñó con el temor de los japoneses a un terremoto –que no sucedió– y con un marzo de 2025 que ha elevado el precio de la bolsa de cinco kilos de arroz a unos 26 euros, es decir, el doble de lo que se había pagado en 2024.
Tanto es así que, incluso, Japón se está viendo obligado a importar arroz de terceros países como Corea del Sur. Hablamos, por poner un ejemplo, de 551 toneladas para el pasado mes de febrero. Una cantidad nimia si comprobamos que Japón consume cerca de 7,8 millones de toneladas anuales, pero relevante si tenemos en cuenta que esas 551 toneladas son el equivalente a todo el arroz importado en 2023.
O de cómo un cargamento de arroz coreano llegará a principios de junio a tierras niponas con apenas 24 toneladas. Otra cifra en apariencia ridícula, pero que en realidad es el mayor envío realizado en los últimos 25 años. Aunque incluso parezca un chiste, los turistas japoneses que salen de su país están comprando arroz en naciones cercanas como la propia Corea.
Japón en tres conceptos: turismo, política y miedo a los terremotos
Japón, de hecho, presume de esa autosuficiencia en la producción de arroz, teniendo muy claro como país que la soberanía alimentaria –y la independencia de terceros países– es fundamental para su supervivencia. Sin embargo, 2024 ha sido un año inusual que ha sumado turistas, pánico a los terremotos, decisiones políticas y especulación en la distribución a un panorama desolador que ahora se traduce en esos 26 euros por cada bolsa de arroz.
Para algunos expertos, la respuesta estaría en cómo el gobierno subsidia la cosecha de otros cultivos, en detrimento del arroz, habida cuenta del descenso en el consumo de éste desde los años sesenta, cuando se marcó el pico de su consumo. El envejecimiento de la población y los cambios en los patrones alimentarios justificarían esta reducción, aunque según fuentes gubernamentales esto no sería acorde a la realidad, defendiendo que los productores han cumplido con su tarea.

El problema, al que aludía Taku Eto, ministro de Agricultura en el mes de febrero, apuntaba a otro agente: la distribución. "Hay arroz suficiente en Japón para satisfacer la demanda", advertía. Sin embargo, no todas las voces concuerdan en la cantidad de arroz disponible. Tanto es así que el propio gobierno puso en febrero 210.000 toneladas de arroz de la reserva nacional que posee para corregir el precio.
La distribución en el ojo del huracán

Sin embargo, esta cantidad, una quinta parte de lo que el gobierno atesora, no parece haber repercutido en el precio final que paga el consumidor, estrangulado por el cuello de botella de la distribución, a la que se está acusando de hacer una labor especulativa. Aunque las voces que apuntan a que el gobierno falló en sus previsiones de producción son muchas y llegan de flancos muy diversos. Y que, curiosamente, poco o nada tienen que ver con el vaivén económico que Donald Trump y los cacareados aranceles supondrían.
A ello hay que sumar otro fantasma, el del aviso de terremoto del pasado mes de agosto que propició que los japoneses arramblaran y acumularan arroz por lo que pudiera pasar y que, finalmente, no supuso ningún movimiento sísmico. Pero el arroz se resintió.
Un futuro con mucho turistas y pocos granjeros

Como también se resiente cuando Japón recibe cerca de 36 millones de turistas anuales, un factor a tener en cuenta a la hora de calcular las necesidades productivas que ve cómo puntualmente asume, aunque sea unos días, a una tercera parte de sus habitantes en forma de viajeros. No es una cuestión menor si tenemos en cuenta que en 2010 Japón recibió 10 millones de visitantes… cifra que en apenas 15 años se casi cuadruplicado. Más aún cuando la mayor parte de esos viajeros son de otros países asiáticos, es decir, también grandes consumidores de arroz.
Y ahora, como decimos, las miradas se centran en la distribución. A ella apunta Taku Edo, el ministro antes citado, cuyos planes pasan por liberar paulatinamente arroz de los almacenes estatales hasta el verano. Mientras tanto, queda por ver si los japoneses pueden esperar al otoño, cuando debe llegar la nueva cosecha a las tiendas.
En el horizonte, sin embargo, aparecen dudas que, por ejemplo, ponen sobre la mesa el relevo generacional en muchas granjas (donde la edad media del trabajador está en 69 años) y el temor a veranos muy calurosos condicionados por el cambio climático.
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La noticia
Muchos turistas y granjeros septuagenarios: Japón se enfrenta a un futuro de arroz carísimo en escenarios de especulación
fue publicada originalmente en
Directo al Paladar
por
Jaime de las Heras
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