Houston apaga a los Warriors y se gana dos días más de vida

La temporada de los Houston Rockets sigue viva. El cuadro texano se ha negado a caer ante su público en el que podría haber sido su último encuentro del curso y ha conseguido no solo ganar a los Warriors, sino pasarles por encima por completo. Arrasarlos, reducirlos a la mínima expresión. Quizás no lo refleja del todo así el 131-116 con el que terminó el encuentro, pero así ocurrió durante casi todo el partido.

Y en el fondo, qué más da la diferencia final mientras la serie vuelva a San Francisco con 3-2.

Obligados a rendirse

Habla a las claras de lo que fue el encuentro el hecho de que Steve Kerr tirara la toalla a mitad del tercer cuarto. Quedaban casi 18 minutos de baloncesto por jugarse cuando el técnico mandó a todos los titulares al banquillo, sacó a pista un quinteto de fondo de armario y convirtió un partido de playoffs en uno de pretemporada.

Y si lo hizo, fue porque el choque llegó absolutamente resuelto a este momento.

Asfixiados

De hecho, Kerr tuvo el decoro de no rendirse directamente al descanso, pero lo mismo hubiese dado. Aquí ya no había nada que ver. Con un parcial de 76-49 en la primera mitad, Houston había rozado la perfección, ahogando por completo a los Warriors a la vez que encontraban por fin la fluidez ofensiva que tan pocas veces son capaces de alcanzar pero de la que sí presumieron esta vez. Y con esa combinación, hubo poco que hacer para los de San Francisco.

Mientras a Curry le costaba horrores encontrar espacio para lanzar cada triple, VanVleet los metía como si fuesen tiros libres; mientras Butler era incapaz de producir, Brooks y Sengun no paraban de hacerlo. Infierno para unos, fiesta para otros. En un largo el reino del terror de Amen Thompson y en el otro el día de puertas abiertas en la canasta.

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