Hechizo en los badlands del altiplano granadino: paisaje semidesértico con barrancos para amantes de la ultragravel

Al norte de la provincia de Granada, las comarcas de Guadix y Baza están dominadas por un territorio semidesértico atrapado entre las cumbres de Sierra Nevada, de la Sierra de Cazorla y de la de BazaLa esencia de Flandes, en bicicleta: un amplio abanico de posibilidades cicloturistas de Halle a Lovaina Al norte de la provincia de Granada, las comarcas de Guadix y Baza están dominadas por un territorio semidesértico atrapado entre las cumbres de Sierra Nevada, de la Sierra de Cazorla y de la de Baza. Son mil kilómetros cuadrados de badlands cuyo germen se atribuye a un lago descomunal en cuyo fondo se depositaron arcillas y limos. Tras millones de años sumergido bajo el agua, la cuenca fluvial entre montañas lo vació generando un gran altiplano que los geólogos llaman glacis. El clima árido y la falta de vegetación junto con las lluvias torrenciales fueron los artífices de este paisaje actual estrujado por los barrancos y cárcavas, son los famosos badlands. Desde 2020 este delirio erosivo tiene el distintivo de geoparque. “Un secarral donde no hay ná de ná”, como diría algún lugareño, pero todo un regalo visual y sensorial. Ruta 1: el desierto de Gorafe Estamos en Gorafe, un pueblo pintoresco en pleno corazón del Geoparque de Granada y puerta de entrada del desierto. En la población casi no hay casas, sino viviendas cuevas adosadas a una de las laderas arcillosas del barranco del río Gor. Gorafe y valle del río Gor Hay varias posibilidades para recorrer el desierto. La más corta sigue el PR-A 426 y la más larga el loop norte de la Guadix Gravel Festival, un evento ciclista primaveral. Como nos sentíamos un poco aventureros, queríamos rodar unos cuantos kilómetros por la rambla de los Anchurones para llegar al extremo norte de este batiburrillo de cárcavas y barrancos. El resultado ha sido una combinación de estas dos rutas. Estamos en el mes de diciembre, los días son cortos y dan poca tregua para paradas y fotos o sencillamente para la contemplación. No nos podemos entretener y eso no nos gusta. Así pues, optamos por cargar con un saco ultraligero y una mini esterilla y cuatro cosas más por si tenemos que hacer noche en Villanueva de las Torres. Oficialmente, no hay alojamientos, veremos lo que hacemos. Como en los viejos tiempos. Cementerio de Gorafe La salida de Gorafe ha sido dura. Hemos cogido un atajo cimentado con pendientes poco clementes para estas horas del día. Quizás hubiese sido más prudente subir por el asfalto de la GR-6101, pero el rodeo sumaba demasiados kilómetros y teníamos muchas ganas de empezar la ruta por el desierto. La cuesta nos deja en un altiplano a unos 1.000 m de altura conocido como Llano de Olivares. La planicie plantada de almendros no tiene mucha gracia. Abajo se divisa el barranco del río Gor, el inmenso tajo que ha partido en dos la planicie. Notamos cómo el sol de finales del otoño empieza a calentar, aunque el pueblo aún continúa en la s

Abr 30, 2025 - 18:53
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Hechizo en los badlands del altiplano granadino: paisaje semidesértico con barrancos para amantes de la ultragravel

Hechizo en los badlands del altiplano granadino: paisaje semidesértico con barrancos para amantes de la ultragravel

Al norte de la provincia de Granada, las comarcas de Guadix y Baza están dominadas por un territorio semidesértico atrapado entre las cumbres de Sierra Nevada, de la Sierra de Cazorla y de la de Baza

La esencia de Flandes, en bicicleta: un amplio abanico de posibilidades cicloturistas de Halle a Lovaina

Al norte de la provincia de Granada, las comarcas de Guadix y Baza están dominadas por un territorio semidesértico atrapado entre las cumbres de Sierra Nevada, de la Sierra de Cazorla y de la de Baza. Son mil kilómetros cuadrados de badlands cuyo germen se atribuye a un lago descomunal en cuyo fondo se depositaron arcillas y limos. Tras millones de años sumergido bajo el agua, la cuenca fluvial entre montañas lo vació generando un gran altiplano que los geólogos llaman glacis. El clima árido y la falta de vegetación junto con las lluvias torrenciales fueron los artífices de este paisaje actual estrujado por los barrancos y cárcavas, son los famosos badlands. Desde 2020 este delirio erosivo tiene el distintivo de geoparque. “Un secarral donde no hay ná de ná”, como diría algún lugareño, pero todo un regalo visual y sensorial.

Ruta 1: el desierto de Gorafe

Estamos en Gorafe, un pueblo pintoresco en pleno corazón del Geoparque de Granada y puerta de entrada del desierto. En la población casi no hay casas, sino viviendas cuevas adosadas a una de las laderas arcillosas del barranco del río Gor.

Gorafe y valle del río Gor

Hay varias posibilidades para recorrer el desierto. La más corta sigue el PR-A 426 y la más larga el loop norte de la Guadix Gravel Festival, un evento ciclista primaveral. Como nos sentíamos un poco aventureros, queríamos rodar unos cuantos kilómetros por la rambla de los Anchurones para llegar al extremo norte de este batiburrillo de cárcavas y barrancos. El resultado ha sido una combinación de estas dos rutas. Estamos en el mes de diciembre, los días son cortos y dan poca tregua para paradas y fotos o sencillamente para la contemplación. No nos podemos entretener y eso no nos gusta. Así pues, optamos por cargar con un saco ultraligero y una mini esterilla y cuatro cosas más por si tenemos que hacer noche en Villanueva de las Torres. Oficialmente, no hay alojamientos, veremos lo que hacemos. Como en los viejos tiempos.

Cementerio de Gorafe

La salida de Gorafe ha sido dura. Hemos cogido un atajo cimentado con pendientes poco clementes para estas horas del día. Quizás hubiese sido más prudente subir por el asfalto de la GR-6101, pero el rodeo sumaba demasiados kilómetros y teníamos muchas ganas de empezar la ruta por el desierto. La cuesta nos deja en un altiplano a unos 1.000 m de altura conocido como Llano de Olivares. La planicie plantada de almendros no tiene mucha gracia. Abajo se divisa el barranco del río Gor, el inmenso tajo que ha partido en dos la planicie. Notamos cómo el sol de finales del otoño empieza a calentar, aunque el pueblo aún continúa en la sombra.

Cárcavas y barrancos a tutiplén

Uno de los caminos que atraviesan la llanura nos lleva a uno de sus extremos. Y es justo aquí donde empieza otra dimensión. Ante nosotros se despliega un tortuoso paisaje de cárcavas y barrancos que las lluvias torrenciales erosionan sin cesar hasta dejarlos en los huesos. Son los badlands del desierto de Gorafe. Esas tierras malas o mejor dicho baldías que se forman bajo condiciones climáticas semiáridas. Un paisaje desértico que impacta por su vastedad. El camino de hormigón estriado se mete de lleno en este laberinto mineral. No se escuchan ni los pájaros y los únicos signos de vida son los espartales que crecen en laderas menos expuestas al sol.

Loma de la rambla del Pollo

Con un poco de inquietud ante las dimensiones del entorno, nos lanzamos cuesta abajo. Algunos puntos interesantes están señalizados con paneles explicativos, como el Barranco de la rambla del Pollo o el Cerro de la Bandera, que recibe su nombre por las franjas de diferentes colores que luce. Contrastes sin fin y muchos juegos de perspectivas van surgiendo a un lado y otro del camino que recorre la Loma de los Pinos. Al fondo se percibe la Sierra de Castril y de Cazorla y a la derecha, se asoma entre este laberinto de margas y arcillas el cerro de Jabalcón, una gran mole caliza junto al embalse del Negratín. De la loma descendemos a la rambla de los Anchurones. Debemos perder unos 200 m de altura, el camino está lleno de surcos que dejan las escorrentías y los camiones Camper 4x4. Cuando llegamos al barranco ¡ya son las 14:00! ¿Dónde se había ido el tiempo? No podemos entretenernos tanto, pero es difícil evitar parar delante de tal escenario.

Pista hormigonada al desierto

La rambla de los Anchurones

Ahora avanzamos encajonados en el fondo de la rambla que serpentea entre las cárcavas. Hemos dejado atrás la señalización del PR que sube a la izquierda. A partir de aquí la rambla será nuestra guía y el GPS, ¡claro está! 

Por la rambla de los Anchurones

Se avanza bien. Solo en los tramos arenosos debemos prestar más atención a la conducción y algunos derrumbes nos obligan a dar pequeños rodeos. Rodamos suave, para disfrutar de esta nueva perspectiva. La sensación de soledad es absoluta y el silencio penetrante. No hay cobertura, nos sentimos vulnerables e inclusos un poco intrusos. Poco a poco el barranco se va abriendo y finalmente nos damos de bruces con el cauce del Guadiana Menor. Baja bastante agua ¿Habrá que vadearlo? No, nos hemos saltado un desvío. Retrocedemos.

Valle del Guadiana Menor

Ahora el camino sube hasta un collado y poco a poco nos va sacando de este paisaje enloquecido. Primero aparecen parcelas de olivos, luego cortijadas abandonadas. Empezamos a oír los vareadores eléctricos, luego el trajín de los tractores que se dirigen a las almazaras, estamos en plena recogida de la aceituna. Vadeamos el río Fardes sin problemas, y poco después empieza una pista asfaltada. Cuando llegamos a Villanueva de las Torres el sol ya se está poniendo.

Los Coloraos

Hemos podido descansar, comer y cargar todos los instrumentos… la electro-dependencia de este siglo. Hoy seguiremos el PR-A 425. Dejamos Villanueva de las Torres por el camino de la Viña y vadeamos otra vez el río Fardes. Enseguida comienza la subida por la llamada Cuesta de Gorafe. Las piedras sueltas no nos dejan avanzar con soltura. Una vez arriba el piso mejora y nos introducimos en zona de pinares jóvenes. Una buena sucesión de subidas y bajadas se repiten entre las colinas estériles. Coronamos un collado junto a un cortijo ganadero custodiado por varios perros.

Los Coloraos

Tras una cuesta muy pronunciada alcanzamos por fin la Loma del Cerro del Caballo y los imponentes paisajes de ayer reaparecen. La pista sigue ahora la cresta, a la izquierda se ven las espectaculares columnas de Los Coloraos. Torres y más torres de tamaño gigantesco y de color ocre. Por aquí laminadas, por allí socavadas. El cielo es de un azul profundo. El verde no tiene cabida aquí. Los colores son intensísimos, como si alguien hubiera pasado todo por Photoshop. El invierno contribuye. La inmensidad de esta barrera natural inexpugnable, nos hace detenernos un buen rato para contemplar estas laderas encarnadas más propias del planeta Marte. Bajamos con cuidado al barranco del Caballo, los profundos surcos no nos dejan disfrutar de las vistas. Una vez abajo nos sentimos empequeñecidos ante la grandiosa verticalidad de las laderas. Sus formas asemejan castillos, murallas con torreones o bastiones. Al fondo, la erosión ha roto algunos de estos bastiones que han cedido formando un caos de enormes fragmentos repartidos por el suelo.

Bajada a la rambla del Caballo

La pista emprende ahora una subida épica. Imposible de pedalear, echamos pie a tierra hasta alcanzar el mirador del Desierto que divisábamos desde la otra loma. La subida no termina aquí, todavía debemos continuar ganando altura, pero ahora la pista es de gravilla y, menos mal, con pendientes más llevaderas. En un cruce conectamos con el PR de ayer, nuestra ruta sube a la derecha, pero antes decidimos acercarnos al mirador de Los Coloraos, solo será añadir 2 km.

El Puntal de Don Diego

Aún nos quedan unos 8 km y 280 m de desnivel para conectar con la ruta SL-A 278 que nos bajará directamente a la carretera de Gorafe. Cuando vemos las señales del sendero local decidimos cambiar de rumbo, nos sentimos fuertes y las piernas responden. Subiremos al Puntal de Don Diego. Total, lo más duro de este último tramo ya lo tenemos hecho, o eso creíamos. Sin embargo, la Vereda de Esparteros va de menos a más y alguna cuesta de porcentaje gracioso nos saca los colores. Es la propina del día con la que no contábamos. En el último repecho, antes de coronar el Llano de los Olivares, las piernas comienzan a decir basta. Afortunadamente el mirador del vértice topográfico del Puntal de Don Diego no defrauda, incluso nos deja ver parte de nuestra ruta. Estamos orgullosos.

Puntal de Don Diego

Hay lugares que impactan positivamente, dejando un buen poso en la memoria y el desierto de Gorafe es uno de ellos. Ha sido una experiencia memorable que nos ha despertado muchas emociones. También hemos sentido su aspereza en la exigencia de algunos tramos. Y aunque el desierto de Gorafe no nos lo ha puesto nada fácil, nos sentimos bien. Sin duda volveremos, nos queda mucho geoparque por recorrer.

El mapa de la ruta 1

Ruta 2: los miradores de la Hoya de Guadix

El recorrido de hoy no es una gran ruta en kilómetros ni desniveles, pero sí perfecta para soltar piernas y recuperarnos de los días anteriores. Salimos de Guadix, la ciudad más importante del altiplano, rodeada de badlands de colores espectaculares. Nos acercaremos a los miradores emblemáticos de la Hoya de Guadix, el de los badlands de Purullen, el de las cárcavas de Marchal, el del Fin del Mundo y el del Padre Poveda en el barrio de las Cuevas de Guadix. En los tres primeros disfrutaremos una vez más de estas tierras malas tan singulares como fotogénicas.

Barrio de las Cuevas de Guadix

Un carril bici que tomamos en el puente de la avenida Buenos Aires nos saca sin problemas de la ciudad, pero pasado el hospital debemos seguir el arcén de la A-4100. Pocos kilómetros más adelante, nos desviamos para tomar el camino de tierra que asciende por la rambla de María. En realidad, es un modesto barranco rodeado de pinares que por aquí llaman pinos moriscos. El lecho de la rambla está muy pisado y ha terminado por transformarse en una pista de buen firme que también aprovechan los coches. El paisaje se encajona y la ruta comienza a lucir su encanto.

Marchal y el palacio de los Gallardo

Tres miradores

Damos un amplio rodeo que nos encumbra hasta los altos de la Meseta del Manco, donde se ubican los tres miradores tan codiciados por los turistas. A partir de ahora la ruta es un auténtico espectáculo. Desde el borde de esta meseta casi perfecta, contemplamos a nuestros pies el extraordinario conjunto de cárcavas y barranqueras que el agua ha ido limando. Abajo discurre el río Alhama y adosado a las cárcavas resaltan las casas encaladas de Marchal entre las que sobresale el palacio de los Gallardo, un caserón de color rosa que eclipsa hasta la iglesia.

Purullena

Nos dirigimos al mirador de los Badlands de Purullena en el extremo norte de la meseta. En las barranqueras las rocas más duras han resistido marcando unas líneas horizontales y cambios de coloración. Un perfecto mapa estratigráfico de este paisaje en perpetua mutación. Varios paneles del Geoparque nos dejan la mirada bien educada para poder ver ‘in situ’ las chimeneas de hadas, esas torres afiladas de tierra roja que se alzan al cielo con cúpulas de roca más dura en su cumbre. También distinguimos la erosión en túnel, el piping, un proceso que disuelve el terreno como si fuera un azucarillo; en la rambla de los Anchurones nos hizo teorizar durante un buen rato. Regresamos al mirador de las Cárcavas de Marchal para tomar un camino que avanza por el mismo borde de la meseta. Más adelante, el cercado de una granja cinegética, por un lado, y el abismo, por el otro, lo estrangulan dejando su anchura a nivel de senda vertiginosa. Rodamos atentos, pero con un ojo puesto en los taludes desgarrados y que de forma drástica caen hacia las fértiles vegas del río Alhama.

Mirador de las Cárcavas de Marchal

Finalmente, confluimos en un camino ancho que atraviesa el paraje de Los Llanos en uno de cuyos extremos se ubica el mirador al que llaman del Fin del Mundo. Según nos acercamos la primera imagen que se viene a la cabeza es la del final de la película Thelma y Louise, obviamente salvando las distancias con el Gran Cañón. A vista de pájaro dominamos el laberinto de badlands que enmarca Beas de Guadix. El observatorio es, a su vez, un buen lugar para contemplar las poderosas estructuras rocosas de las sierras béticas que confinan la Hoya de Guadix. Delante de nosotros la voluminosa cuerda norte de Sierra Nevada nos intimida, las quebradas cimas de la sierra de Huétor se ven a la derecha y más lejanas, las cumbres de la Sagra y el Jabalcón.

Mirador del Fin del Mundo

Mirador en el barrio de las Cuevas

Bajamos a Paulenca por la Cañada del Manco y a Guadix por carretera. Aunque callejeamos un poco para subir al mirador del Padre Poveda. Sus vistas son de cine, no en vano se han rodado unas cuantas películas aquí. Nos rodea un escenario de viviendas cueva que, con sus chimeneas cónicas, prestan al paisaje una personal fisonomía. La panorámica se completa con la torre de la catedral y la alcazaba árabe. La tarde le va ganando el pulso al día, al calor y a la luz de Andalucía. Continuamos la bajada al centro de Guadix donde nos espera un chocolate con churros bien calentito, tal como manda la tradición en estos días prenavideños.

El mapa de la ruta 2

El parque megalítico de Gorafe

En el borde oeste del Llano de los Olivares se ven varios dólmenes y en su escarpe junto a la carretera muchos más. El entorno de Gorafe está repleto, se cuentan más de 240 túmulos funerarios. La mayoría se localizan en puntos dominantes del paisaje y su orientación no es aleatoria: miran al este, hacia donde sale el sol. Son huellas de nuestros antepasados más remotos que habitaron en el sureste en la Edad del Bronce, hace más de cinco mil años. Muchos son humildes enterramientos pentagonales, pero hay otros más evidentes, como el dolmen 134 formado por una gran piedra horizontal sustentada por unas verticales a modo de pared.

El parque megalítico de Gorafe

En el casco urbano de Gorafe se encuentra el Centro de Interpretación del Megalitismo, la construcción asemeja un sepulcro y muestra cómo vivían los antiguos pobladores del valle del río Gor.

Las casas-cueva

Sorprende saber que en la Hoya de Guadix se extiende el territorio con la mayor concentración de viviendas trogloditas habitadas. Solo en la ciudad, más de dos mil casas-cueva albergan casi a la mitad de la población. De igual manera, todos los pueblos de la zona como Purullena, Marchal, Beas de Guadix y Gorafe están horadados con estas construcciones camufladas bajo tierra. Solo se vislumbran las fachadas con un pequeño jardín y las chimeneas siempre encaladas en contraste con el color ocre del terreno. Están excavadas a punta de pico y pala, esfuerzo y sudor aprovechando la orografía las cárcavas y la facilidad que ofrece la arcilla a la hora de ser horadada.

Una casa-cueva

Muchas de estas cavernas se han reconvertido en alojamientos turísticos, pasando de ser infra-viviendas a disponer hasta de un jacuzzi. Otras son ahora museos y la iglesia de la Virgen de Fátima se conecta con un santuario-cueva.

Datos prácticos

Ruta 1

Desierto del Gorafe: circular, punto de partida Gorafe, 65,6 km.

Ruta 2

Miradores de Guadix: circular; punto de partida Guadix (aparcamiento), 21,8 km.

Comentarios

· Con buena sección de neumáticos y técnica se puede utilizar una gravel sin problemas. Es posible que haya que empujar la bici en algunos tramos. Se alquilan bicis eléctricas en Gorafe (visavi.es/desert-electric-bike-explora-el-desierto-de-gorafe) y en Guadix (trekbikeguadix.es/alquiler-de-bicicletas).

· Si llueve o ha llovido recientemente hay zonas que se vuelven impracticables por el barro (rambla de los Anchurones).

· No hay agua en todo el recorrido. En pleno verano, la ruta del desierto puede volverse muy dura.

Para dormir:

· En Gorafe: Hotel Posada Los Guilos y varias casas-cueva que se alquilan. 

· En Guadix: la oferta es amplia, hay hoteles, hostales y pensiones.

· En toda la zona hay muchas viviendas cueva, operan bajo la marca Andalusian Cave Hotels (cuevasdeandalucia.org).

Para hacer visitas:

· En Gorafe: centro de interpretación Megalitismo, 616 944 605; la visita a los dólmenes es libre y hay paneles explicativos.

· En Guadix: Cueva-museo centro interpretación (958 665 569); iglesia-cueva ermita nueva 

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