El cuidado
Nos hemos acostumbrado de tal manera a que nos zarandeen que ya el mal trato solo impresiona si aparece en los medios y si alcanza tales dimensiones que puede...

Nos hemos acostumbrado de tal manera a que nos zarandeen que ya el mal trato solo impresiona si aparece en los medios y si alcanza tales dimensiones que puede competir con los espectáculos creados para el entretenimiento. La saturación de los últimos años, en los que hemos visto en directo hileras de ataúdes, en los que hemos presenciado cómo la lava se escapaba de un volcán en La Palma y y los temblores sísmicos amenazaban Grindavik, en los que se ha paleado la nieve de las calles de Madrid y el lodo de las de Paiporta ha hecho que nada, salvo que seamos protagonistas, nos impresione de veras.
Las experiencias se gastan; hasta al dolor se acostumbra una si se convive con él desde la mañana hasta la noche, aunque impida respirar, aunque marque cada movimiento. A vivir sin luz volveríamos a acostumbrarnos, como a todo, esquivando dificultades y con todo lo que se ganó con la tecnología perdido. A que los trenes sean trampas cuyas puertas se cierran y nos atrapan dentro sin agua, sin comida, sin hora de llegada, sin el mínimo cuidado que un ciudadano puede pedir primero a una empresa a la que ha confiado su transporte y su vida y después a unas autoridades que deben velar por los intereses de todos, sin signo y sin tregua.
Pero el cuidado no llega, o llega tarde, o con malas caras, o sin la compensación debida. Los gabinetes de comunicación parecen olvidar que somos seres del ahora, que exigimos no tanto una responsabilidad como una explicación precisa, madura y coherente. Sincera, si podemos pedir tanto.
Y entonces te llega la noticia de que un conocido, un buen hombre, ha fallecido de un infarto fulminante a los 57 años mientras se tomaba un descanso en el trabajo para fumar un cigarrillo, y todo lo que estaba fuera de sitio, inflamado, los retrasos, el mal humor, las exigencias, el malestar, quedan enterrados bajo esta repentina avalancha de piedras y hielo.