Una carrera policial a ciegas para salvar un parto en pleno apagón

La suerte , a veces, favorece a los audaces. O a los más preparados. El apagón masivo del pasado lunes sirvió como test de estrés no sólo para la ciudadanía, también para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en las situaciones a las que están menos acostumbrados pero para los que nos les falta ni un gramo de formación. Lo cual significa que los uniformados en la calle deben estar preparados para todo, pero en pocas ocasiones se da el milagro que se dio el lunes de marras y en el intercambiador de Aluche. Justo allí, un grupo de policías nacionales fueron conducidos cuando se supo que una mujer se había puesto de parto en plena vía pública. El panorama era desolador, y ahí es donde surgen los héroes callados. Hay que imaginar la escena dantesca : con las comunicaciones sin funcionar, el sol a pleno cayendo a las cuatro de la tarde, y el personal que, antes de la llegada de los agentes hacía lo que podía para intentar, sin rudimentos, el paliar una situación cuando menos complicada. Decimos que el panorama era desolador, concretamente en la parada de un autobús y una mujer de parto, cuya cesárea estaba prevista para el día siguiente con los riesgos que ya, de por sí, entraña esta operación ambulatoria. Todo era una ristra de teléfonos sin funcionar, caras exangües y el pueblo que no es ducho en maniobras de parto. La suerte, hay que incidir, se alió con la parturienta. Es aquí donde entra el trabajo de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) del Cuerpo Nacional de Policía (CNP). Y quizá la fortuna, o el currículum, quiso que uno de los uniformados contara con el título de técnico en Emergencias, que, con amplia experiencia, fue el encargado de dirigir las maniobras de prealumbramiento para que el nonato, que presentaba afecciones cardíacas y estaba volteado, pudiera ver la luz en las mejores condiciones. En este punto fue fundamental la decisión policial, de, con los pacientes estabilizados, ser conducidos a donde mejor atención sanitaria pudieran ser atendidos. En caso contrario, madre e hija pudieran haber perdido la vida. En este momento hay que situar al lector en el lugar de autos de nuevo: una ciudad sin luz y un caos que se extiende hacia puntos de aglomeración urbana: en este caso, el intercambiador de Aluche lleno de personas incomunicadas y desorientadas. La policía atendió a ciegas, porque la red sanitaria había colapsado. Y gracias a su formación la historia tiene un final feliz. Porque lo que se encontraron las traía tiesas. Estabilizada la paciente, el coche de la Policía Nacional se puso rumbo al centro hospitalario más cercano. Por centrar más el relato de los hechos, la madre había empezado a sentir contracciones cada vez más frecuentes, hasta que no pudo más y se acomodó en la medida de lo posible en una marquesina del autobús. Justo ahí los agentes establecieron un perímetro de seguridad que permitiera el acceso con garantías de los agentes. Con todo, la intervención rauda de los uniformados en la atención y transporte fue de lo más eficaz. La niña nació en perfectas condiciones médicas, y los agentes del Cuerpo Nacional permanecieron durante todo el proceso hasta cerciorarse de que su labor había sido exitosa en unas circunstancias dificilísimas. El Sindicato Unificado de Policía (SUP) felicita a los policías intervinientes y pide al Director Adjunto Operativo (DAO) un reconocimiento a quienes doblaron turno en la jornada.

May 5, 2025 - 04:24
 0
Una carrera policial a ciegas para salvar un parto en pleno apagón
La suerte , a veces, favorece a los audaces. O a los más preparados. El apagón masivo del pasado lunes sirvió como test de estrés no sólo para la ciudadanía, también para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en las situaciones a las que están menos acostumbrados pero para los que nos les falta ni un gramo de formación. Lo cual significa que los uniformados en la calle deben estar preparados para todo, pero en pocas ocasiones se da el milagro que se dio el lunes de marras y en el intercambiador de Aluche. Justo allí, un grupo de policías nacionales fueron conducidos cuando se supo que una mujer se había puesto de parto en plena vía pública. El panorama era desolador, y ahí es donde surgen los héroes callados. Hay que imaginar la escena dantesca : con las comunicaciones sin funcionar, el sol a pleno cayendo a las cuatro de la tarde, y el personal que, antes de la llegada de los agentes hacía lo que podía para intentar, sin rudimentos, el paliar una situación cuando menos complicada. Decimos que el panorama era desolador, concretamente en la parada de un autobús y una mujer de parto, cuya cesárea estaba prevista para el día siguiente con los riesgos que ya, de por sí, entraña esta operación ambulatoria. Todo era una ristra de teléfonos sin funcionar, caras exangües y el pueblo que no es ducho en maniobras de parto. La suerte, hay que incidir, se alió con la parturienta. Es aquí donde entra el trabajo de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) del Cuerpo Nacional de Policía (CNP). Y quizá la fortuna, o el currículum, quiso que uno de los uniformados contara con el título de técnico en Emergencias, que, con amplia experiencia, fue el encargado de dirigir las maniobras de prealumbramiento para que el nonato, que presentaba afecciones cardíacas y estaba volteado, pudiera ver la luz en las mejores condiciones. En este punto fue fundamental la decisión policial, de, con los pacientes estabilizados, ser conducidos a donde mejor atención sanitaria pudieran ser atendidos. En caso contrario, madre e hija pudieran haber perdido la vida. En este momento hay que situar al lector en el lugar de autos de nuevo: una ciudad sin luz y un caos que se extiende hacia puntos de aglomeración urbana: en este caso, el intercambiador de Aluche lleno de personas incomunicadas y desorientadas. La policía atendió a ciegas, porque la red sanitaria había colapsado. Y gracias a su formación la historia tiene un final feliz. Porque lo que se encontraron las traía tiesas. Estabilizada la paciente, el coche de la Policía Nacional se puso rumbo al centro hospitalario más cercano. Por centrar más el relato de los hechos, la madre había empezado a sentir contracciones cada vez más frecuentes, hasta que no pudo más y se acomodó en la medida de lo posible en una marquesina del autobús. Justo ahí los agentes establecieron un perímetro de seguridad que permitiera el acceso con garantías de los agentes. Con todo, la intervención rauda de los uniformados en la atención y transporte fue de lo más eficaz. La niña nació en perfectas condiciones médicas, y los agentes del Cuerpo Nacional permanecieron durante todo el proceso hasta cerciorarse de que su labor había sido exitosa en unas circunstancias dificilísimas. El Sindicato Unificado de Policía (SUP) felicita a los policías intervinientes y pide al Director Adjunto Operativo (DAO) un reconocimiento a quienes doblaron turno en la jornada.