Tutankamón sigue sorprendiendo: revelan el papel sagrado de unas bandejas de barro olvidadas
Una nueva lectura arqueológica sitúa al faraón niño como pionero de un rito de resurrección hasta ahora no documentado en una tumba realUna investigación detecta posibles estructuras subterráneas bajo las pirámides de Egipto Un siglo después del descubrimiento de la tumba de Tutankamón, cuatro objetos humildes podrían reescribir parte de la historia funeraria del Antiguo Egipto. Se trata de cuatro bastones de madera y cuatro bandejas de barro cocido, hasta ahora consideradas piezas menores o simples soportes. Un nuevo estudio sugiere que formaban parte de un ritual osiriano cuyo objetivo era devolver simbólicamente la vida al faraón fallecido. El trabajo, publicado en la Journal of Egyptian Archaeology por el egiptólogo Nicholas Brown, de la Universidad de Yale, plantea que estos elementos estarían relacionados con el “Despertar de Osiris”, un ritual que simula el renacimiento del dios de los muertos. Esta práctica, documentada en textos posteriores, no se había identificado hasta ahora en una tumba anterior a la Dinastía XIX. Según Brown, Tutankamón podría haber sido el primer rey en incorporarla a su ceremonia funeraria. Bastones, barro y resurrección Los objetos en cuestión estaban dispuestos cerca del sarcófago, a la altura de la cabeza del faraón. Los bastones dorados, de un metro de altura, recuerdan al jeroglífico res, relacionado con el despertar y la autoridad en textos funerarios. Las bandejas, elaboradas con limo del Nilo, habrían servido para verter agua o leche sagrada, un gesto ritual de purificación y regeneración. En la mitología egipcia, el dios Osiris es asesinado y desmembrado por su hermano Seth, pero resucita gracias a su esposa Isis y a su hijo Horus. Este mito no solo guiaba la religión egipcia, sino que estructuraba los rituales de paso al más allá. En este caso, los objetos hallados junto a Tutankamón parecen reproducir esa narrativa en forma simbólica. Relieve del Juicio de Osiris en el templo de Hathor de Deir el-Medina. Un gesto religioso y político La inclusión de este rito en la tumba no sería casual. Tutankamón accedió al trono en plena crisis religiosa, tras el intento monoteísta de su padre, Akhenatón, que había impuesto el culto exclusivo al dios solar Atón. Durante su corto reinado, el joven faraón impulsó la restauración del sistema religioso politeísta tradicional. Para Brown, incorporar el Despertar de Osiris fue una forma de reafirmar esa vuelta al orden teológico anterior. “El ritual no solo buscaba garantizar su renacimiento en el más allá, sino devolver legitimidad al Estado”, sostiene el investigador. Esa lectura se refuerza con otros elementos del enterramiento, como la llamada Estela de la Restauración, donde el faraón proclama haber “reparado lo que estaba arruinado” y restituido el culto a los dioses. Una puesta en escena dentro de la tumba Los objetos estaban colocados sobre esteras de junco y en los cuatro puntos cardinales, lo que ha llevado a plantear que el ritual pudo haberse representado dentro de la cámara mortuoria, algo inédito en tumbas reales anteriores. Si así fue, la tumba de Tutankamón no solo fue un lugar de sepultura, sino un escenario litúrgico cuidadosamente diseñado. Hasta ahora, se pensaba que las bandejas eran bases para los bastones, pero un examen técnico ha descartado esta función. “No encajan físicamente, ni por proporción ni por estabilidad”, señala Brown, quien cuestiona la interpretación de Carter, el arqueólogo británico que descubrió la tumba en 1922.

Una nueva lectura arqueológica sitúa al faraón niño como pionero de un rito de resurrección hasta ahora no documentado en una tumba real
Una investigación detecta posibles estructuras subterráneas bajo las pirámides de Egipto
Un siglo después del descubrimiento de la tumba de Tutankamón, cuatro objetos humildes podrían reescribir parte de la historia funeraria del Antiguo Egipto. Se trata de cuatro bastones de madera y cuatro bandejas de barro cocido, hasta ahora consideradas piezas menores o simples soportes. Un nuevo estudio sugiere que formaban parte de un ritual osiriano cuyo objetivo era devolver simbólicamente la vida al faraón fallecido.
El trabajo, publicado en la Journal of Egyptian Archaeology por el egiptólogo Nicholas Brown, de la Universidad de Yale, plantea que estos elementos estarían relacionados con el “Despertar de Osiris”, un ritual que simula el renacimiento del dios de los muertos. Esta práctica, documentada en textos posteriores, no se había identificado hasta ahora en una tumba anterior a la Dinastía XIX. Según Brown, Tutankamón podría haber sido el primer rey en incorporarla a su ceremonia funeraria.
Bastones, barro y resurrección
Los objetos en cuestión estaban dispuestos cerca del sarcófago, a la altura de la cabeza del faraón. Los bastones dorados, de un metro de altura, recuerdan al jeroglífico res, relacionado con el despertar y la autoridad en textos funerarios. Las bandejas, elaboradas con limo del Nilo, habrían servido para verter agua o leche sagrada, un gesto ritual de purificación y regeneración.
En la mitología egipcia, el dios Osiris es asesinado y desmembrado por su hermano Seth, pero resucita gracias a su esposa Isis y a su hijo Horus. Este mito no solo guiaba la religión egipcia, sino que estructuraba los rituales de paso al más allá. En este caso, los objetos hallados junto a Tutankamón parecen reproducir esa narrativa en forma simbólica.
Un gesto religioso y político
La inclusión de este rito en la tumba no sería casual. Tutankamón accedió al trono en plena crisis religiosa, tras el intento monoteísta de su padre, Akhenatón, que había impuesto el culto exclusivo al dios solar Atón. Durante su corto reinado, el joven faraón impulsó la restauración del sistema religioso politeísta tradicional. Para Brown, incorporar el Despertar de Osiris fue una forma de reafirmar esa vuelta al orden teológico anterior.
“El ritual no solo buscaba garantizar su renacimiento en el más allá, sino devolver legitimidad al Estado”, sostiene el investigador. Esa lectura se refuerza con otros elementos del enterramiento, como la llamada Estela de la Restauración, donde el faraón proclama haber “reparado lo que estaba arruinado” y restituido el culto a los dioses.
Una puesta en escena dentro de la tumba
Los objetos estaban colocados sobre esteras de junco y en los cuatro puntos cardinales, lo que ha llevado a plantear que el ritual pudo haberse representado dentro de la cámara mortuoria, algo inédito en tumbas reales anteriores. Si así fue, la tumba de Tutankamón no solo fue un lugar de sepultura, sino un escenario litúrgico cuidadosamente diseñado.
Hasta ahora, se pensaba que las bandejas eran bases para los bastones, pero un examen técnico ha descartado esta función. “No encajan físicamente, ni por proporción ni por estabilidad”, señala Brown, quien cuestiona la interpretación de Carter, el arqueólogo británico que descubrió la tumba en 1922.
No todos los expertos están de acuerdo
Hay quienes proponen que los objetos podrían estar relacionados con otro ritual descrito en el Libro de los Muertos: el “hechizo de las cuatro antorchas”, en el que cada figura guía al difunto en una dirección del cosmos hasta encontrarse con Osiris. En ese caso, las bandejas servirían para apagar antorchas con leche blanca, en alusión a la diosa Hathor. Brown no descarta esa lectura, pero defiende que la coherencia simbólica y material apunta más claramente al ritual osiriano.
Más barro, menos oro
El valor de estos objetos radica precisamente en su aparente sencillez. En una tumba repleta de oro y piedras preciosas, estas piezas de barro cocido resaltan por contraste, lo que, según el autor del estudio, refuerza su importancia simbólica. El agua del Nilo —a veces denominada “el Ojo de Horus”—, el barro fértil y la resurrección de Osiris formaban parte de un mismo universo teológico donde la eternidad no siempre venía en forma de joya.
Los nuevos hallazgos no solo revalorizan el papel de Tutankamón como figura política y religiosa, sino que amplían nuestra comprensión de los rituales de muerte en el Antiguo Egipto. La tumba KV62 se revela ahora no solo como un tesoro arqueológico, sino como un espacio sagrado de experimentación funeraria.