Pocas costuras oprimen la cocina de Antonio Romero en el 45 de la rambla del Raval. Un local estrecho y alargado, en el que hay que bajar unos pocos peldaños sirve de toma de tierra a la eléctrica y vibrante escena culinaria de Barcelona . Toni, como se hace llamar y como le conocen todos sus colegas, no es catalán. Nació en Nules (Castellón) pero está enamorado de la despensa catalana y de su estacionalidad que explora bajo una única premisa: que todo resulte placentero. El nombre de su restaurante, Suculent , es mucho más que una declaración de intenciones. Es una verdad inquebrantable para un chef que ha pasado por algunas de las grandes casas del olimpo de Michelin...
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