Simon Pegg desvela que 'Misión: Imposible' lo rescató de la depresión y el alcoholismo
El actor, que se sumó a la saga en la tercera película, asegura que se sintió "cuidado y valorado" por el equipo en su proceso de recuperación.

El próximo 23 de mayo, Ethan Hunt se enfrentará a su última hazaña cinematográfica en Misión imposible: Sentencia final, la película que pone fin a la prolífica y exitosa saga protagonizada por Tom Cruise. Sin duda, se trata de un estreno agridulce para los fans y el equipo detrás de la franquicia, que esperan un cierre a la altura, pero tendrán que decir adiós a una aventura que se ha alargado casi tres décadas.
Entre los actores veteranos, está Simon Pegg, que lleva interpretando a Benji, aliado de Hunt, desde Misión: Imposible 3 (2006). Para el británico, el octavo y último filme de Misión: Imposible cierra una saga que lo acercó a la élite de Hollywood (no solo a Cruise, que lo añadió en su lista de gente a la que envía tartas, sino también a J.J. Abrams, que se lo llevó a Star Trek y Star Wars) y, sobre todo, le permitió dar un giro a su vida en un momento crítico.
Cuando Abrams llamó a Pegg para ofrecerle a Benji, él acababa de hacerse conocido a nivel internacional gracias a Zombies Party (2004) y estaba inmerso en la escritura del guion de Arma fatal (2007) con Edgar Wright. En noviembre de 2005, viajó a Los Ángeles para conocer a Cruise en los estudios de Paramount y empezar a rodar la tercera entrega de la franquicia.
Pese al gran momento profesional que estaba viviendo, el actor ha desvelado en una entrevista para Variety que también estaba "profundamente infeliz", incapaz de valorar la experiencia, debido a la depresión que estaba atravesando y que lo había conducido al alcoholismo.
Simon Pegg y su lucha contra la depresión
"En última instancia, estaba lidiando con la depresión y la estaba intentando manejar anestesiándome a mí mismo", ha asegurado en la publicación norteamericana: "Se trataba menos de ser alcohólico y más de depender de la sensación". Ese primer día en el set de rodaje con Cruise, Pegg estaba "ligeramente con resaca y me sentía un poco extraño... Recuerdo no estar muy presente porque estaba tan dentro de mi cabeza que me costó relajarme y disfrutarlo".
Al regresar al hotel, se fue directo al bar, un acto que el mismo describe como "un impuso nihilista y autodestructivo". Si bien la presión de unirse a Misión: Imposible pudo empeorar su depresión, que lo perseguía desde la adolescencia, la segunda película de la saga en la que participó, Misión imposible: Protocolo fantasma (2011), lo salvó.
Durante el desarrollo de la cuarta entrega, el equipo era conocedor de los estragos de Pegg fuera de pantalla y lo apoyó en su recuperación. "Me pusieron un compañero sobrio [que ayuda a mantener la abstinencia] y me cuidaron mucho", ha relatado el británico, agradeciendo la implicación de Abrams y el director Brad Bird: "Sentí que me cuidaban y me valoraban porque se molestaron en hacer eso".
Pegg, que lleva sobrio desde 2010, también contó con el apoyo de Cruise, que le dijo, en referencia a la mayor presencia de su personaje en la trama: "Te vas a poner en forma para esta película, ¡ahora eres un agente!".
"Encontré felicidad en cuidarme y en darme cuenta de que, si comía bien e iba al gimnasio, podía sentirme bien", ha recordado: "Así que le doy a Misión: Imposible el crédito por rescatarme, porque me dio un foco real en un momento en el que necesitaba un foco. Y me lo pasé genial en Protocolo fantasma".