¿Qué hay detrás de los antojos según tu cerebro?

¿Alguna vez te ha pasado que piensas en una pizza y de repente sientes antojo? No es casualidad, un estudio del Instituto Max Planck nos da la clave: no es solo tu estómago, es tu cerebro (y específicamente la amígdala) el que está detrás de esos antojos imparables. Publicado en Nature Communications, este trabajo con […]

Abr 2, 2025 - 02:13
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¿Qué hay detrás de los antojos según tu cerebro?

¿Alguna vez te ha pasado que piensas en una pizza y de repente sientes antojo? No es casualidad, un estudio del Instituto Max Planck nos da la clave: no es solo tu estómago, es tu cerebro (y específicamente la amígdala) el que está detrás de esos antojos imparables. Publicado en Nature Communications, este trabajo con ratones revela cómo unas neuronas en esta zona emocional te empujan a agarrar ese refresco o ese taquito.

Antojos donde la amígdala manda

¿Por qué se dan los antojos? Resulta que la amígdala no solo maneja tus emociones, también es la jefa de tus impulsos de hambre y sed, según los investigadores de Max Planck, Ratisbona y Stanford. Encontraron circuitos neuronales especializados: unas neuronas solo gritan “¡agua!” cuando tienes sed, mientras otras dicen “¡come y bebe!” al mismo tiempo. Federica Fermani, una de las autoras, explica que activaron estas neuronas en ratones con luz (sí, como en la ciencia ficción) y los hicieron beber más; cuando las apagaron, dejaron el agua sin tocar. Es como si tu cerebro tuviera botones para hambre y sed, y la amígdala los presiona según lo que tu cuerpo pide.

¿Por qué se dan los antojos?

¿Qué hay detrás de esos antojos que no te dejan en paz?

Estas neuronas están enchufadas a zonas que procesan sabores y sensaciones, como el complejo parabranquial. Los ratones del estudio, puestos en modo hambre o sed, cambiaban sus preferencias cuando les “hackeaban” la amígdala con optogenética (un láser que enciende o apaga células específicas). ¿Resultado? Un sabor que antes evitaban se volvió su favorito si las neuronas decían “esto está bueno”. Esto explica por qué ese helado que no te llamaba ahora te tiene salivando: tu cerebro aprende a conectar comida con placer, y la amígdala refuerza este loop.

¿Por qué se dan los antojos?

¿Por qué salen los antojos? Es más que solo hambre

¿Por qué salen los antojos de la nada, incluso si acabas de comer? La amígdala no solo enciende antojos, también los desborda, dice Rüdiger Klein, otro líder del estudio. Estos circuitos son clave para sobrevivir —te hacen comer y beber a tiempo—, pero si se desajustan, pasas de “necesito un trago” a “dame todo el buffet”. En ratones, las neuronas mixtas (sed + hambre) eran menos selectivas que las exclusivas de sed, lo que sugiere que algunos antojos son más generales y otros súper específicos. En humanos, esto podría estar detrás de comer por estrés o no parar con las papas fritas.

¿Cuando uno tiene antojos, qué significa?

Puede ser tu cuerpo pidiendo algo básico como agua o nutrientes, pero también podría ser la amígdala jugando con tus emociones (un mal día y bam, quieres chocolate). El estudio mostró que estimular ciertas neuronas hacía que los ratones buscaran más comida o bebida, incluso si no lo necesitaban. Es un mix de necesidad real y trucos cerebrales que te hacen correr por un antojo sin pensarlo dos veces.

¿Por qué se dan los antojos?

Domina tus antojos

Si quieres que tu cerebro no te traicione, bebe agua antes de caer en el antojo —a veces la sed se disfraza de hambre y engaña a la amígdala. Come despacio y con atención; así le das chance a tu cuerpo de decirle “ya estoy lleno” antes de que sigas pidiendo más. Si el antojo pega duro, distráete 10 minutos: juega algo en tu celular o camina; los estudios dicen que la urgencia baja rápido.

Tu cerebro no es el villano, solo sigue un guion para mantenerte vivo. La amígdala enciende tus antojos como un DJ mezclando hambre y sed, y aunque a veces se pasa de lanza, entenderla te da el poder de decidir. Desde cambiar un sabor feo por uno top hasta frenar esa tercera dona, este estudio nos dice que los antojos no son destino, son ciencia. Así que la próxima vez que sientas ese “necesito chocolate ya”, recuerda: tu amígdala está al mando, pero tú puedes ajustar el volumen.