¿Por qué nos ponemos de malas cuando tenemos hambre? Esto es lo que dice la ciencia

A veces no hace falta una gran tragedia para que todo empiece a salir mal, basta con tener un poco de hambre para que de la nada parezca que todo está en nuestra contra y no te sientas mal, no eres la única, de hecho es más común de lo que te imaginas y hay una explicación científica detrás de esto.

El temido “hangry” (una mezcla de hungry y angry en inglés) no es solo una expresión graciosa, es un estado real y científicamente comprobado. Porque sí, cuando no comemos durante varias horas, el cuerpo comienza a mandar señales de emergencia y, aunque creamos que podemos controlarlo, hay momentos en los que el mal humor se apodera de nosotros sin previo aviso.

Lo que sentimos no es solo un antojo: es una reacción biológica que tiene que ver con cómo funciona el cerebro, por eso, si has sentido que con el estómago vacío todo te molesta, es hora de que conozcas por qué pasa esto dentro de tu cuerpo y por qué terminas discutiendo por cosas mínimas.

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¿Qué le pasa al cuerpo cuando tienes hambre?

Para entender por qué el hambre se convierte en mal humor, primero hay que saber qué le pasa al cuerpo cuando pasan varias horas sin alimento. Cuando comemos, los niveles de glucosa (el azúcar en la sangre) suben, y eso le da energía al cuerpo y al cerebro, pero cuando no comemos por mucho tiempo, esos niveles empiezan a bajar, lo que provoca una especie de estado de alerta.

La glucosa es esencial para que el cerebro funcione correctamente, y como no se puede almacenar, se necesita un suministro constante, cuando este se interrumpe, el cuerpo libera hormonas como el cortisol y la adrenalina para compensar la falta de energía. Estas son las mismas que se activan cuando estás estresado o enojado, o sea, tu cuerpo entra en modo emergencia y empieza a alterar tu estado emocional.

Una de las zonas más afectadas cuando tienes hambre es la amígdala, esa parte del cerebro que se encarga de procesar emociones como el miedo, la ansiedad y la ira. Cuando el cerebro está bajo estrés (como cuando le falta glucosa), la amígdala se activa más de lo normal, haciendo que reacciones exageradamente ante situaciones pequeñas.

Además, la corteza prefrontal, que es la encargada de tomar decisiones racionales y controlar impulsos, no funciona tan bien cuando no hay suficiente energía, es decir, mientras más hambre tienes, menos capacidad tienes de decir: “mejor me calmo”. Tu cerebro está literalmente en desventaja para ser paciente.

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¿Cuáles son las hormonas responsables del “hangry”?

Hay dos hormonas que juegan un papel muy importante en este proceso: la grelina y el cortisol.

La grelina es la hormona que le dice a tu cuerpo que es hora de comer, se produce en el estómago y aumenta cuando llevas tiempo sin comer. Pero no solo estimula el apetito: también afecta el estado de ánimo, altos niveles de grelina se han relacionado con conductas más impulsivas y agresivas.

Por otro lado, el cortisol, conocido como la hormona del estrés, también se dispara cuando tienes hambre. Este aumento puede causar irritabilidad, ansiedad y sensación de urgencia,

¿Podemos evitar ponernos de malas por hambre?

Aunque suene obvio, el primer consejo es no dejar pasar muchas horas sin comer. No se trata de estar comiendo a cada rato, pero sí de tener horarios regulares que mantengan estables los niveles de glucosa.

Otro tip es tener snacks saludables a la mano, frutas, nueces, yogurt, barras de cereal, cualquier cosa que puedas comer cuando el hambre ataca y aún no hay hora de comida, esto te va a ayudar a evitar que tu cuerpo entre en modo supervivencia.

Y algo muy importante: identifica las señales, algunas personas no sienten el clásico “rugido” del estómago, pero empiezan a ponerse irritables o a tomar malas decisiones. Si notas que estás más sensible de lo normal o todo te molesta, pregúntate si ya comiste algo, seguramente ahí encontraras la respuesta a tu mal humor.

Sentirse molesto cuando tienes hambre no es una debilidad ni una exageración, es una respuesta completamente normal del cuerpo ante la falta de energía, reconocerlo es parte de aprender a cuidar de ti y de tu bienestar emocional.

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