Patios conventuales de Córdoba: la flor que brota del soplo de Dios
Azucenas, manzanas, nardos, azafrán, mirra, sándalo, fuente, pozo. El libro del 'Cantar de los Cantares' dibuja como paisaje del encuentro de los amantes, metáfora del amor de Dios y su pueblo, un lugar que no deja de ser parecido a un patio de Córdoba . Sí, cambian las especies, porque los nardos son de verano, pero si Dios iluminó al rey Salomón o al autor de aquel poema en que la Biblia se vuelve más lírica que nunca, pero en los Patios de Córdoba hay flores tan delicadas como la azucena , frutas como las naranjas y limoneros, fragantes como las rosas y también hierbas aromáticas que igual dan fragancia que se pueden contar para aromatizar el guiso. Quizá por eso al otro lado de las paredes de las iglesias en que se pronuncia el nombre de Dios para alabarlo y pedirle mercedes y donde se le da culto crecieron también vergeles cuidados por las mismas manos que consagran, flores mimadas por las mujeres que rezan, árboles que crecieron entre el olor del incienso como ofrendas. Lo dice Sor María de Gracia , una de las dos religiosas jerónimas del convento de Santa Marta , cuando atiende a ABC: «Dios es belleza, Dios es amor, y está en la vida que tienen las plantas, los animales y sobre todo las personas». Desde hace cuatro años, el patio de recibo del monasterio participa en el concurso de Córdoba gracias a la colaboración de la hermandad de la Misericordia , que se ocupa del cuidado del recinto. En esta edición de 2025, el Ayuntamiento ha creado una categoría especial para los premios en los que incluye a los Patios Conventuales, y que son cinco. El patio de Santa Marta es un patio verde , con naranjos y limoneros, un pasillo de helechos que invita al visitante a girar a la derecha conforme accede al interior y esparragueras con forma de cola de zorro que llaman la atención del que se acerca. En este tiempo de mayo florecen las sulfinias, que son una planta muy clásica de los Patios de Córdoba, y también los geranios y gitanillas , y las rosas de pitiminí crecen por las esquinas. Nada distinto a lo que se relata en el 'Cantar de los Cantares', aunque las especies tengan que ser distintas. Como novedad están las sulfinias colgantes , que llegaron de un patio que se cerró. Las religiosas jerónimas son de clausura . Tienen en el interior del convento varios patios más y no pueden salir al de recibo, pero desde el lugar en que conversan sienten el entusiasmo de los que llegan desde fuera, y saben que algo del interior llega allí, porque lo que les llega es que «les da mucha paz ». No pocos se asoman a la iglesia, tras la portada renacentista, porque nadie puede ignorar dónde está. Los que todos los años peregrinan por los Patios de Córdoba lo conocen, pero en su categoría hay otros cuatro, de los que tres son novedades absolutas. Los alumnos y padres del colegio de la Piedad conocen su recinto, pero no el resto de cordobeses. Petra Gómez, religiosa de las Hijas del Patrocinio de María y directora del colegio de la plaza de las Cañas, muestra un patio monumental, que se construyó en el siglo XVIII que exhibe la belleza en la pintura a base de trampantojos y en las columnas de piedra. Hasta 2007 había estado del todo encalado, de arriba a abajo, pero una restauración encontró su aspecto original , y así continúa ahora. Era ya uno de los lugares más bellos, y en 2024 empezaron a decorarlo con flores, aunque no pudieron participar. Con los patios conventuales pueden sumarse. Y el de la Piedad, con su aspecto monumental, no puede ser más clásico, con naranjos y limoneros ya añosos, y con frutas orondas que cuelgan de sus ramas, pero también geranios, gitanillas y las plantas de la primavera que lo llenan todo de color. Nadie puede decir que estén debutando. En torno a la gran fuente se despliegan los geranios, que se salvaron de las plagas en el otoño y ahora están esplendorosos. El conjunto de la iglesia del Juramento de San Rafael no es conventual, pero sí se ha incluido en la categoría por estar próximo al templo. Lleva una década y las voluntarias que colaboran en su mantenimiento enseñan muchas de sus bellezas. Están la gran buganvilla del primer patio, los jazmines que dan buen olor y el pozo de época romana que saca agua del subsuelo de la Ajerquía . Purificación Díaz , una de las mujeres que trabaja por el cuidado todo el año explica que en el segundo patio ha costado que aparezcan los colores, porque las copiosas lluvias de este año han marcado este año han retrasado la floración . Allí, junto al camarín en que está la imagen más venerada del Custodio, hay costillas de Adán, un alto acebuche que llevó uno de los últimos sacristanes del templo y un limonero. Antes o después tendrán que aparecer las hortensias con toda la delicadeza de sus texturas y colores. Hay que atravesar una reja para pasar al recinto que han preparado las carmelitas descalzas en el convento de Santa Ana y ver cómo desde la clausura han sido capaces de recrear el ambiente de uno de los patios de Córdoba. Los turistas se fotografían en l
Azucenas, manzanas, nardos, azafrán, mirra, sándalo, fuente, pozo. El libro del 'Cantar de los Cantares' dibuja como paisaje del encuentro de los amantes, metáfora del amor de Dios y su pueblo, un lugar que no deja de ser parecido a un patio de Córdoba . Sí, cambian las especies, porque los nardos son de verano, pero si Dios iluminó al rey Salomón o al autor de aquel poema en que la Biblia se vuelve más lírica que nunca, pero en los Patios de Córdoba hay flores tan delicadas como la azucena , frutas como las naranjas y limoneros, fragantes como las rosas y también hierbas aromáticas que igual dan fragancia que se pueden contar para aromatizar el guiso. Quizá por eso al otro lado de las paredes de las iglesias en que se pronuncia el nombre de Dios para alabarlo y pedirle mercedes y donde se le da culto crecieron también vergeles cuidados por las mismas manos que consagran, flores mimadas por las mujeres que rezan, árboles que crecieron entre el olor del incienso como ofrendas. Lo dice Sor María de Gracia , una de las dos religiosas jerónimas del convento de Santa Marta , cuando atiende a ABC: «Dios es belleza, Dios es amor, y está en la vida que tienen las plantas, los animales y sobre todo las personas». Desde hace cuatro años, el patio de recibo del monasterio participa en el concurso de Córdoba gracias a la colaboración de la hermandad de la Misericordia , que se ocupa del cuidado del recinto. En esta edición de 2025, el Ayuntamiento ha creado una categoría especial para los premios en los que incluye a los Patios Conventuales, y que son cinco. El patio de Santa Marta es un patio verde , con naranjos y limoneros, un pasillo de helechos que invita al visitante a girar a la derecha conforme accede al interior y esparragueras con forma de cola de zorro que llaman la atención del que se acerca. En este tiempo de mayo florecen las sulfinias, que son una planta muy clásica de los Patios de Córdoba, y también los geranios y gitanillas , y las rosas de pitiminí crecen por las esquinas. Nada distinto a lo que se relata en el 'Cantar de los Cantares', aunque las especies tengan que ser distintas. Como novedad están las sulfinias colgantes , que llegaron de un patio que se cerró. Las religiosas jerónimas son de clausura . Tienen en el interior del convento varios patios más y no pueden salir al de recibo, pero desde el lugar en que conversan sienten el entusiasmo de los que llegan desde fuera, y saben que algo del interior llega allí, porque lo que les llega es que «les da mucha paz ». No pocos se asoman a la iglesia, tras la portada renacentista, porque nadie puede ignorar dónde está. Los que todos los años peregrinan por los Patios de Córdoba lo conocen, pero en su categoría hay otros cuatro, de los que tres son novedades absolutas. Los alumnos y padres del colegio de la Piedad conocen su recinto, pero no el resto de cordobeses. Petra Gómez, religiosa de las Hijas del Patrocinio de María y directora del colegio de la plaza de las Cañas, muestra un patio monumental, que se construyó en el siglo XVIII que exhibe la belleza en la pintura a base de trampantojos y en las columnas de piedra. Hasta 2007 había estado del todo encalado, de arriba a abajo, pero una restauración encontró su aspecto original , y así continúa ahora. Era ya uno de los lugares más bellos, y en 2024 empezaron a decorarlo con flores, aunque no pudieron participar. Con los patios conventuales pueden sumarse. Y el de la Piedad, con su aspecto monumental, no puede ser más clásico, con naranjos y limoneros ya añosos, y con frutas orondas que cuelgan de sus ramas, pero también geranios, gitanillas y las plantas de la primavera que lo llenan todo de color. Nadie puede decir que estén debutando. En torno a la gran fuente se despliegan los geranios, que se salvaron de las plagas en el otoño y ahora están esplendorosos. El conjunto de la iglesia del Juramento de San Rafael no es conventual, pero sí se ha incluido en la categoría por estar próximo al templo. Lleva una década y las voluntarias que colaboran en su mantenimiento enseñan muchas de sus bellezas. Están la gran buganvilla del primer patio, los jazmines que dan buen olor y el pozo de época romana que saca agua del subsuelo de la Ajerquía . Purificación Díaz , una de las mujeres que trabaja por el cuidado todo el año explica que en el segundo patio ha costado que aparezcan los colores, porque las copiosas lluvias de este año han marcado este año han retrasado la floración . Allí, junto al camarín en que está la imagen más venerada del Custodio, hay costillas de Adán, un alto acebuche que llevó uno de los últimos sacristanes del templo y un limonero. Antes o después tendrán que aparecer las hortensias con toda la delicadeza de sus texturas y colores. Hay que atravesar una reja para pasar al recinto que han preparado las carmelitas descalzas en el convento de Santa Ana y ver cómo desde la clausura han sido capaces de recrear el ambiente de uno de los patios de Córdoba. Los turistas se fotografían en las mecedoras , pero los que busquen detalles los encuentran. Hay sulfinias, crásulas y ventanas que se asoman al patio y de las que cuelgan gitanillas, además de hortensias y un exuberante ficus con la fuerza de sus hojas verdes. Las amarilis todavía están a la espera de florecer, pero canta la fuente y hay botijos que hablan de una forma de vida casi perdida. Los visitantes más curiosos llegan hasta el torno preguntando por los dulces que hacen las religiosas. También debutan en el certamen las clarisas de Santa Cruz , en la calle Agustín Moreno, en el patio que tantos devotos cruzaron en busca de Santa Gema . Su patio es sencillo, con árboles y flores en los arriates. Queda todavía la cruz de mayo, con sus colores, pero también amarilis que empiezan a salir. Queda de fondo la monumentalidad barroca de la iglesia y van floreciendo los colores a un lado y a otro mientras queda una sensación de paz que hace que el misticismo del convento se prolongue casi hasta la calle. Quizá el Edén bíblico no sería distinto a estos lugares.
Publicaciones Relacionadas