Oscar Wilde: El crimen de Lord Arthur Savile
Idioma original: inglésTítulo original: Lord Arthur Savile´s CrimeTraducción: Colectivo Wilde BdLAño de publicación: 1887Valoración: Muy recomendableSi bien hay excepciones, por lo general es gratificante volver a los clásicos. Aunque ninguno sepamos bien lo que son, digo yo que Oscar Wilde merece el calificativo sin lugar a dudas. Con una obra no muy extensa, y lo más celebrado ya reseñado en ULAD, hacemos una incursión en un pequeño relato con el que se podrá valorar si, como ocurre en algunos casos, el brillo se pierde en cuanto nos alejamos de los títulos más sobresalientes.No, no se pierde. Lord Arthur Savile es un joven de buena posición que tiene a la vista la boda con Sibyl Merton, quien por su parte es una especie de novia perfecta. La cosa se tuerce cuando, en una de esas fiestas cursis de la época victoriana, un quiromante (quiromancista, en una traducción un poco dudosa) lee la mano a Lord Arthur y encuentra algo horrible que ni se atreve a desvelar hasta que se ve presionado a ello. La escena es todo potencia y misterio. El espanto visto en su futuro hace temer al joven por la relación con su novia, y se pone manos a la obra para corregir el desatino.Lo que se presentaba como un relato de misterio o un thriller psicológico adquiere sin embargo una coloración diferente, porque si algo tiene Wilde es una capacidad pasmosa para fundir lo trágico con lo cómico e ingenioso, algo que se parece un poco al humor negro sin serlo. En ningún momento se pierde la tensión insoportable del joven noble que ve su vida resquebrajarse, pero se presenta al lector con la destreza necesaria para sacarle una sonrisa y hacerle disfrutar con pequeñas agudezas muy británicas. Una especie de mezcla de dulce y salado en la proporción exacta para apreciar los dos sabores al mismo tiempo, disfrutando igualmente de la mezcla.Al mismo tiempo, las escasas ochenta páginas del libro nos conducen por disparatadas peripecias que hacen pensar en cierta literatura policiaca también muy british, y situaciones ingeniosas que obligan a no perder de vista el punto de partida para que la narración no se nos quede en un simple divertimento. Esa sensación de ligereza puede restarle algo de empaque al relato pero es quizá también uno de los puntos más interesantes. Porque lo que de verdad me resulta más admirable es precisamente la capacidad para reunir elementos tan dispares de forma tan perfecta: el misterio de lo desconocido, el humor y la sutileza, la tensión por lo inesperado, la ingenuidad de los amores juveniles, y tal vez reflexiones más profundas sobre lo inexorable del destino, que sería quizá la interpretación digamos seria del conjunto. ¿Cómo hacer que toda esta amalgama funcione en un texto tan breve mientras deleita con el lenguaje y entretiene al lector? Claro, para eso hay que ser un grande de la literatura, y por eso los que lo fueron perduran a través del tiempo, y a veces los etiquetamos como clásicos.P.D. Creo que ya lo comenté en otras ocasión: me gusta esta serie de Nórdica que no recuerdo si tiene un nombre, pero no acabo de entender lo de las ilustraciones. Hay que admitir que en este caso el libro tiene un sesgo humorístico indudable, pero tampoco creo que merezca dar la impresión de deslizamiento hacia la frivolidad. Unas cuantas obras de Oscar Wilde reseñadas en ULAD: aquí

Título original: Lord Arthur Savile´s Crime
Traducción: Colectivo Wilde BdL
Año de publicación: 1887
Valoración: Muy recomendable
Si bien hay excepciones, por lo general es gratificante volver a los clásicos. Aunque ninguno sepamos bien lo que son, digo yo que Oscar Wilde merece el calificativo sin lugar a dudas. Con una obra no muy extensa, y lo más celebrado ya reseñado en ULAD, hacemos una incursión en un pequeño relato con el que se podrá valorar si, como ocurre en algunos casos, el brillo se pierde en cuanto nos alejamos de los títulos más sobresalientes.
No, no se pierde. Lord Arthur Savile es un joven de buena posición que tiene a la vista la boda con Sibyl Merton, quien por su parte es una especie de novia perfecta. La cosa se tuerce cuando, en una de esas fiestas cursis de la época victoriana, un quiromante (quiromancista, en una traducción un poco dudosa) lee la mano a Lord Arthur y encuentra algo horrible que ni se atreve a desvelar hasta que se ve presionado a ello. La escena es todo potencia y misterio. El espanto visto en su futuro hace temer al joven por la relación con su novia, y se pone manos a la obra para corregir el desatino.
Lo que se presentaba como un relato de misterio o un thriller psicológico adquiere sin embargo una coloración diferente, porque si algo tiene Wilde es una capacidad pasmosa para fundir lo trágico con lo cómico e ingenioso, algo que se parece un poco al humor negro sin serlo. En ningún momento se pierde la tensión insoportable del joven noble que ve su vida resquebrajarse, pero se presenta al lector con la destreza necesaria para sacarle una sonrisa y hacerle disfrutar con pequeñas agudezas muy británicas. Una especie de mezcla de dulce y salado en la proporción exacta para apreciar los dos sabores al mismo tiempo, disfrutando igualmente de la mezcla.
Al mismo tiempo, las escasas ochenta páginas del libro nos conducen por disparatadas peripecias que hacen pensar en cierta literatura policiaca también muy british, y situaciones ingeniosas que obligan a no perder de vista el punto de partida para que la narración no se nos quede en un simple divertimento.
Esa sensación de ligereza puede restarle algo de empaque al relato pero es quizá también uno de los puntos más interesantes. Porque lo que de verdad me resulta más admirable es precisamente la capacidad para reunir elementos tan dispares de forma tan perfecta: el misterio de lo desconocido, el humor y la sutileza, la tensión por lo inesperado, la ingenuidad de los amores juveniles, y tal vez reflexiones más profundas sobre lo inexorable del destino, que sería quizá la interpretación digamos seria del conjunto. ¿Cómo hacer que toda esta amalgama funcione en un texto tan breve mientras deleita con el lenguaje y entretiene al lector? Claro, para eso hay que ser un grande de la literatura, y por eso los que lo fueron perduran a través del tiempo, y a veces los etiquetamos como clásicos.
P.D. Creo que ya lo comenté en otras ocasión: me gusta esta serie de Nórdica que no recuerdo si tiene un nombre, pero no acabo de entender lo de las ilustraciones. Hay que admitir que en este caso el libro tiene un sesgo humorístico indudable, pero tampoco creo que merezca dar la impresión de deslizamiento hacia la frivolidad.