Norma Pons, la vedette de piernas eternas que logró su gran sueño y brilló junto a Antonio Gasalla
Empezó haciendo radioteatros y cautivó con su voz grave; José Marrone le dio la oportunidad en una revista y durante años hizo tándem con su hermana Mimí, sacó a relucir todo su histrionismo en televisión y también demostró su talento para el drama

Fue la vedette de las piernas largas y bien torneadas, de voz grave y mucha sensualidad que cautivó a los espectadores del teatro de revistas, pero también se lució en comedias y dramas. Fue partenaire de Antonio Gasalla durante muchos años y ganó premios interpretando a Bernarda, en La casa de Bernarda Alba. Norma Pons se llamaba Norma Delia Orizi y nació en Arias, un pequeño pueblo de Córdoba, el 18 de agosto de 1943. Creció en Rosario y ya en su niñez mostró dotes histriónicas y curiosidad por el mundo del espectáculo. Con apenas 14 años dio sus primeros pasos en radioteatros de Rosario, pero al poco tiempo la familia se mudó a Buenos Aires. En la gran ciudad, ella entendió que sus oportunidades se triplicaban y decidió aprovecharlas.
A principios de los 60, Pons fue a Canal 13 para presenciar el programa Los trabajos de Marrone, quien la vio en la tribuna junto a su hermana Mimí y enseguida notó que tenían futuro de vedettes por su belleza, su figura y su porte. José Marrone las citó en el teatro y debutaron en el Maipo, junto al capocómico. Las hermanas Pons fueron un éxito y no pararon de trabajar hasta encabezaron su propia compañía, unos años más tarde.
Durante años no se podía imaginar a una sin la otra, pero cuando Mimí se casó y decidió retirarse, a Norma le costó que volvieron a llamarla porque las hermanas Pons eran un sello. No se dio por vencida y tuvo oportunidad de seguir creciendo. “Mi hermana nació para ser artista. Cuando tenía ocho años le preguntaron qué quería ser, y ella dijo ´monja o artista´. Yo tuve más suerte que Norma, pero mi marido me pidió que lo dejara y abandoné en el mejor momento de mi carrera. Y cuando lo hice a Norma no la contrataban, estuvo seis años sin trabajar porque éramos las hermanas Pons. Ella nunca me dijo nada, pero yo veía las entrevistas cuando lo decía, después volvía a casa y se olvidaba”, le confió Mimi Pons a LA NACION.
En sus inicios las hermanas empezaron a trabajar a escondidas de su papá, pero con la bendición de su mamá, que las acompañaba a todos lados en esos primeros tiempos. “Papá se enteró como un año después porque él administraba campos de Bunge y Born, y vivía la mayor parte del tiempo en Villa Cañás (Santa Fe). Cuando teníamos un tiempo libre íbamos a visitarlo y cuando él venía a Buenos Aires se quedaba una semana, no mucho más. Pero una vez llegó, no nos encontró en casa ni a mi mamá ni a mi hermana ni a mí y se desesperó y fue a hacer la denuncia a la policía. Fue un desastre. Cuando volvió, llegamos nosotras... Mamá le dijo entonces que trabajábamos en el teatro y se rio. Nunca fue a vernos, por pudor, porque decía que no quería conocer a sus hijas desnudas, pero él era el primero en comprar las revistas para leer nuestras notas, y cuando íbamos a Villa Cañás nos llevaba a saludar a todos los vecinos, orgullosísimo”, contó Mimí.
Su mundo, su trabajo

En teatro Norma Pons hizo Prohibido, Chin chin... verano y soda, Vos que lo tenés cuidalo, Las coristas rebeldes, Arriba las polleras, Si no es Maipo no es revista, Ruido de aplausos, ¡Chau!...te esperamos en el Cómico, Diferentes, Aleluya Buenos Aires, Sugar, varias producciones junto a Gasalla y en sus últimos años, formó parte de obras como Flores de acero, Brujas, Doña Flor y sus dos maridos, Las chicas del calendario, Ocho mujeres y La casa de Bernarda Alba, entre otras.
Estaba haciendo La casa de Bernarda Alba cuando falleció. Habían tenido una exitosa temporada en Mar del Plata, donde Pons ganó el premio Estrella de Mar de Oro, y sentía que por fin la habían reconocido como actriz dramática. “Ella pensaba que el mundo teatral, los productores y el propio medio no la consideraban una actriz con los recursos para encarar un clásico, y como yo sabía sobre su deseo, sin decírselo, hablé con el productor Javier Faroni, a quien le encantó la idea. Adapté la obra, la convoqué y por supuesto, que ella aceptó de inmediato y a partir de ahí fue todo felicidad, como cada vez que trabajamos juntos”, le contó a LA NACION José María Muscari, director de la obra y además su amigo.
Y agregó: “Hicimos cuatro temporadas, y marcó un antes y un después en su carrera. Porque si bien ya era considerada una extraordinaria actriz, con múltiples recursos, nunca había tenido la oportunidad de mostrar su faceta trágica. Dejaba la vida en cada función, porque su personaje no se puede hacer a mitad de camino”.
Antonio Gasalla la convocó para que se sumara a su troupe tanto en televisión como en teatro y ese también fue un quiebre en la carrera de Norma Pons. Todavía hoy la gente recuerda icónicos personajes como el de la empleada pública, la directora del colegio o la madre de la nena. En una entrevista, Pons habló de su relación con Gasalla: “Soy una profesional que está a su lado, pero no tenemos casi relación fuera del ámbito laboral; no recuerdo haber compartido tres cafés en una mesa de bar. Sé de su respeto por mí como profesional. Él es más que un genio, es un icono. Cada día se pone más exigente, y hay que tratar de no desentonar. Antonio es impresionante, como observador de la realidad y para darse cuenta de lo que sucede alrededor”.
En televisión debutó en 1973 en el programa Humorisqueta haciendo diferentes personajes. Y luego se dedicó al teatro exclusivamente por más de diez años hasta que volvió a la pantalla chica con Ella contra mí, Gasalla, El mundo de Antonio Gasalla, Gasalla 91, El Palacio de la risa, Gasalla en Libertad, Franco Buenaventura el profe, la peluquería de Don Mateo, El deseo, Una familia especial, Hechizada, Aquí no hay quien viva, Los únicos, El hombre de tu vida, Maltratadas, Vindica, Historias de la primera vez, Todas a mí, Farsantes, Historias del corazón y La celebración. Su último trabajo fue en Bailando por un sueño 2014. Estuvo en el primer programa, convocada directamente por Marcelo Tinelli. Pero no llegó a mostrar sus dotes de bailarina porque falleció unos días después, el 29 de abril. Su hermana Mimí la encontró en su departamento, sentada en el sillón y frente al televisor.
“El último año de Norma fue muy duro. A veces pienso que lo tenía planificado. Se murió de un infarto, pero por cómo se dieron las cosas yo creo que se fue despidiendo de todos. Y hasta quiso ser mediática... Ella quería ser actriz del teatro San Martín, pero le cerraron la puerta en la cara. Y cuando hizo La casa de Bernarda Alba decía: ‘Estoy haciendo Lorca, estoy llenando el teatro, ¿será una despedida?‘. Esa mañana del 29 de abril, muy temprano, sentí que tenía que llamarla porque estaba viendo Flashdance y quería comentarle algo del baile. Pero no lo hice en ese momento... Si la hubiese llamado hubiera estado con ella. Una vecina la escuchó toser como a las 6 de la mañana, calculo que fue esa la hora en que murió. Cuando entré a su casa después y la vi sentada, la luz prendida, la televisión fuerte, el nebulizador con el cable caído, la cama tendida. La toqué y ahí me di cuenta...”, contó Mimi Pons.
Trabajó mucho para sacarse de encima el mote de vedette y para que productores, colegas y público vieran que era una actriz dúctil. Debutó en cine en 1968 con Mannequin alta tensión. Y luego filmó El bulín, Los debutantes en el amor, El hombre del año, Crimen en el hotel aojamiento, Adiós Sui Generis, La guerra de los sostenes, La noche viene movida, Sotto voce, Sola como en el silencio, El cine de Maite, Esa soy yo, Franzie, Hermanitos del fin del mundo, El pozo y A oscuras, una película que se filmó en 2013, pero se estrenó seis años después.
Vuelven las hermanas Pons
Las hermanas Pons volvieron a trabajar juntas en 1998, en Pum, una comedia de Hugo Moser. “Cuando me habló Moser y me mencionó a Mimí, planté todo. Es como si no se hubiera ido. A ella le pasaron cosas tristes y verla en su papel de boluda, con su gracia, me asombra. Hacía mucho tiempo que no me pasaba. Después de todas sus tristezas, lo único que podía salvarla era el teatro. Ella fue muy grande en su tiempo... Y creo que yo puedo hacerla porque me gané, con mucho trabajo, un poco de prestigio actoral. Hace tiempo di un giro de ciento ochenta grados en mi carrera. Desde la revista, no todo el mundo llega a escalar buenas posiciones hacia la tele o el teatro en serio. Esta vuelta con Mimí me da una gran satisfacción. La verdad es que tengo dos grandes alegrías en mi carrera actual: la primera, ser del equipo de Antonio Gasalla, y la segunda, volver con Mimí a la calle Corrientes”, contaba Pons en las entrevistas de esa época.
De carácter fuerte y corazón tierno, Norma nunca hablaba de su vida privada y mostraba con orgullo sus arrugas. “Jamás me hice una cirugía estética porque me costó mucho conseguir las arrugas que tengo, y no me pesan. No quiero volver a ser joven. Yo no tuve hijos, pero los tiene mi hermana y me gusta verlos crecer. Empiezo a jugar en segunda para ver cómo van ellos adelante”, decía Norma Pons.