Misterio y poder en Roma

Hoy arranca una de esas reuniones de las que sabremos más bien poco. El hermetismo del Vaticano toma su máxima expresión en los cónclaves. 133 cardenales, de 70 países, se encierran desde hoy en la Capilla Sixtina para decidir quién será el próximo hombre que dirija la Iglesia. Dicen que es el cónclave más representativo de la historia: los cinco continentes tienen un cardenal al que mirar con atención estos días, no vaya a ser que sea el elegido. Porque aquí también se practica algo parecido a lo que ocurre con los mundiales de fútbol: todos tienen sus favoritos, casi siempre los más cercanos geográficamente a ellos.

Una reunión de poder mezclada con la fe cristiana que será decisiva en muchos sentidos. Veremos cómo quieren esos cardenales que sean los próximos años de una Iglesia que pierde adeptos en el primer mundo y, en cambio, gana cada vez más peso en países emergentes. Esto lo sabía Bergoglio y, por eso, se esmeró en nombrar durante su papado a un gran número de nuevos cardenales que representaran en el Vaticano esa nueva Iglesia que va creciendo a la sombra de la vieja Europa. Pero, al mismo tiempo, complicará más aún el cónclave: muchos son ‘novatos’ en esto de los cónclaves, la mayoría grandes desconocidos, y eso podría hacer que la decisión necesite de más días.

Ninguna reunión de ninguna institución u organismo encierra tanto misterio como la de estos días en Roma. Cinco continentes representados en esos cardenales que, por mucho que quieran aislarse del ruido exterior, llevan días escuchando los cantos de sirena que llegan desde los otros poderes. Ni siquiera Trump se ha resistido a imaginarse a él mismo como el próximo pontífice.

Solo cuando el Papa que salga elegido de este cónclave muera sabremos, si es que lo llegamos a saber, por qué se decidieron por él. Con qué argumentos, qué palabras, qué reflexiones los llevaron a que él sea el elegido. Hay puertas que Francisco abrió y que muchos se resisten a cerrar con este nuevo Papa. Veremos quién gana en un pulso que suele ser mucho más tranquilo de lo que nos gusta imaginar a la prensa y, también, al cine.

Lo único que sabremos con certeza es que ha habido consenso y si esa decisión, esa unanimidad, ha sido rápida o no. Es el único mensaje que nos dejarán entrever. Cuanto más dure el cónclave más imagen de división enviarán al mundo. Y eso, en estos tiempos, no es bueno. Veremos qué pasa a partir de hoy, desde mañana habrá cuatro votaciones al día hasta que la chimenea del Vaticano expulse el famoso humo blanco. En Roma, desde hoy, el poder y el misterio se dan la mano. La mejor combinación para atraer todas las miradas.