Meghan Markle, objeto de críticas por su supuesta contradicción con sus hijos

Quizá hayan sido los tempos los que no han acabado de convencer a los expertos en la familia real británica. Básicamente, porque ha acabado contradiciéndose a ella misma. Y teniendo en cuenta que Meghan Markle es alguien que ha llevado por bandera, sobre todo en los últimos tiempos, sus principios, ha resultado muy extraño este cambio de opinión, aunque haya sido a medias. Porque entre ella y su esposo, el príncipe Harry, siempre han hablado en conferencias y charlas sobre los peligros de la exposición de los menores en Internet y ahora, justo cuando la exactriz de 43 años ha de promocionar sus nuevas empresas, sus pequeños han comenzado a ser más protagonistas.

Al dar comienzo este 2025, la duquesa de Sussex ya sorprendió a sus seguidores con un nuevo modelo de vida en lo que respecta a su relación con el público. Porque, aunque ya había anunciado anteriormente que en algún momento dado volvería a las redes sociales, pocos podían presuponer que su regreso a Instagram, donde ya tiene casi 3 millones de seguidores, llegaría en el momento exacto en que tenía que promocionar sus nuevos compromisos profesionales.

Tras el Sussexit y la llegada a Estados Unidos, amén de los juicios contra los tabloides británicos y todo el problema de la seguridad cada vez que tenían que viajar a Reino Unido, parecía que tanto Harry como Meghan preferían no depender de internet y que la exposición que pudiera darse de ellos en las redes había de ser residual. Pero el programa de Netflix sobre cocina y estilos de vida de la duquesa, así como su nuevo pódcast, Confessions of a Female Founder, y su reciente marca, As Ever, sí que necesitaban del impulso de su popularidad online.

Y precisamente ahí radica la contradicción que se le achaca. Porque a pesar de que es lógico que una madre quiera presumir de sus pequeños a través de las redes, no ha sido una única vez, sino ya varias, en la que Archie y Lilibet se dejan ver u oír en su, en teoría, hermética vida. Nunca muestra su rostro, es cierto, pero si hace poco se escuchaba por primera vez la voz de la pequeña, ahora ha sido en una publicación compuesta por tres fotografías en la que ha mostrado, quizá, el rasgo más distintivo de ambos retoños: sus increíbles cabelleras pelirrojas.

"Sunday kind of love… With my little loves" ("Un domingo de amor... Con mis pequeños amores", en español), ha titulado la duquesa el álbum de este particular domingo en la que enseñaba a sus hijos los rosales del increíble jardín de su casa de Montecito, en California. La primera protagonista es Lilibet, de hecho, quien a sus tres años, con melena al viento, conjunto rosa y de espaldas a cámara, atiende a su madre, que le enseña una flor del mismo color que su vestido mientras sonríe fruto de la felicidad de la pequeña.

Meghan, que seguramente tendría detrás del objetivo haciendo las fotos a su esposo, lleva un guante de jardinería, una de sus pasiones, para ser ella quien tome las flores, si bien para la segunda imagen a buen seguro le daría permiso a su hijo, de cinco años —aunque cumplirá seis la primera semana de mayo—, y que también posa de espaldas, a acercarse algo más al rosal para contemplar los pétalos. En la última foto, de hecho, el sexto en la línea de sucesión al trono británico le ofrece una rosa a la cámara, la cual, estratégicamente colocada, le cubre el rostro, dejando solo entrever su pelo pelirrojo, ya más oscuro que el de su hermana, pero ambos deudores de los genes paternos.

No solo es que ya incluso la madre de Meghan, Doria Ragland, aparezca probando un postre al que ha bautizado como su hija, Chantilly Lili, es que el comentario que se le escuchó en sus primeras palabras era sobre la mermelada de la marca de su madre. Un gesto que medios como The Sun tachan de estrategia de marketing. "De repente esto ocurre cuando la duquesa por fin saca al mercado sus productos", afirman desde el tabloide británico, una incoherencia con querer llevar una vida lejos de la Corona para que no estuviesen sometidos Archie y Lilibet a la exposición pública.

Meghan tiene restringidos los comentarios en sus publicaciones, pero teniendo en cuenta la guerra de su marido contra la prensa de su país, es lógico pensar que estas críticas, aunque veladas, provengan de cierto malestar por "utilizar" a los hijos para darle mayor visibilidad a sus negocios y a sus redes sociales. De ahí que, veladamente, se puntualice desde el Daily Mail que el "adorable" acento de la pequeña Lilibet, como, por otra parte, es natural, la haya convertido en una "princesa estadounidense" por el lugar en el que se está criando.

De hecho, esto, según el experto en la monarquía Matt Wilkinson, que habló para la revista Hello!, podría estar haciendo mella en su matrimonio con el príncipe Harry. "Entiendo que, de alguna manera, el príncipe preferiría que sus hijos no apareciesen [en las redes sociales de su esposa]", ha declarado, añadiendo que, en su opinión, esta exposición irá a más habida cuenta de que "Meghan, al haberse criado en California, ya dijo una vez que le gustaría llevar un estilo de vida más californiano: llevarlos a la playa, salir a la calle y hacer más planes".

"Ella no quiere esconderlos", ha declarado Wilkinson, lo que puede suponer un cisma en la pareja, porque el hermano del príncipe Guillermo tema que les ocurra lo mismo que vivió él con todo el foco mediático puesto en su familia, especialmente en su madre, Lady Di, "pero él se piensa que, si los saca de Montecito, habrá una horda de nosotros [periodistas, reporteros, paparazzis] ahí afuera tratando de tomar fotografías de sus hijos". Y ahí puede estar el quid de la cuestión.