De la 'suiza manchega' a un mágico enclave medieval: una ruta imprescindible por pueblos de cine en España
Estas tres localidades de Castilla-La Mancha, separadas por apenas una hora y media por carretera, fueron escenario de una de las películas más importantes de la historia del cine español: 'Amanece, que no es poco'.

La variedad paisajística y urbana que hay en España es casi inusitada en el mundo, por lo que no es de extrañar que numerosas películas de Hollywood y de la industria nacional se hayan rodado en muchos puntos de la geografía española. Algunos lugares como el desierto de Tabernas (Almería) son escenarios muy conocidos en el mundo cinematográfico, pero, en cambio, otros quizás pasan más desapercibidos tanto para los amantes del séptimo arte como para los apasionados del turismo rural.
Ese es precisamente el caso de tres pueblos de Castilla-La Mancha que sirvieron de localización para una de las películas más importantes de la historia del cine español como es Amanece, que no es poco (1989). El director José Luis Cuerda se trasladó a tres municipios de la provincia de Albacete para rodar la cinta protagonizada por Antonio Resines, a cada cual más bonito: son Ayna, Liétor y Molinillos, unas villas preciosas que tienen innumerables encantos.
'Amanece, que no es poco' se grabó en Ayna (Albacete)
A la localidad de Ayna se la conoce como 'la Suiza manchega' debido a que se encuentra rodeada por grandes paredes rocosas de la sierra del Segura, y además está atravesada por el río Mundo. En su puente se rodó la primera escena que se puede ver en la película (de hecho hay una escultura en la villa que conmemora la secuencia), aunque este increíble pueblo de apenas 600 habitantes y ubicado a los pies del monte Urbán esconde muchas más maravillas.
Desde el imponente y sublime mirador del Diablo se tienen unas vistas panorámicas espectaculares de todo el entorno, en el que se pueden recorrer varias rutas de senderismo. Ante los ojos de los que se acercan a él se contemplan algunos de los tesoros arquitectónicos de la villa, como la Ermita de los Remedios o su Calle Mayor, pero la joya de la corona se encuentra escondida en las montañas: es la Cueva del Niño, en la que se pueden encontrar pinturas rupestres que datan del Paleolítico.
Liétor, la joya medieval de 'Amanece que no es poco'
Liétor es otro de los pueblos de Albacete en los que se rodó Amanece, que no es poco. Este municipio de poco más de un millar de habitantes se 'asoma' a un acantilado de la sierra del Segura, y a pesar de que su origen se remonta a la época musulmana, la realidad es que fue durante la Edad Media (y gracias, sobre todo, a la Orden de Santiago), cuando se expandió hasta lo que es hoy en día. De hecho, todavía se pueden visitar edificios con varios siglos de historia en sus estrechas calles.
Entre casas señoriales se erige la Iglesia parroquial de Santiago Apóstol, que cuenta con una torre de un templo anterior y que está en la Plaza Mayor de la localidad. Eso sí, el pueblo cuenta con otros edificios de índole religiosa que son casi de obligada visita, como el fantástico Convento de los Carmelitas Descalzos o la Ermita de Nuestra Señora de Belén. Además, cerca del casco urbano hay maravillas naturales como el impactante paraje de Peñascal de los Infiernos o el embalse de Talave.
Molinicos, un precioso pueblo oculto en Albacete
El equipo de Amanece, que no es poco también grabó alguna que otra secuencia en el pueblo de Molinicos, un paraíso rural de casas blancas conformado por varios núcleos de población. Además de su precioso Ayuntamiento, que aparece en la cinta, puede presumir de tener fantásticos monumentos religiosos, como las iglesias de San José y de Nuestra Señora del Carmen, entre otras.
En los alrededores de la localidad todavía quedan en pie construcciones muy antiguas de una belleza espectacular, como el alucinante acueducto erigido sobre el arroyo Morote o los vestigios de varias atalayas de origen musulmán que ejemplifican la importancia histórica del pueblo. Por ello, es uno de los puntos más bonitos que se pueden visitar en toda la provincia de Albacete.
Estas tres localidades manchegas están a muy poca distancia las unas de las otras, por lo que completar una ruta de 80 kilómetros por carretera para conocerlas y descubrir los enclaves en los que se rodó una película tan capital en el cine español es una opción fantástica para que todos los cinéfilos hagan una excursión maravillosa e inolvidable.