Mario Obrero, escritor: “Que la palabra ‘libertad’ esté en manos de Ayuso nos hace conscientes del privilegio de quien escribe los diccionarios”

El joven getafense presenta 'Con e de curcuspín', un ensayo poético que supone un canto de amor a las lenguas que conforman una realidad plurilingüe y diversaLa mirada pesimista y catastrofista de la ficción al gran apagón que por suerte no se cumplió Deambula entre dialectos y acentos, es un apasionado de las letras y considera que nada es más poderoso que la comunicación para cambiar sociedades que se derrumban. Para Mario Obrero (Getafe, 2003), cada lengua es un cuerpo vivo al que acercarse “dando patadones”, una comunidad de voces cuyas huellas conforman lo que él considera un bosque de idiomas. En su nueva obra, Con e de curcuspín (Anagrama, 2025), el poeta invita a los lectores a encontrar raíces comunes en la belleza de las lenguas, soñando así con un país donde cada voz, por minúscula que parezca, cobre el mismo valor y la misma fuerza liberadora. El autor rescata testimonios de invisibilización lingüística —desde el asturiano hasta el aragonés, el aranés o el extremeño— y celebra la poesía como arma de resistencia contra el olvido impuesto por los discursos de poder. Mario Obrero muestra que los erizos normativos son escasos frente a los pines asturianos, sardos, euskaldunes o bereberes que pueblan nuestro territorio lingüístico. Cada curcuspín encarna una de esas púas: voces que se cierran para resistir al olvido y que al mismo tiempo se expanden para construir nuevos universos de palabras. Para el poeta, “las minorías en su conjunto son mayorías universales”, lo que hace que, en un mundo tan arrasado de erizos, buscar el curcuspín se haya convertido en una necesidad. Hace alusión a estos versos de la poeta Maria-Mercè Marçal: “És perquè et sé germana que puc dir-te estrangera / És perquè et sé estrangera que puc dir-te germana [Es porque te sé hermana que puedo llamarte extranjera / Es porque te sé extranjera que puedo llamarte hermana]”. Con ellos se puede resumir toda la obra. Ella le daba la vuelta a la idea de la clase, a la idea del género, y llegaba a escribir que al azar le agradecía tres dones: el ser mujer, ser de clase obrera y haber nacido en una nación oprimida. Ante estas tres consignas, uno percibe las posibilidades que hay de revertir los discursos que parecen que nos afectan o que nos achican, cuando en verdad son cosas que nos agrandan. El pensamiento de entender lo extranjero, lo foráneo, siempre como algo asombroso y no algo que violenta o que de miedo, es a la vez un ejercicio muy poético, algo que va en contra de las dinámicas de poder. Todo lo que circunda el lenguaje sirve para hablar de lo humano y, en tanto que humano, entender que lo que viene de fuera y no es propio te puede alumbrar más que violentar. Escribe que renunciar a la “lengua otra” es una “deforestación” que acaba anulando a la “persona otra”. ¿Qué se hace para hacer frente a ello? Precisamente la escucha. Muchas veces nos damos de bruces desde Madrid con buscar soluciones o con buscar ideas pioneras renovadoras. Tal vez habría que escuchar y dejar un poco en paz a territorios que han tenido lenguas propias durante siglos, que han vivido homogeneizaciones lingüísticas, procesos de dictaduras y represiones institucionales hasta el día de hoy y que, sin embargo, siguen encendiendo la mecha del idioma y de la lengua. Se puede acudir al hecho de la diversidad lingüística desde un lugar mucho más lúdico que pasa por la escucha, el respeto y el interés. Cuando nos enfrentamos a un territorio bilingüe, no hay hablante que te pida que sepas el subjuntivo en euskera. Lo que se te está pidiendo, si acaso, es dejar a lo que existe tener su nombre e incluso, por qué no, compartirlo desde la celebración. Sumarte a él y cambiar tu 'hola' por un 'kaixo'. Declara que el valor de las palabras y el significado que estas tienen para la sociedad depende de la ideología y desde la imposición de ciertas élites. ¿Por qué es tan necesario recalcarlo? Porque el discurso dominante muchas veces se disfraza de neutralidad. Walter Benjamin decía que el mayor botín de los amos eran las palabras. Y esto es algo que sabemos tanto las escritoras, como la clase obrera, como los poderosos. Que la palabra libertad esté hoy en manos de Ayuso es ser muy conscientes de este privilegio, de que escribir los diccionarios determina escribir la historia y escribir lo que somos capaces o no de hacer como ciudadanía. Estas luchas, que parece que solo importan a quienes enuncian la tensión que hay con respecto al lenguaje, nos circundan y nos tocan a todas.

May 1, 2025 - 20:24
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Mario Obrero, escritor: “Que la palabra ‘libertad’ esté en manos de Ayuso nos hace conscientes del privilegio de quien escribe los diccionarios”

Mario Obrero, escritor: “Que la palabra ‘libertad’ esté en manos de Ayuso nos hace conscientes del privilegio de quien escribe los diccionarios”

El joven getafense presenta 'Con e de curcuspín', un ensayo poético que supone un canto de amor a las lenguas que conforman una realidad plurilingüe y diversa

La mirada pesimista y catastrofista de la ficción al gran apagón que por suerte no se cumplió

Deambula entre dialectos y acentos, es un apasionado de las letras y considera que nada es más poderoso que la comunicación para cambiar sociedades que se derrumban. Para Mario Obrero (Getafe, 2003), cada lengua es un cuerpo vivo al que acercarse “dando patadones”, una comunidad de voces cuyas huellas conforman lo que él considera un bosque de idiomas.

En su nueva obra, Con e de curcuspín (Anagrama, 2025), el poeta invita a los lectores a encontrar raíces comunes en la belleza de las lenguas, soñando así con un país donde cada voz, por minúscula que parezca, cobre el mismo valor y la misma fuerza liberadora. El autor rescata testimonios de invisibilización lingüística —desde el asturiano hasta el aragonés, el aranés o el extremeño— y celebra la poesía como arma de resistencia contra el olvido impuesto por los discursos de poder.

Mario Obrero muestra que los erizos normativos son escasos frente a los pines asturianos, sardos, euskaldunes o bereberes que pueblan nuestro territorio lingüístico. Cada curcuspín encarna una de esas púas: voces que se cierran para resistir al olvido y que al mismo tiempo se expanden para construir nuevos universos de palabras. Para el poeta, “las minorías en su conjunto son mayorías universales”, lo que hace que, en un mundo tan arrasado de erizos, buscar el curcuspín se haya convertido en una necesidad.

Hace alusión a estos versos de la poeta Maria-Mercè Marçal: “És perquè et sé germana que puc dir-te estrangera / És perquè et sé estrangera que puc dir-te germana [Es porque te sé hermana que puedo llamarte extranjera / Es porque te sé extranjera que puedo llamarte hermana]”. Con ellos se puede resumir toda la obra.

Ella le daba la vuelta a la idea de la clase, a la idea del género, y llegaba a escribir que al azar le agradecía tres dones: el ser mujer, ser de clase obrera y haber nacido en una nación oprimida. Ante estas tres consignas, uno percibe las posibilidades que hay de revertir los discursos que parecen que nos afectan o que nos achican, cuando en verdad son cosas que nos agrandan. El pensamiento de entender lo extranjero, lo foráneo, siempre como algo asombroso y no algo que violenta o que de miedo, es a la vez un ejercicio muy poético, algo que va en contra de las dinámicas de poder. Todo lo que circunda el lenguaje sirve para hablar de lo humano y, en tanto que humano, entender que lo que viene de fuera y no es propio te puede alumbrar más que violentar.

Escribe que renunciar a la “lengua otra” es una “deforestación” que acaba anulando a la “persona otra”. ¿Qué se hace para hacer frente a ello?

Precisamente la escucha. Muchas veces nos damos de bruces desde Madrid con buscar soluciones o con buscar ideas pioneras renovadoras. Tal vez habría que escuchar y dejar un poco en paz a territorios que han tenido lenguas propias durante siglos, que han vivido homogeneizaciones lingüísticas, procesos de dictaduras y represiones institucionales hasta el día de hoy y que, sin embargo, siguen encendiendo la mecha del idioma y de la lengua. Se puede acudir al hecho de la diversidad lingüística desde un lugar mucho más lúdico que pasa por la escucha, el respeto y el interés. Cuando nos enfrentamos a un territorio bilingüe, no hay hablante que te pida que sepas el subjuntivo en euskera. Lo que se te está pidiendo, si acaso, es dejar a lo que existe tener su nombre e incluso, por qué no, compartirlo desde la celebración. Sumarte a él y cambiar tu 'hola' por un 'kaixo'.

Declara que el valor de las palabras y el significado que estas tienen para la sociedad depende de la ideología y desde la imposición de ciertas élites. ¿Por qué es tan necesario recalcarlo?

Porque el discurso dominante muchas veces se disfraza de neutralidad. Walter Benjamin decía que el mayor botín de los amos eran las palabras. Y esto es algo que sabemos tanto las escritoras, como la clase obrera, como los poderosos. Que la palabra libertad esté hoy en manos de Ayuso es ser muy conscientes de este privilegio, de que escribir los diccionarios determina escribir la historia y escribir lo que somos capaces o no de hacer como ciudadanía. Estas luchas, que parece que solo importan a quienes enuncian la tensión que hay con respecto al lenguaje, nos circundan y nos tocan a todas.

Mario Obrero, en la redacción de elDiario.es

En febrero de 2025, el Gobierno de Mazón, con Vox, promovió en la Comunidad Valenciana una consulta para decidir si el valenciano debía seguir siendo asignatura obligatoria en la escuela. ¿Cómo afecta a la convivencia lingüística?

Es muy peligroso dar la idea de falsa democracia a lo que es una diatriba entre ignorancia y conocimiento que en el País Valencià, que es una zona con territorios mixtos y de habla castellana, se prescinda del uso del valenciano. Es una mentira que se queda con las patas muy cortas, tan cortas como que Mazón saque esta misma votación cuando tiene más de 200 muertos sobre la mesa y una gestión nefasta de una catástrofe como la DANA. Demuestra otro argumentario más que da cuenta de la importancia del tema lingüístico para la derecha y para la izquierda. Aquellos que siempre dicen que la lengua no importa, que lo importante son otras cosas, son los que en estos momentos actuales, en vez de gestionar la muerte de 200 valencianas y de las familias víctimas, se dedican a colar votaciones a pesar de que las acaban perdiendo.

En la obra denuncia que a cualquier joven se le hará creer que las lenguas minorizadas no tienen nada que ver con él. ¿Considera que este es un problema con el que están creciendo los jóvenes?

La gente me dice: “¡Qué anómalo que, como getafense joven, tengas tanto interés por la lengua!”. Lo anómalo debería ser que el 25% de la población gallega de mi edad no tenga las herramientas lingüísticas para hablar galego. Lo verdaderamente extraordinario no es que alguien se interese por la diversidad lingüística, sino que esta haya sido extirpada sistemáticamente de nuestros sistemas educativos, de nuestros currículos e incluso de nuestra realidad como país. Hay un vacío constitutivo de lo que es la españolidad que demuestra, además, que el españolismo como identidad nacional no solo afecta a los territorios periféricos y a las naciones históricas, sino que también acaba por coartarnos y limitarnos a los propios españoles. Si verdaderamente creen en la unidad nacional de España, que metan euskera en las aulas.

Mario Obrero, en la redacción de elDiario.es

Así se llega a la baza de la utilidad, uno de los tantos argumentos con los que se trata de atacar estas lenguas.

Desgraciadamente, la base de la utilidad va siempre de la mano del parámetro de la comprensión. Lo útil en las lenguas es aquella reivindicación que ya hacía Virginia Woolf en el siglo XX: igual que la habitación propia, la lengua propia es un espacio donde uno se puede comunicar con el mundo, pero a través de una pertenencia a las palabras, de un arraigo a ellas, de una vocación de haber acudido a ese lugar donde nadie te ha empujado. Cuando a una lengua se llega con la conciencia y en favor de la belleza, y no por la imposición o por la inercia, hay una utilidad absoluta, que es la de ser un ciudadano situado en un lugar del mundo, decidiendo también las palabras con las que se expresa en ese mismo lugar del mundo.

¿Cuán peligrosa es el arma que supone la imposición del olvido en nuestra sociedad?

Se puede conectar el argumentario que se arroja sobre la memoria histórica, al que acompaña a la situación lingüística de un país. Esta conexión nos la muestra el poder, nos la ha mostrado la historiografía, y el franquismo se encargó de reivindicarla y recalcarla con mucho dolor mediante. Ese olvido se demuestra como transversal y nos ayuda a abrir el prisma y entender que la disquisición entre olvido y memoria no solo tiene que ver con algo tan básico como cumplir los derechos humanos a través de la exhumación de fosas, sino que también está en muchos otros lugares de nuestra reflexión colectiva, en muchas otras partes de nuestra identidad como ciudadanos.

En la obra trata el valenciano y afirma que quien actualmente lo defiende y normaliza es porque toma, como escribe la poeta Teresa Pascual, “la decisió d’estar, la d’ocupar / encara alguns dels llocs de la memòria [la decisión de estar, la de ocupar / todavía algunos lugares de la memoria]”.

Es importante recalcarlo porque el actual presidente de la Generalitat ha hablado valenciano solo en una ocasión durante toda su legislatura, siendo un cargo y figura pública del que se espera representar al total de la población del País Valencià que ha elegido, a través de unas elecciones, que sea él la representación de la soberanía pública popular bilingüe. Cuando ves que desde los poderes hay tantas reticencias, te das cuenta de que son muchas las trabas que todavía se les sigue poniendo desde el discurso sociológico al uso de la lengua, a la diversidad lingüística en general. Y es muy difícil recomponerse de dolores atávicos que vienen, por supuesto, del franquismo, pero también de la democracia.

Mario Obrero, en la redacción de elDiario.es

¿Cómo conjugar la militancia por las lenguas minorizadas con la libertad creativa de un hablante externo?

Es una experiencia que muchísimas hablantes viven en primera línea, que es, por ejemplo, la de pedir constantemente el café con leite y que el café solo pueda ser con leche. Sé que es un lugar de privilegio por mi parte, porque atenerse a esa violencia diaria al salir a la calle en tu propio territorio puede llevar muy legítimamente a posturas más pesimistas o enconadas con una realidad contra la que se chocan de bruces. Desde mi privilegio, que es el de no padecer esta violencia con el cuerpo, hay una responsabilidad consecuente de poder hablar desde el lugar que las lenguas guardan para mí, que es el de la celebración y la absoluta libertad poética como escritor.

Dice que la comunicación “permite generar flecos sombríos donde se titubea, por tanto se late y se ama”. ¿Dónde radica la magia de la comunicación? 

La gran capacidad que tiene la poética, decía Chantal Maillard, es la de potabilizar el agua contaminada. El ejercicio literario no es solo liberador para la autora que propone otros mundos posibles, sino para la lectora que los recoge y que, gracias a la extrañeza de esa escritura y de esa voz que no es la suya, es capaz de inmiscuirse en un paraje donde la imaginación y la conciencia sirven para construir otras realidades y otras narrativas. Llevado a la lengua, el no conocer y el no poseer el català, el euskera o el asturiano es lo que nos permite encontrar en el champán de los charcos asturianos una bebida o intuir en la aperta, el abrazo gallego, una apertura y una forma de amar diferente. Machado en el 38 decía que concebía al catalán como un espejo borroso que permitía ver partes de él, pero no en su totalidad. Con esa misma extrañeza, con ese mismo interés, nos podemos acercar al idioma. A la lengua que, no siendo nuestra, habla siempre de nosotras.

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