La elección del nuevo papa: los nombres más usados y los que nunca se eligen
Juan encabeza la lista con 23 pontífices, seguido de Gregorio con 16Los papas que abrazaron la ciencia: cinco momentos que sorprendieron al Vaticano El papa Francisco falleció el pasado 21 de abril como consecuencia de un ictus cerebral. Tras la celebración de su funeral, el Vaticano se empezó a preparar para el cónclave, la reunión a puerta cerrada en la que los cardenales eligen al nuevo sumo pontífice. Este evento arranca justamente este 7 de mayo. Se trata de una tradición que, además de decidir al nuevo líder de la Iglesia católica, vuelve a poner en foco una de las decisiones más simbólicas: la elección del nombre papal. A lo largo de la historia ha habido 266 pontífices, comenzando por San Pedro y terminando con Francisco. Ha habido papas con nombres compuestos y papas que han llevado el mismo nombre que su predecesor. Pero, ¿cuáles son los nombres más elegidos? ¿Hay nombres prohibidos? De Pedro a Francisco: 2.000 años de tradición Aunque no existe una norma que obligue a adoptar un nuevo nombre, todos los pontífices desde Juan II (533 d.C.) lo han hecho. En aquel momento, el papa nacido como Mercurio decidió cambiar su nombre para evitar la asociación con un dios pagano. Desde entonces, la elección de un nombre se ha convertido en un acto simbólico que expresa continuidad, homenaje o una visión de futuro. Juan, Gregorio, Clemente, León, Pío y Benedicto son algunos de los nombres más repetidos a lo largo de la historia. Juan encabeza la lista con 23 papas, seguido de Gregorio con 16. Esta repetición no es casual: muchos pontífices eligen nombres de antecesores que admiran o cuyos legados desean continuar. En tiempos más recientes, Juan Pablo I y Juan Pablo II optaron por una doble denominación para rendir homenaje a sus predecesores inmediatos. Los nombres que nunca se han usado Resulta llamativo que, a pesar de su peso en el cristianismo, nombres como Pedro, Jesús, José, Tomás, Esteban, Santiago, Andrés, Marcos o Lucas nunca hayan sido escogidos por un papa. El caso de Pedro es particularmente significativo: aunque todos los papas son considerados sucesores de Pedro, ninguno ha querido asumir su nombre, posiblemente por respeto a la figura fundacional del papado. La ausencia de Jesús se explica por razones obvias de reverencia teológica. En cuanto a nombres como José o Tomás, los expertos sugieren que puede tratarse de una cuestión de prudencia: muchos de estos nombres están muy vinculados a santos muy populares o a figuras del Nuevo Testamento cuya carga simbólica resulta difícil de asumir como nombre de gobierno. ¿Cómo se elige el nombre? Una vez elegido, el nuevo papa es preguntado por el cardenal protodiácono si acepta su elección. Si la respuesta es afirmativa, el siguiente paso es la elección del nombre. Esta elección no se comunica públicamente hasta que el nuevo pontífice aparece en el balcón central de la basílica de San Pedro, cuando el cardenal encargado anuncia el famoso “Habemus Papam” seguido del nombre escogido. Aunque se trata de una decisión estrictamente personal, el nombre papal es fruto de profundas consideraciones. En el caso de Francisco, Jorge Mario Bergoglio explicó que lo eligió en honor a san Francisco de Asís, símbolo de humildad, austeridad y compromiso con los pobres. Un mensaje claro desde el primer momento. Más que un nombre: una declaración de principios Detrás de cada nombre papal hay un mensaje. Pío IX, el papa más longevo de la historia, eligió su nombre en alusión a san Pío V. Benedicto XVI lo hizo como guiño al papa Benedicto XV y a san Benito, patrón de Europa. Y Juan XXIII se desmarcó con un nombre que no se usaba desde la Edad Media, reclamando así su visión reformista. Por ello, más allá de la curiosidad, el nombre del nuevo papa marcará en gran medida las expectativas sobre su pontificado. Con la Iglesia en un momento de transición, especialmente tras la impronta reformista de Francisco, la elección del nombre será leída como una señal política, espiritual e institucional.

Juan encabeza la lista con 23 pontífices, seguido de Gregorio con 16
Los papas que abrazaron la ciencia: cinco momentos que sorprendieron al Vaticano
El papa Francisco falleció el pasado 21 de abril como consecuencia de un ictus cerebral. Tras la celebración de su funeral, el Vaticano se empezó a preparar para el cónclave, la reunión a puerta cerrada en la que los cardenales eligen al nuevo sumo pontífice. Este evento arranca justamente este 7 de mayo. Se trata de una tradición que, además de decidir al nuevo líder de la Iglesia católica, vuelve a poner en foco una de las decisiones más simbólicas: la elección del nombre papal.
A lo largo de la historia ha habido 266 pontífices, comenzando por San Pedro y terminando con Francisco. Ha habido papas con nombres compuestos y papas que han llevado el mismo nombre que su predecesor. Pero, ¿cuáles son los nombres más elegidos? ¿Hay nombres prohibidos?
De Pedro a Francisco: 2.000 años de tradición
Aunque no existe una norma que obligue a adoptar un nuevo nombre, todos los pontífices desde Juan II (533 d.C.) lo han hecho. En aquel momento, el papa nacido como Mercurio decidió cambiar su nombre para evitar la asociación con un dios pagano. Desde entonces, la elección de un nombre se ha convertido en un acto simbólico que expresa continuidad, homenaje o una visión de futuro.
Juan, Gregorio, Clemente, León, Pío y Benedicto son algunos de los nombres más repetidos a lo largo de la historia. Juan encabeza la lista con 23 papas, seguido de Gregorio con 16. Esta repetición no es casual: muchos pontífices eligen nombres de antecesores que admiran o cuyos legados desean continuar. En tiempos más recientes, Juan Pablo I y Juan Pablo II optaron por una doble denominación para rendir homenaje a sus predecesores inmediatos.
Los nombres que nunca se han usado
Resulta llamativo que, a pesar de su peso en el cristianismo, nombres como Pedro, Jesús, José, Tomás, Esteban, Santiago, Andrés, Marcos o Lucas nunca hayan sido escogidos por un papa. El caso de Pedro es particularmente significativo: aunque todos los papas son considerados sucesores de Pedro, ninguno ha querido asumir su nombre, posiblemente por respeto a la figura fundacional del papado.
La ausencia de Jesús se explica por razones obvias de reverencia teológica. En cuanto a nombres como José o Tomás, los expertos sugieren que puede tratarse de una cuestión de prudencia: muchos de estos nombres están muy vinculados a santos muy populares o a figuras del Nuevo Testamento cuya carga simbólica resulta difícil de asumir como nombre de gobierno.
¿Cómo se elige el nombre?
Una vez elegido, el nuevo papa es preguntado por el cardenal protodiácono si acepta su elección. Si la respuesta es afirmativa, el siguiente paso es la elección del nombre. Esta elección no se comunica públicamente hasta que el nuevo pontífice aparece en el balcón central de la basílica de San Pedro, cuando el cardenal encargado anuncia el famoso “Habemus Papam” seguido del nombre escogido.
Aunque se trata de una decisión estrictamente personal, el nombre papal es fruto de profundas consideraciones. En el caso de Francisco, Jorge Mario Bergoglio explicó que lo eligió en honor a san Francisco de Asís, símbolo de humildad, austeridad y compromiso con los pobres. Un mensaje claro desde el primer momento.
Más que un nombre: una declaración de principios
Detrás de cada nombre papal hay un mensaje. Pío IX, el papa más longevo de la historia, eligió su nombre en alusión a san Pío V. Benedicto XVI lo hizo como guiño al papa Benedicto XV y a san Benito, patrón de Europa. Y Juan XXIII se desmarcó con un nombre que no se usaba desde la Edad Media, reclamando así su visión reformista.
Por ello, más allá de la curiosidad, el nombre del nuevo papa marcará en gran medida las expectativas sobre su pontificado. Con la Iglesia en un momento de transición, especialmente tras la impronta reformista de Francisco, la elección del nombre será leída como una señal política, espiritual e institucional.