Francesco Acerbi: de superar un cáncer, la depresión y el alcoholismo a hundir al Barça en la Champions
El veterano defensor del Inter (37 años) marcó además su primer gol en competiciones europeas este martes

Qué tendrá el minuto 93. Algunas de las historias más memorables de la Champions League se han escrito en este instante. El cabezazo de Sergio Ramos en la final de 2014 ante el Atlético de Madrid que dio la 'Décima' al Real Madrid. La remonatada histórica del Manchester United ante el Bayern de Múnich (1999) de la mano del noruego Ole Gunnar Solskjær. O la gran volea de Andrés Iniesta en las semifinales de 2009 que congeló Stamford Bridge. Ahora, esa lista suma a un nuevo integrante.
Francesco Acerbi (10 de febrero de 1988, Italia) anotó este pasado martes 6 de mayo -mismo día que se materializó el 'Iniestazo' en Londres- el tanto que mandó el partido de semifinales entre el Inter de Milán y el FC Barcelona a la prórroga. Muy pocos goles logran encapsullar en apenas unos segundos el peso de toda una vida.
El defensor italiano, de 37 años, conectó en el minuto 93 un cabezazo desde el área y mandó el balón al fondo de las redes. Era además su primer gol en competiciones europeas. Lo hizo ante un FC Barcelona que ya saboreaba la clasificación a la final, tras haber remontado el partido. Pero Acerbi, como tantas otras veces, negó rendirse.
El Inter de Milán forzó la prórroga y más tarde, con un gol de Davide Frattesi, firmó la victoria (4-3; global 7-6) que lo clasificó para la final de esta Champions League.
Davide Frattesi (16) celebra el tanto de la victoria del Inter de Milán en la prórroga | EFE
Pero sobre el foco queda la vida de Francesco Acerbi. Ni lineal ni cómoda. En 2012, cuando parecía haber alcanzado la cima futbolística tras fichar por el AC Milan, todo se desmoronó. Su padre falleció víctima de una enfermedad. El golpe emocional lo sacudió de forma devastadora. Acerbi cayó en una espiral de autodestrucción. Empezó a beber. Se aisló. Se entrenaba sin ganas. Y empezó a olvidar el fútbol.
"No me importaba nada. No entrenaba bien, bebía cada noche. Había perdido el control", reconoció años después. El dolor no canalizado se convirtió en un abismo. Lo expulsaron del club italiano y su nombre empezó a asociarse más a problemas extradeportivos que a rendimiento propio. Su carrera, joven, parecía descarrilar.
El cáncer, punto de inflexión en la carrera de Acerbi
Un año después, jugando para el Sassuolo en 2013, una revisión médica rutinaria reveló un tumor testicular. El diagnóstico fue claro: cáncer. Acerbi fue operado de urgencia. Volvió a entrenar semanas después pensando que lo peor ya había pasado.
Pero ese mismo año, tras un control antidopaje, se detectó una alteración hormonal. La enfermedad había vuelto. Pero lejos de esconderse, el central italiano empezó un tratamiento de quimioterapia que lo alejó durante meses de los terrenos de juego, pero con el que apostó por un futuro vinculado con el deporte más seguido en el mundo. Así, en marzo de 2014, recibió el alta definitiva. Había ganado la batalla que cambiaría su vida para siempre. "Ese segundo diagnóstico fue mi punto de inflesión. El cáncer pudo arruinar mi vida, pero me la salvó. Me obligó a parar y a pensar".
Desde entonces, su vida tomó otro rumbo. Dejó el alcohol, empezó a cuidar su cuerpo y su mente y regresó a jugar al fútbol con una motivación renovada.
Acerbi se convirtió en uno de los defensores más sólidos de la Serie A. En la Lazio encontró estabilidad, conquistando la Copa Italia y dos Supercopas, además de consolidarse en la selección italiana. Con la azzurra participó en la Eurocopa 2020, donde fue campeón y en el 2022 fichó por el célebre Inter de Milán, primero a préstamo y luego de forma definitiva. Su experiencia, lectura táctica y entrega lo convirtieron en un referente silencioso. Nunca fue una estrella mediática. No lo necesitó. Su trayectoria hablaba por él. Y el gol de este martes ante el FC Barcelona, quizás el más importante de su carrera, fue también una recompensa tardía.
El Inter de Milán celebra el gol de Francesco Acerbi (15) en el descuento del partido | EFE
Su primer gol en competiciones europeas tardó más de 15 años en llegar. No porque no lo mereciera antes, sino porque el fútbol, como también la vida, tiene sus propios tiempos. Y los de Acerbi nunca fueron los más rápidos. Pero sí algo especiales.