Felipe VI en Mathausen: ¿Paripé o cambio de rumbo?
Este domingo Felipe VI tiene una oportunidad histórica para demostrar que ha dejado atrás esa especie de doble personalidad con que afronta la historia reciente de nuestro mundo La calidad de nuestro sistema democrático no depende de un único elemento. Sin embargo, pocas dudas hay de que nuestro régimen de libertades suspende con “Muy Deficiente” en todo lo que tiene que ver con la Historia, la Memoria Democrática y la no ruptura con la sanguinaria dictadura franquista. Otra prueba de ello es que habrán tenido que pasar 50 años, ¡medio siglo!, de la muerte del tirano para que nuestro jefe de Estado visite Mauthausen y homenajee in situ a los más de 9.300 españoles y españolas que fueron deportados a los campos de concentración nazis, en una letal operación urdida entre Hitler, Franco y Pétain. Será el próximo domingo cuando Felipe VI y la reina Letizia viajarán a Austria para participar en los actos conmemorativos del 80º aniversario de la liberación del llamado, muy justificadamente, “el campo de los españoles”. Tarde, muy tarde. Sí. Aun así, yo defiendo que siempre es mejor tarde que nunca. Es lógico indignarse ante los imperdonables retrasos, pero no tiene sentido dejar de celebrar el momento en que se acaba, por fin, con una injusticia histórica. La visita real a Mauthausen, por tanto, sería una gran noticia para los descendientes de las víctimas del nazismo y, en general, para la sociedad democrática de nuestro país. Escribo “sería” porque planean demasiadas dudas sobre si Felipe VI viaja por convicción o para hacer un nuevo paripé. Dejen que me explique. El actual monarca, como también hizo el evasor fiscal de su padre, ha evitado hacer lo que llevan haciendo 80 años el resto de líderes del mundo libre: condenar el fascismo abierta y tajantemente en todos los foros habidos y por haber. Tanto Juan Carlos como ahora Felipe se han especializado en homenajear a los combatientes antifascistas fuera de España y jugar a una cómplice equidistancia, y a veces a algo peor, cuando toca hacerlo dentro de nuestras fronteras. Los hechos hablan por sí solos. Nuestro actual rey presidió hace diez años el homenaje a La Nueve, la unidad de combatientes republicanos españoles exiliados que liberó París del yugo nazi. Lo hizo, sí, pero en un acto celebrado en la capital francesa. Felipe VI se había vestido de Doctor Jekyll. Un Doctor Jekyll que volvió a transformarse en Mister Hyde en cuanto atravesó los Pirineos. En su discurso de Nochebuena de 2016 hizo suyos los argumentos de la derecha extrema y de la extrema derecha para arremeter contra la Memoria Democrática: “Son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas”, dijo Felipe VI. Recordar a La Nueve en París y condenar el nazismo está bien, pero recuperar la memoria de las víctimas del franquismo en Madrid o Bilbao y censurar “nuestra” dictadura en Barcelona, Santiago o Sevilla agita viejos rencores y reabre heridas. Muy coherente. Más allá de los antecedentes, el contexto en que se produce la visita real a Mauthausen no permite ser demasiado optimista. Felipe VI no ha participado ni una sola vez en la conmemoración del Día de Recuerdo y Homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la guerra y la dictadura que, desde 2022, se celebra cada 31 de octubre. El monarca tampoco vio con buenos ojos que el Gobierno decidiera realizar este año una serie de actos para conmemorar el 50º aniversario de la muerte de Franco. Primero se encargó de que los medios de comunicación conservadores supieran que él se había plantado ante Sánchez y se había negado a participar en ellos. Segundo, y por si había dudas, en su discurso de la Pascua Militar evitó leer un párrafo que tenía escrito en el que definía la dictadura franquista como “una página oscura de nuestra historia y un tiempo de división de los españoles”. Hyde solo volvió a transformarse en Jekyll a bordo del avión que le transportó durante 2.200 kilómetros para llegar hasta Auschwitz. Allí sí, el Doctor se vistió de riguroso luto y colocó una vela en recuerdo de las víctimas del Holocausto. Este domingo Felipe VI tiene una oportunidad histórica para demostrar que ha dejado atrás esa especie de doble personalidad con que afronta la historia reciente de nuestro mundo. A diferencia de lo que han hecho Alemania y Francia, España aún no ha reconocido como Estado su responsabilidad en la deportación de esos miles de españoles a los campos nazis. Es hora de hacerlo y de condenar a TODOS los verdugos directos e indirectos, incluido Franco, que provocaron la muerte de casi 5.000 compatriotas solo en el campo de Mauthausen. Es hora, también, de empezar a practicar en casa lo que se exhibe fuera de ella. Si, tras su viaje a Austria, Felipe vuelve a España siendo Jekyll, lo único que habrá conseguido con su visita real habrá sido manchar la memoria de esos héroes y heroínas qu

Este domingo Felipe VI tiene una oportunidad histórica para demostrar que ha dejado atrás esa especie de doble personalidad con que afronta la historia reciente de nuestro mundo
La calidad de nuestro sistema democrático no depende de un único elemento. Sin embargo, pocas dudas hay de que nuestro régimen de libertades suspende con “Muy Deficiente” en todo lo que tiene que ver con la Historia, la Memoria Democrática y la no ruptura con la sanguinaria dictadura franquista. Otra prueba de ello es que habrán tenido que pasar 50 años, ¡medio siglo!, de la muerte del tirano para que nuestro jefe de Estado visite Mauthausen y homenajee in situ a los más de 9.300 españoles y españolas que fueron deportados a los campos de concentración nazis, en una letal operación urdida entre Hitler, Franco y Pétain.
Será el próximo domingo cuando Felipe VI y la reina Letizia viajarán a Austria para participar en los actos conmemorativos del 80º aniversario de la liberación del llamado, muy justificadamente, “el campo de los españoles”. Tarde, muy tarde. Sí. Aun así, yo defiendo que siempre es mejor tarde que nunca. Es lógico indignarse ante los imperdonables retrasos, pero no tiene sentido dejar de celebrar el momento en que se acaba, por fin, con una injusticia histórica. La visita real a Mauthausen, por tanto, sería una gran noticia para los descendientes de las víctimas del nazismo y, en general, para la sociedad democrática de nuestro país. Escribo “sería” porque planean demasiadas dudas sobre si Felipe VI viaja por convicción o para hacer un nuevo paripé. Dejen que me explique.
El actual monarca, como también hizo el evasor fiscal de su padre, ha evitado hacer lo que llevan haciendo 80 años el resto de líderes del mundo libre: condenar el fascismo abierta y tajantemente en todos los foros habidos y por haber. Tanto Juan Carlos como ahora Felipe se han especializado en homenajear a los combatientes antifascistas fuera de España y jugar a una cómplice equidistancia, y a veces a algo peor, cuando toca hacerlo dentro de nuestras fronteras. Los hechos hablan por sí solos.
Nuestro actual rey presidió hace diez años el homenaje a La Nueve, la unidad de combatientes republicanos españoles exiliados que liberó París del yugo nazi. Lo hizo, sí, pero en un acto celebrado en la capital francesa. Felipe VI se había vestido de Doctor Jekyll. Un Doctor Jekyll que volvió a transformarse en Mister Hyde en cuanto atravesó los Pirineos. En su discurso de Nochebuena de 2016 hizo suyos los argumentos de la derecha extrema y de la extrema derecha para arremeter contra la Memoria Democrática: “Son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas”, dijo Felipe VI. Recordar a La Nueve en París y condenar el nazismo está bien, pero recuperar la memoria de las víctimas del franquismo en Madrid o Bilbao y censurar “nuestra” dictadura en Barcelona, Santiago o Sevilla agita viejos rencores y reabre heridas. Muy coherente.
Más allá de los antecedentes, el contexto en que se produce la visita real a Mauthausen no permite ser demasiado optimista. Felipe VI no ha participado ni una sola vez en la conmemoración del Día de Recuerdo y Homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la guerra y la dictadura que, desde 2022, se celebra cada 31 de octubre. El monarca tampoco vio con buenos ojos que el Gobierno decidiera realizar este año una serie de actos para conmemorar el 50º aniversario de la muerte de Franco. Primero se encargó de que los medios de comunicación conservadores supieran que él se había plantado ante Sánchez y se había negado a participar en ellos. Segundo, y por si había dudas, en su discurso de la Pascua Militar evitó leer un párrafo que tenía escrito en el que definía la dictadura franquista como “una página oscura de nuestra historia y un tiempo de división de los españoles”. Hyde solo volvió a transformarse en Jekyll a bordo del avión que le transportó durante 2.200 kilómetros para llegar hasta Auschwitz. Allí sí, el Doctor se vistió de riguroso luto y colocó una vela en recuerdo de las víctimas del Holocausto.
Este domingo Felipe VI tiene una oportunidad histórica para demostrar que ha dejado atrás esa especie de doble personalidad con que afronta la historia reciente de nuestro mundo. A diferencia de lo que han hecho Alemania y Francia, España aún no ha reconocido como Estado su responsabilidad en la deportación de esos miles de españoles a los campos nazis. Es hora de hacerlo y de condenar a TODOS los verdugos directos e indirectos, incluido Franco, que provocaron la muerte de casi 5.000 compatriotas solo en el campo de Mauthausen. Es hora, también, de empezar a practicar en casa lo que se exhibe fuera de ella. Si, tras su viaje a Austria, Felipe vuelve a España siendo Jekyll, lo único que habrá conseguido con su visita real habrá sido manchar la memoria de esos héroes y heroínas que acabaron en los campos de la muerte de Hitler por defender nuestra libertad.