Enciendan la luz, que quiero ver quién me atiza
Claro que la derecha aprovechará el envite para atacar sin freno a las renovables y defender a las nucleares -¿quién paga esta carísima ronda?-, pero esa trampa, a estas alturas, ya no caza ni al conejo más tonto de la partida. Se equivocará Feijóo, una vez más, si se empeña en esa tarea Lo tenían en la punta de los dedos. Pero son muy incompetentes y muy obtusos. El Partido Popular Europeo se reunía en España, y todos los pesos pesados de la derecha iban a dar el espaldarazo internacional a Alberto Núñez Feijóo. Pero el destino, tan juguetón, quiso otra cosa, y se llevó la magna reunión a Valencia, sede programada desde hacía muchos meses. Precisamente allí, donde dizque gobernar un truhan, importante dirigente del Partido Popular que responde al nombre de Carlos Mazón. El desastre era inevitable. ¿Cómo hablar de otra cosa en aquellas tierras, que no sea la gran DANA, tan sólo seis meses después de que se registraran 227 muertos ante la incapacidad manifiesta de ese señor que se aferra al cargo de president bajo el paraguas de Núñez Feijóo? ¿Cómo evitar que todos los valencianos, sea cual sea su bandera política, echen pestes de un señor que todavía ha sido incapaz de decir dónde estaba y qué hacía mientras sus vecinos de Paiporta, un ejemplo, se ahogaban en un barro asesino? Claro que les falló la sucia y estúpida maniobra de intentar comparar el apagón con la riada. A lo mejor falló Mazón con la DANA, pero ha sido peor lo de Sánchez con el fundido a negro, venían a decir los heraldos del PP, tontos unos y necios los otros. Así que pasaron por España los Merz, los Weber o la Von der Leyen con pena y sin gloria, cómo se nos parecía Alberto Núñez Feijóo a Pepe Isbert: “Os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a dar”. Pero nunca llegó ni una primera explicación -por qué tenemos que aguantar a este bribón mentiroso, el susodicho Mazón-, pero tampoco Núñez ilustró a la concurrencia sobre la segunda cuestión que sobrevolaba el Congreso: ¿Es posible romper con la ultraderecha de Abascal? Vivo gracias a ellos, tendría que contar, porque si les suelto me voy al fondo. Con los peces abisales, y a ver cómo explico esta farsa que vivimos a señores tan encopetados. Volveremos a ello. Tampoco a Isabel Díaz Ayuso, disfrazada de banderona de la plaza de Colón le salió bien la jugada. Deslucido el 2 de mayo por un tiempo que no conoce ideologías, la reina del vermú quiso agarrar al vuelo la novena del fallo eléctrico y se perdió en las exageraciones propias de su ánimo trumpista para intentar, de nuevo, confrontar con Pedro Sánchez. Pero cuando toda la artillería conceptual se reduce, al igual que sus colegas Cuca Gamarra, Miguel Tellado o Borja Sémper, a gritar de forma histérica el mantra “la culpa es de Pedro Sánchez” tienen el mismo efecto que en los cines antiguos aquellos vendedores que pasaban por los pasillos recitando a voz en cuello “hay chicle, patatas fritas, bombón helado”. Ni tan siquiera supieron aprovechar el desconcierto que produjo en el Gobierno el gran apagón. Porque pasmo y estupefacción hubo en La Moncloa y en todos y cada uno de los ministerios, por no hablar de los organismos encargados de la cosa, comenzando por Red Eléctrica, como no podía ser de otra manera. Llevábamos meses presumiendo, pecho fuera, de que somos los amos del universo en temas energéticos, y de pronto se nos esfuman “durante cinco segundos 15 gigavatios de la red eléctrica, lo que equivale al 60 % de la energía que se estaba consumiendo”, que nos dijo Pedro Sánchez. Alehoop, ahora estaban y ya no están, a dónde han ido, que yo no he sido. Tras el fiasco de la falta de comunicación, el CIS de Tezanos lo refrenda, el presidente tendrá una oportunidad de oro en la sesión del Congreso de mañana, miércoles, para explicar qué pasó ese mediodía, a qué se debió el fallo y qué se está haciendo para evitar nuevos apagones. Le van a llover venablos desde todos los acimuts, y Sánchez tendrá que medir bien las respuestas, que además de ilustrar a los grupos políticos se va a dirigir a todos los ciudadanos, deseosos de saber qué pasó y quién o quiénes fueron los responsables. Y si aún no lo sabemos con absoluta certeza, puede haber razones técnicas para ello que los legos en estas materias desconocemos, está obligado a explicar esa demora con claridad y transparencia, tal que si fuera la fuente del Avellano. Prepárese bien la comparecencia, que vienen curvas. Si ha habido algún error, sea el primero en denunciarlo, no espere ni un segundo. Y cuidado, que la guerra contra las eléctricas no es una drea de barrio. Sólo se admiten muertos. Claro que la derecha aprovechará el envite para atacar sin freno a las renovables y defender a las nucleares - ¿quién paga esta carísima ronda? -, pero esa trampa, a estas alturas, ya no caza ni al conejo más tonto de la partida. Se equivocará Feijóo, una vez más, si se empeña en esa tarea. También tendremos que aguantar la grosería de

Claro que la derecha aprovechará el envite para atacar sin freno a las renovables y defender a las nucleares -¿quién paga esta carísima ronda?-, pero esa trampa, a estas alturas, ya no caza ni al conejo más tonto de la partida. Se equivocará Feijóo, una vez más, si se empeña en esa tarea
Lo tenían en la punta de los dedos. Pero son muy incompetentes y muy obtusos. El Partido Popular Europeo se reunía en España, y todos los pesos pesados de la derecha iban a dar el espaldarazo internacional a Alberto Núñez Feijóo. Pero el destino, tan juguetón, quiso otra cosa, y se llevó la magna reunión a Valencia, sede programada desde hacía muchos meses. Precisamente allí, donde dizque gobernar un truhan, importante dirigente del Partido Popular que responde al nombre de Carlos Mazón. El desastre era inevitable. ¿Cómo hablar de otra cosa en aquellas tierras, que no sea la gran DANA, tan sólo seis meses después de que se registraran 227 muertos ante la incapacidad manifiesta de ese señor que se aferra al cargo de president bajo el paraguas de Núñez Feijóo? ¿Cómo evitar que todos los valencianos, sea cual sea su bandera política, echen pestes de un señor que todavía ha sido incapaz de decir dónde estaba y qué hacía mientras sus vecinos de Paiporta, un ejemplo, se ahogaban en un barro asesino? Claro que les falló la sucia y estúpida maniobra de intentar comparar el apagón con la riada.
A lo mejor falló Mazón con la DANA, pero ha sido peor lo de Sánchez con el fundido a negro, venían a decir los heraldos del PP, tontos unos y necios los otros. Así que pasaron por España los Merz, los Weber o la Von der Leyen con pena y sin gloria, cómo se nos parecía Alberto Núñez Feijóo a Pepe Isbert: “Os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a dar”. Pero nunca llegó ni una primera explicación -por qué tenemos que aguantar a este bribón mentiroso, el susodicho Mazón-, pero tampoco Núñez ilustró a la concurrencia sobre la segunda cuestión que sobrevolaba el Congreso: ¿Es posible romper con la ultraderecha de Abascal? Vivo gracias a ellos, tendría que contar, porque si les suelto me voy al fondo. Con los peces abisales, y a ver cómo explico esta farsa que vivimos a señores tan encopetados. Volveremos a ello.
Tampoco a Isabel Díaz Ayuso, disfrazada de banderona de la plaza de Colón le salió bien la jugada. Deslucido el 2 de mayo por un tiempo que no conoce ideologías, la reina del vermú quiso agarrar al vuelo la novena del fallo eléctrico y se perdió en las exageraciones propias de su ánimo trumpista para intentar, de nuevo, confrontar con Pedro Sánchez. Pero cuando toda la artillería conceptual se reduce, al igual que sus colegas Cuca Gamarra, Miguel Tellado o Borja Sémper, a gritar de forma histérica el mantra “la culpa es de Pedro Sánchez” tienen el mismo efecto que en los cines antiguos aquellos vendedores que pasaban por los pasillos recitando a voz en cuello “hay chicle, patatas fritas, bombón helado”. Ni tan siquiera supieron aprovechar el desconcierto que produjo en el Gobierno el gran apagón.
Porque pasmo y estupefacción hubo en La Moncloa y en todos y cada uno de los ministerios, por no hablar de los organismos encargados de la cosa, comenzando por Red Eléctrica, como no podía ser de otra manera. Llevábamos meses presumiendo, pecho fuera, de que somos los amos del universo en temas energéticos, y de pronto se nos esfuman “durante cinco segundos 15 gigavatios de la red eléctrica, lo que equivale al 60 % de la energía que se estaba consumiendo”, que nos dijo Pedro Sánchez. Alehoop, ahora estaban y ya no están, a dónde han ido, que yo no he sido. Tras el fiasco de la falta de comunicación, el CIS de Tezanos lo refrenda, el presidente tendrá una oportunidad de oro en la sesión del Congreso de mañana, miércoles, para explicar qué pasó ese mediodía, a qué se debió el fallo y qué se está haciendo para evitar nuevos apagones. Le van a llover venablos desde todos los acimuts, y Sánchez tendrá que medir bien las respuestas, que además de ilustrar a los grupos políticos se va a dirigir a todos los ciudadanos, deseosos de saber qué pasó y quién o quiénes fueron los responsables. Y si aún no lo sabemos con absoluta certeza, puede haber razones técnicas para ello que los legos en estas materias desconocemos, está obligado a explicar esa demora con claridad y transparencia, tal que si fuera la fuente del Avellano. Prepárese bien la comparecencia, que vienen curvas. Si ha habido algún error, sea el primero en denunciarlo, no espere ni un segundo. Y cuidado, que la guerra contra las eléctricas no es una drea de barrio. Sólo se admiten muertos. Claro que la derecha aprovechará el envite para atacar sin freno a las renovables y defender a las nucleares - ¿quién paga esta carísima ronda? -, pero esa trampa, a estas alturas, ya no caza ni al conejo más tonto de la partida. Se equivocará Feijóo, una vez más, si se empeña en esa tarea. También tendremos que aguantar la grosería de Abascal, retozando en la cochiquera, que ahora cree que es de muy machos llamar cretino o capullo al presidente del Gobierno. Zafio y faltón.
Y mientras estas cosas ocurren aquí, en este patio cordobés lleno de flores, en el mundo todo anda manga por hombro, que ese payaso Trump, hoy grito, mañana amenazo, esta noche me pongo una gorra y a media tarde me visto de Papa, hay que ver qué risa, está haciendo saltar las costuras de un universo que ya tenía grietas como mi brazo. Nos importa, y mucho, ver cómo se desarrollan por ahí las elecciones democráticas, aunque sean parciales. En el Reino Unido, por ejemplo, la opción trumpiana, y receptora de millones de dólares donados graciosamente por Elon Musk - ¡qué personaje“! - del neofascista Nigel Farage ha subido muchos enteros. Y por ahí están los rumanos. Pero en Canadá ha triunfado el liberal Mark Carney, gracias a aparecer ante el electorado como la oposición a Trump, ese enemigo feroz. También ha ganado la socialdemocracia en Finlandia y Australia, que es verdad que están lejísimos de nosotros.
Atentos. La Oficina Federal de Alemania para la Protección de la Constitución ha llegado a la conclusión de que el partido de ultraderecha AfD es “extremista”, sobre todo por su condición de racista y antimusulmana, probada por los hechos que todo el mundo conoce, lo que abre un abanico al próximo gobierno de coalición de populares y socialdemócratas – ¡esa patata sí que quema! - para autorizar medidas de enorme envergadura, como escuchas telefónicas, retirada de fondos públicos, y hasta ilegalizar al AfD y dejarlo fuera de las futuras elecciones. Ya tendrá que trabajar Núñez Feijóo, ya, como decíamos más arriba, para convencer a sus socios europeos de que Vox, su líder y sus aguerridos dirigentes son unos demócratas de tomo y lomo, tan tolerantes y piadosos como el mismísimo Francisco de Asís. No se rían, que la cosa va en serio.
Pero todo tiene su aquel, y lo que realmente vemos ante nuestros ojos, izquierdos y derechos, en todos esos comicios que comentábamos, es que vivimos una guerra sin cuartel, donde hay que batirse el cobre, que nada nos vendrá dado. Las únicas partidas que seguro que se pierden son las que no se juegan. La ultraderecha es poderosa, muy poderosa, pero los partidos democráticos tienen mucho peso y muchos ciudadanos a las espaldas que no están dispuestos a someterse a los designios de esta ultraderecha que tantos tics copia del fascismo. Lo peor es dejarse amedrentar por los gánsteres, y como en las películas de Robert Mitchum, de Al Pacino o incluso de Brad Pritt o Gael Bernal, hay que defender el honor hasta la última gota de nuestra sangre, que puestos a dramatizar no hay quien gane al Ojo.
De ahí que sigamos, otra semana más, clamando contra el genocidio de Gaza, de nuevo ante otra dolorosa hambruna causada por la ferocidad del gobierno de Benjamin Netanyahu, tontos seríamos si no supiéramos que cuenta con un nutrido electorado entre los ciudadanos israelíes que odian a los palestinos, el gigantesco soporte estadounidense y la culpable e indecente parálisis europea. ¿Naciones Unidas? Tal es el desprecio de Trump ante la sociedad de naciones que ha enviado como embajador a Nueva York a Mike Waltz, el tarambana que tenía de asesor de seguridad nacional que se saltó de forma estúpida los mínimos requisitos de reserva que conllevaba su cargo. Así que dijo Trump, éste es tonto, le mando a Naciones Unidas. Muito obrigado, le habrá dicho Antonio Gutérres, jurando en arameo por lo bajini.
Y ya que hablamos de blasfemias, ¿cómo llevan los cardenales la cosa de elegir al nuevo jefe? ¿Dice algo el Espíritu Santo? ¿Ha dado ya alguna rueda de prensa?
Adenda (hoy, inusualmente larga). Eladio es un hombre sabio, y a pesar de ello, amigo del Ojo. Suya es la recomendación de un libro breve, 144 páginas, El orden del día, de Éric Vuillard, editado por Tusquets. Primer párrafo de la sinopsis: “En febrero de 1933, en el Reichstag tuvo lugar una reunión secreta, que no estaba en el orden del día, en la que los industriales alemanes —entre los que se contaban los dueños de Opel, Krupp, Siemens, IG Farben, Bayer, Telefunken, Agfa y Varta— donaron ingentes cantidades a Hitler”. ¿Les suena actual, quizá les evoca la corte de multimillonarios que han cebado con montañas de dólares a Trump, el salvaje? Más adelante, el librito recuerda la entrevista del propio Hitler con el canciller austriaco Kurt Schuchnigg del 12 de febrero de 1938, justo un mes antes de la Anschluss, la invasión alemana de Austria. Hitler maltrata a Schuchnigg de manera brutal. Exacto, como Trump a Zelenski. Se cuenta después la bochornosa reunión en Múnich del dictador italiano Benito Mussolini, Adolf Hitler, el primer ministro británico, Arthur Neville Chamberlain, y su homólogo francés, Édouard Daladier. ¡Qué vergüenza aquella rendición de las democracias al tirano! Vuillard concluye: “Nunca se cae dos veces en el mismo abismo. Pero siempre se cae de la misma manera, con una mezcla de ridículo y de pavor”.
Casi cien años después, miren a su alrededor. Tal cual.