En 1953 Estados Unidos decidió poner una base naval en Rota. Ahora la instalación mira a su futuro con incertidumbre
Cuando Europa habló semanas atrás de rearme se sucedieron una serie de noticias que daban fe de la situación. Primero fue Alemania a través de la todopoderosa Rheinmetall y con Volkswagen en la ecuación “ayudando”, luego incluso España con alguna fábrica de componentes en el País Vasco. En Francia volvió a sonar con fuerza un plan de la Guerra Fría para “diversificar” su paraguas nuclear. Y si ninguna de estas propuestas salía adelante, a Europa siempre le quedaría la base naval de Rota en España. Hasta ahora. Incertidumbre en un punto clave. La historia la contaba esta mañana el Financial Times. En la tranquila localidad costera de Rota, al sur de España, la presencia imponente de destructores estadounidenses rompe la postal idílica. Este antiguo pueblo agrícola alberga hoy la base naval más importante de Estados Unidos en Europa, la pieza clave del escudo antimisiles que protege al continente. Ocurre que algo parece haber cambiado de un tiempo a esta parte. Se había prometido una sexta embarcación en 2022, pero la reelección de Donald Trump ha disparado las alarmas sobre un inminente recorte de tropas estadounidenses, en línea con su narrativa de que Europa debe dejar de depender de Washington para su seguridad. En números, esta “inquietud” alcanza a los cerca de 84.000 soldados desplegados en al menos 38 bases europeas, todas herencias de la Segunda Guerra Mundial, pero cuya continuidad ahora está en entredicho. En Espinof La película de ciencia ficción que lleva 2 meses seguidos siendo número 1 mundial en streaming Rota, símbolo y vulnerabilidad. La base de Rota fue el fruto de un pacto firmado en 1953 entre Dwight Eisenhower y Franco. Aquel acuerdo hoy es un complejo de dimensiones estratégicas que incluye pista aérea, tres muelles y la mayor instalación de armas y combustible del Pentágono en Europa. Su ubicación, cerca del estrecho de Gibraltar, la convierte en un nodo fundamental para proyectar poder militar hacia el Mediterráneo, el norte de África y Oriente Medio. Además, su estatus oficial como instalación naval española “de uso conjunto” obliga a Estados Unidos a coordinar ciertos movimientos con Madrid, lo que añade una capa de complejidad a su operativa. Con todo, contaba el FT que para muchos militares estadounidenses, Rota es considerada poco menos que un destino soñado debido a su alta calidad de vida y una economía local profundamente influida por la base: dos tercios de la actividad económica de la ciudad dependen de ella, y empresas españolas como Navantia mantienen contratos millonarios con la Marina de Estados Unidos. El portaaviones de la Armada Española Dédalo (R-01) amarrado en un muelle de la Base Naval de Rota en 1976 El factor Trump. Pero como decíamos, la postal idílica parece estar viviendo una época de incertidumbre con la reelección de Trump. Las señales contradictorias desde Washington han sembrado inquietud. Mientras el secretario de Estado Marco Rubio calificó de “histeria” los rumores sobre posibles recortes, el secretario de Defensa Pete Hegseth advirtió que la protección estadounidense no sería eterna. Preocupación. La preocupación es que, ante cualquier desencuentro (aquí el abanico es amplio, desde represalias comerciales, apoyo europeo a Ucrania o el rechazo a propuestas geopolíticas como la adquisición de Groenlandia), Trump pueda decidir reducir drásticamente el despliegue militar en Europa, incluso de forma unilateral. El magnate ya ha mostrado desdén por los compromisos históricos de la OTAN y ha fustigado con frecuencia el escaso gasto en defensa de sus socios europeos, siendo España uno de los más rezagados. Además, el presidente Pedro Sánchez ha confrontado a Trump en diversos frentes, desde su reciente postura sobre China hasta su condena a la ofensiva israelí en Gaza, lo que eleva el riesgo político para la base de Rota. Europa sin escudo. Si nos ceñimos a números, la base de Rota alberga actualmente a 2.800 soldados estadounidenses, incluyendo unidades en el mar, y su flota de destructores (dotados de esos sistemas para interceptar misiles balísticos) representa una capacidad móvil sin equivalente en Europa. Aunque los lanzadores fijos de Polonia y Rumanía podrían asumir parte del escudo antimisiles, la marina europea carece de una alternativa real al poderío de los navíos estadounidenses estacionados en España. De ahí que la OTAN, aunque nominalmente propietaria del sistema, dependa en gran medida de la infraestructura militar de Estados Unidos para su defensa colectiva. La estrategia europea, por ahora, ha consistido en ir ganando independencia militar de forma gradual, pero aún se encuentra lejos de poder llenar el vacío que dejaría un repliegue estadounidense abrupto. De nuevo, ese rearme adquiere más importancia. Alternativas: Marruecos. Frente a la posibilidad de una ruptura, contaba el

Cuando Europa habló semanas atrás de rearme se sucedieron una serie de noticias que daban fe de la situación. Primero fue Alemania a través de la todopoderosa Rheinmetall y con Volkswagen en la ecuación “ayudando”, luego incluso España con alguna fábrica de componentes en el País Vasco. En Francia volvió a sonar con fuerza un plan de la Guerra Fría para “diversificar” su paraguas nuclear. Y si ninguna de estas propuestas salía adelante, a Europa siempre le quedaría la base naval de Rota en España.
Hasta ahora.
Incertidumbre en un punto clave. La historia la contaba esta mañana el Financial Times. En la tranquila localidad costera de Rota, al sur de España, la presencia imponente de destructores estadounidenses rompe la postal idílica. Este antiguo pueblo agrícola alberga hoy la base naval más importante de Estados Unidos en Europa, la pieza clave del escudo antimisiles que protege al continente.
Ocurre que algo parece haber cambiado de un tiempo a esta parte. Se había prometido una sexta embarcación en 2022, pero la reelección de Donald Trump ha disparado las alarmas sobre un inminente recorte de tropas estadounidenses, en línea con su narrativa de que Europa debe dejar de depender de Washington para su seguridad. En números, esta “inquietud” alcanza a los cerca de 84.000 soldados desplegados en al menos 38 bases europeas, todas herencias de la Segunda Guerra Mundial, pero cuya continuidad ahora está en entredicho.
Rota, símbolo y vulnerabilidad. La base de Rota fue el fruto de un pacto firmado en 1953 entre Dwight Eisenhower y Franco. Aquel acuerdo hoy es un complejo de dimensiones estratégicas que incluye pista aérea, tres muelles y la mayor instalación de armas y combustible del Pentágono en Europa. Su ubicación, cerca del estrecho de Gibraltar, la convierte en un nodo fundamental para proyectar poder militar hacia el Mediterráneo, el norte de África y Oriente Medio.
Además, su estatus oficial como instalación naval española “de uso conjunto” obliga a Estados Unidos a coordinar ciertos movimientos con Madrid, lo que añade una capa de complejidad a su operativa. Con todo, contaba el FT que para muchos militares estadounidenses, Rota es considerada poco menos que un destino soñado debido a su alta calidad de vida y una economía local profundamente influida por la base: dos tercios de la actividad económica de la ciudad dependen de ella, y empresas españolas como Navantia mantienen contratos millonarios con la Marina de Estados Unidos.

El factor Trump. Pero como decíamos, la postal idílica parece estar viviendo una época de incertidumbre con la reelección de Trump. Las señales contradictorias desde Washington han sembrado inquietud. Mientras el secretario de Estado Marco Rubio calificó de “histeria” los rumores sobre posibles recortes, el secretario de Defensa Pete Hegseth advirtió que la protección estadounidense no sería eterna.
Preocupación. La preocupación es que, ante cualquier desencuentro (aquí el abanico es amplio, desde represalias comerciales, apoyo europeo a Ucrania o el rechazo a propuestas geopolíticas como la adquisición de Groenlandia), Trump pueda decidir reducir drásticamente el despliegue militar en Europa, incluso de forma unilateral. El magnate ya ha mostrado desdén por los compromisos históricos de la OTAN y ha fustigado con frecuencia el escaso gasto en defensa de sus socios europeos, siendo España uno de los más rezagados.
Además, el presidente Pedro Sánchez ha confrontado a Trump en diversos frentes, desde su reciente postura sobre China hasta su condena a la ofensiva israelí en Gaza, lo que eleva el riesgo político para la base de Rota.
Europa sin escudo. Si nos ceñimos a números, la base de Rota alberga actualmente a 2.800 soldados estadounidenses, incluyendo unidades en el mar, y su flota de destructores (dotados de esos sistemas para interceptar misiles balísticos) representa una capacidad móvil sin equivalente en Europa. Aunque los lanzadores fijos de Polonia y Rumanía podrían asumir parte del escudo antimisiles, la marina europea carece de una alternativa real al poderío de los navíos estadounidenses estacionados en España.
De ahí que la OTAN, aunque nominalmente propietaria del sistema, dependa en gran medida de la infraestructura militar de Estados Unidos para su defensa colectiva. La estrategia europea, por ahora, ha consistido en ir ganando independencia militar de forma gradual, pero aún se encuentra lejos de poder llenar el vacío que dejaría un repliegue estadounidense abrupto. De nuevo, ese rearme adquiere más importancia.
Alternativas: Marruecos. Frente a la posibilidad de una ruptura, contaba el FT que algunas voces sugieren que Estados Unidos podría trasladar parte de sus operaciones a Marruecos, país que reforzó su vínculo con la administración Trump al normalizar relaciones con Israel en 2020. Con instalaciones menos comprometidas políticamente y mayor sintonía diplomática, Marruecos se perfilaría como un posible reemplazo logístico para Rota.
Es más, al parecer, desde el Foreign Policy Research Institute advierten que, si el gobierno español sobreestima su valor estratégico o subestima el nivel de irritación que puede generar en Trump, las consecuencias podrían ser inmediatas y profundas.
Futuro incierto. Así las cosas, y aunque por ahora la base sigue expandiéndose y recibiendo inversiones, los rumores de recorte sobrevuelan la instalación. El medio estadounidense comentaba que los residentes estadounidenses en Rota intentan mantener la calma y, mientras tanto, Europa observa con inquietud una situación que trasciende la geopolítica local y plantea un dilema existencial para la propia defensa continental.
La transición hacia una mayor autosuficiencia defensiva europea, ahora sí, parece más acusada que nunca, pero mientras esa transformación madura o se hace efectiva, la sombra de un giro inesperado bajo la segunda presidencia de Trump se cierne sobre el litoral gaditano. En juego, la pieza clave del escudo antimisiles que protege al viejo continente.
Imagen | Armada, U.S. DefenseImagery
En Xataka | En plena Guerra Fría, Francia diseñó un plan de rearme nuclear para Europa. Ahora vuelve a sonar con fuerza
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En 1953 Estados Unidos decidió poner una base naval en Rota. Ahora la instalación mira a su futuro con incertidumbre
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Xataka
por
Miguel Jorge
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