El colmo de los disparates del
Barça de baloncesto de la actual temporada fue tener que jugarse la vida en la
Euroliga, en el
Palau, el mismo día que el equipo de
Flick disputaba el pase a la final de la
Champions en
Montjuïc. No se solapó el horario de los partidos pero, en cualquier caso, si a las 21 horas salías anoche del
Palau no llegabas al fútbol hasta el descanso. Un agravio para quien paga las dos entradas. Las butacas vacías, en la zona de los abonados del
Palau, demuestra que el culé prefirió la ilusión por el fútbol que el sufrimiento por el baloncesto.
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