Marvel, así sí. 'Thunderbolts*' es el claro ejemplo de cómo una intención discursiva y unos buenos personajes están por encima de cualquier exhibición de músculo CGI

Como no podía ser menos tratándose de de una franquicia multimillonaria que lleva reventando taquillas y ocupando buena parte de la conversación desde que debutó hace ya 17 años con la seminal 'Iron Man' de Jon Favreau, el Universo Cinematográfico de Marvel ha sido objeto de debates marcados por exabruptos próximos al absurdo que han llegado a poner en duda si las producciones que lo conforman deberían ser catalogadas o no como "cine". Personalmente, como defensor de cualquier tipo de producto, desde el blockbuster más descerebrado y formulario hasta la pieza más sesuda y experimental, siempre descartaré sistemáticamente las afirmaciones de ese corte. No obstante, si debo subrayar que, a excepción de anomalías recientes como pueden ser 'Guardianes de la Galaxia Vol. 3', en Marvel Studios llevaban una buena temporada sin hacer una película con cara y ojos. En Espinof Creo que a Marvel le va a costar salir de la peor decisión de su vida, cuando confiaron en la cantidad por encima de la calidad Una vez concluyó la Saga del Infinito, y esto se ha comentado en no pocas ocasiones, el proyecto parece haber estado a la deriva entre complejidades cuánticas, caos multiversales y cacaos cósmicos, pero la llegada de 'Thunderbolts*' ha enderezado el timón sorprendentemente —que no plenamente— siguiendo esa infalible premisa del KISS —Keep It Simple, Stupid—, que insta a simplificarlo todo, y regresando a sus orígenes... para bien y para mal. Las cosas claras y el chocolate espeso Probablemente, uno de los mayores males que han invitado a muchos a bajarse del barco del MCU han sido esas historias de transición que parecen más anticipos de lo que está por venir que unidades dramáticas consistentes dentro de una narrativa a gran escala. Por suerte, 'Thunderbolts*' hace gala de dos elementos indispensables que deben hacer acto de presencia en todo buen largometraje que se precie, independientemente de su género o presupuesto. El primero de ellos es una intención discursiva. El director Jake Schreier y los guionistas Eric Pearson y Joanna Calo dejan claro que tienen cosas que contar y temas que explorar, ya sea con mayor o menos complejidad, en un par de horas que equilibran perfectamente esa esencia pijamera que tiende a estar compuesta por un 50% de aventura y un 50% de moralina para toda la familia que, pese a todo, funciona sin problemas. El segundo, aún por encima del anterior, no es otro que un tratamiento de personajes por encima de la media en producciones homólogas. Los esfuerzos del realizador y los escribas a la hora de moldear un grupo de antihéroes con un mínimo de calado psicológico y un arco dramático sólido —más colectivo que individual, todo sea dicho— son más que palpables, y derivan en lo que, además del gran reclamo de la cinta, se eleva como el ancla perfecta entre la ficción y el público. Junto a ambos factores encontramos el inesperado retorno de una acción más práctica y física que, sin renunciar a los recursos y escenas digitales de rigor, nos deja unas set pieces pulidas y cuidadas en lo que respecta a coreografías, planificación y montaje. Un componente que cierra un trío de pilares que sostiene el conjunto de espectáculo, emoción y poso con acierto, pero lejos de la siempre anhelada perfección. Fresca, pero no tanto Y es que, aunque 'Thunderbolts*' se perciba como el largo marvelita más fresco en una larga temporada, especialmente después de la pirueta con doble tirabuzón que justifica con mucho tino el asterisco del título en su recta final, no deja de ser el enésimo batiburrillo de los tropos de siempre que, eso sí, se digiere con facilidad y no poco gusto. Estos, que van más allá hasta rozar el tópico por momentos, afectan directamente a todo lo mencionado con anterioridad, y van desde el manido discurso sobre el poder de la amistad y el trabajo en equipo para sobreponerse a cualquier adversidad a los no pocos clichés sobre el trauma, la soledad y su complicada gestión, que terminan simplificando a algunos de los personajes con mayor potencial para despuntar. En Espinof El MCU y el FOMO: por qué sigo enganchado a los superhéroes de Marvel pese a estar saturado En última instancia, lo más decepcionante acaba siendo el modo en que un actioner de enemigos mortales condenados a entenderse termina mutando en una especie de remake autoconsciente —y, en cierto modo, justificado— de 'Los Vengadores' y cayendo en los mismos esquemas y estructuras vistos una y mil veces; elevando la escala del conflicto mucho más allá de lo terrenal y dejando un sabor a déjà vu imprevisible durante los dos primeros tercios de la proyección. Pese a todo, 'Thunderbolts*' termina alzándose como una grata sorpresa en la que Florence Pugh nos ayuda a olvidar lo insoportable que

May 1, 2025 - 18:06
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Marvel, así sí. 'Thunderbolts*' es el claro ejemplo de cómo una intención discursiva y unos buenos personajes están por encima de cualquier exhibición de músculo CGI

Marvel, así sí. 'Thunderbolts*' es el claro ejemplo de cómo una intención discursiva y unos buenos personajes están por encima de cualquier exhibición de músculo CGI

Como no podía ser menos tratándose de de una franquicia multimillonaria que lleva reventando taquillas y ocupando buena parte de la conversación desde que debutó hace ya 17 años con la seminal 'Iron Man' de Jon Favreau, el Universo Cinematográfico de Marvel ha sido objeto de debates marcados por exabruptos próximos al absurdo que han llegado a poner en duda si las producciones que lo conforman deberían ser catalogadas o no como "cine".

Personalmente, como defensor de cualquier tipo de producto, desde el blockbuster más descerebrado y formulario hasta la pieza más sesuda y experimental, siempre descartaré sistemáticamente las afirmaciones de ese corte. No obstante, si debo subrayar que, a excepción de anomalías recientes como pueden ser 'Guardianes de la Galaxia Vol. 3', en Marvel Studios llevaban una buena temporada sin hacer una película con cara y ojos.

Una vez concluyó la Saga del Infinito, y esto se ha comentado en no pocas ocasiones, el proyecto parece haber estado a la deriva entre complejidades cuánticas, caos multiversales y cacaos cósmicos, pero la llegada de 'Thunderbolts*' ha enderezado el timón sorprendentemente —que no plenamente— siguiendo esa infalible premisa del KISS —Keep It Simple, Stupid—, que insta a simplificarlo todo, y regresando a sus orígenes... para bien y para mal.

Las cosas claras y el chocolate espeso

Probablemente, uno de los mayores males que han invitado a muchos a bajarse del barco del MCU han sido esas historias de transición que parecen más anticipos de lo que está por venir que unidades dramáticas consistentes dentro de una narrativa a gran escala. Por suerte, 'Thunderbolts*' hace gala de dos elementos indispensables que deben hacer acto de presencia en todo buen largometraje que se precie, independientemente de su género o presupuesto.

El primero de ellos es una intención discursiva. El director Jake Schreier y los guionistas Eric Pearson y Joanna Calo dejan claro que tienen cosas que contar y temas que explorar, ya sea con mayor o menos complejidad, en un par de horas que equilibran perfectamente esa esencia pijamera que tiende a estar compuesta por un 50% de aventura y un 50% de moralina para toda la familia que, pese a todo, funciona sin problemas.

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El segundo, aún por encima del anterior, no es otro que un tratamiento de personajes por encima de la media en producciones homólogas. Los esfuerzos del realizador y los escribas a la hora de moldear un grupo de antihéroes con un mínimo de calado psicológico y un arco dramático sólido —más colectivo que individual, todo sea dicho— son más que palpables, y derivan en lo que, además del gran reclamo de la cinta, se eleva como el ancla perfecta entre la ficción y el público.

Junto a ambos factores encontramos el inesperado retorno de una acción más práctica y física que, sin renunciar a los recursos y escenas digitales de rigor, nos deja unas set pieces pulidas y cuidadas en lo que respecta a coreografías, planificación y montaje. Un componente que cierra un trío de pilares que sostiene el conjunto de espectáculo, emoción y poso con acierto, pero lejos de la siempre anhelada perfección.

Fresca, pero no tanto

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Y es que, aunque 'Thunderbolts*' se perciba como el largo marvelita más fresco en una larga temporada, especialmente después de la pirueta con doble tirabuzón que justifica con mucho tino el asterisco del título en su recta final, no deja de ser el enésimo batiburrillo de los tropos de siempre que, eso sí, se digiere con facilidad y no poco gusto.

Estos, que van más allá hasta rozar el tópico por momentos, afectan directamente a todo lo mencionado con anterioridad, y van desde el manido discurso sobre el poder de la amistad y el trabajo en equipo para sobreponerse a cualquier adversidad a los no pocos clichés sobre el trauma, la soledad y su complicada gestión, que terminan simplificando a algunos de los personajes con mayor potencial para despuntar.

En última instancia, lo más decepcionante acaba siendo el modo en que un actioner de enemigos mortales condenados a entenderse termina mutando en una especie de remake autoconsciente —y, en cierto modo, justificado— de 'Los Vengadores' y cayendo en los mismos esquemas y estructuras vistos una y mil veces; elevando la escala del conflicto mucho más allá de lo terrenal y dejando un sabor a déjà vu imprevisible durante los dos primeros tercios de la proyección.

Pese a todo, 'Thunderbolts*' termina alzándose como una grata sorpresa en la que Florence Pugh nos ayuda a olvidar lo insoportable que puede ser el Red Guardian de David Harbour mientras eleva una comedia de acción que no convertirá a los ateos en creyentes, pero que deja claro que, cuando hay una intención y una visión clara detrás, Kevin Feige y compañía saben hacer películas con todas las de la ley y no simples sacacuartos sin sustancia.

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La noticia Marvel, así sí. 'Thunderbolts*' es el claro ejemplo de cómo una intención discursiva y unos buenos personajes están por encima de cualquier exhibición de músculo CGI fue publicada originalmente en Espinof por Víctor López G. .