Pedro Crespo y los demás: Séptima Parte de Comedias de Calderón

El importante editor Juan (?) de Vera Tassis se esforzó en hacernos llegar nueve partes de las comedias de don Pedro Calderón, amén de una décima que nunca llegó a salir, y que suponen el primer legado impreso de las 108 obras de nuestro dramaturgo. Arellano ha fijado y pulido el texto presente tomando en... Leer más La entrada Pedro Crespo y los demás: Séptima Parte de Comedias de Calderón aparece primero en Zenda.

May 1, 2025 - 06:40
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Pedro Crespo y los demás: Séptima Parte de Comedias de Calderón

La excelsa colección de comedias calderonianas de la Biblioteca Castro llega a su Séptima Parte para atestiguar la vigencia del teatro del autor madrileño y su grandeza poética, en una cuidada edición del profesor Ignacio Arellano, uno de los grandes estudiosos de nuestro teatro aurisecular y referente en la edición crítica de los autos sacramentales y las comedias de Calderón.

El importante editor Juan (?) de Vera Tassis se esforzó en hacernos llegar nueve partes de las comedias de don Pedro Calderón, amén de una décima que nunca llegó a salir, y que suponen el primer legado impreso de las 108 obras de nuestro dramaturgo. Arellano ha fijado y pulido el texto presente tomando en consideración distintas ediciones posteriores, cotejando las variantes según las prínceps, pero teniendo la Séptima Parte de las comedias calderonianas de Vera Tassis como base. El volumen hará las delicias de teatreros y lectores al agavillar de nuevo estas obras en cuidada edición moderna, demostrando el profundo conocimiento que tenía Calderón no solo del teatro, el público y demás aparato escénico, sino de la condición humana.

"Calderón demuestra un dominio de la tensión sicológica de los personajes, sobrevolando el silencio como medio para ocultar la verdad y reduciendo las vidas de los personajes a un final lastimoso"

De esta manera, el lector se enfrenta a doce piezas de variada temática y mimbres dramáticos que pasan desde la comedia de capa y espada al drama de honor, la hagiografía, la historia nacional o la mitología clásica. Abre el volumen Auristela y Lisidante, comedia caballeresca representada en el Coliseo del Buen Retiro ante sus majestades, cuya trama política se entrevera con distintas relaciones amorosas clásicas de las obras de enredo, con ciertas notas bizantinas. También conflicto bélico y amatorio se dan la mano en El segundo Scipión, basada en las gestas del joven militar y poeta elogiado por Tito Livio en su Historia de Roma con abundante aparato escénico para su representación palaciega en 1676, sirviendo el militar romano como ejemplo de gobierno para el joven Carlos II, que contemplaba los fastos teatrales con apenas quince años. Trasunto histórico tiene de igual modo Darlo todo y no dar nada, escrita para el cumpleaños de la reina Mariana, una evocación del emperador Alejandro Magno y sus amores por Campaspe, de la que el pintor Apeles cayó perdidamente enamorado. La leyenda cuenta cómo la grandeza del mandatario llega hasta el punto de primar la amistad sobre el amor, cediendo a su amigo la mano de la bella mujer, regresando a ese tema fetiche de los Siglos de Oro que es el control de las pulsiones y el dominio de uno mismo.

Adentrándose en los tonos y maneras del auto sacramental, La exaltación de la Cruz retoma elementos legendarios para plantear el debate teológico, con apariciones mágicas llenas de efectismo, acercando el drama hagiográfico hacia el teatro litúrgico.

No hay cosa como callar se presenta como una comedia seria, sin enredo ni humorismo, cuyo resultado final —violación y bodas forzadas— acercan la pieza más al universo de la tragedia que a la comedia de capa y espada. Aquí Calderón demuestra un dominio de la tensión sicológica de los personajes, sobrevolando el silencio como medio para ocultar la verdad y reduciendo las vidas de los personajes a un final lastimoso:

Y pues que ya la desdicha
tan deshecha sucedió,
callemos, honor, tú y yo,
que no ser de nadie dicha
una desdicha ya es dicha,
o y para obligarte a dar
el sepulcro singular
de mi pecho a mi dolor,
honor, en trances de honor,
no hay cosa como callar.

Celos aún del aire matan es una obra que se adentra en el género musical a partir de las Metamorfosis ovidianas, en concreto a partir de la historia mitológica de Céfalo y Procris, donde esta última encuentra la muerte al hallarse espiando, celosa de posibles infidelidades, a su marido, quien le quitará la vida confundiéndola con un animal entre la maleza. Es curioso —tal y como nos apunta el editor— que, al tratarse de una pieza con aires operísticos, todo el reparto excepto el gracioso era interpretado por mujeres, muy probablemente por este rasgo de comedia cantada.

"Se ha apuntado en multitud de ocasiones la profundidad sicológica de algunos de los personajes más reconocibles del teatro calderoniano, alabando la grandeza trágica de sus dramas de honor"

También mucho de celos, tejemanejes amatorios, engaños, disfraz y equívocos se dan cita en algunas de las comedias más divertidas de Calderón: Mañana será otro día, laberinto de enredos amorosos, o La desdicha de la voz, donde el canto es el recurso principal de la trama, ya que los propósitos de la protagonista por ocultarse se frustran por sus canciones, pues su voz es reconocida por los demás personajes. Con Fuego de Dios es el querer bien Calderón demuestra su maestría como autor de comedias, donde ingenio, amor y honor se dan cita en el entramado dramático: don Álvaro ha encontrado a un hombre escondido en su casa, y para lavar su honor planea la muerte de su hermana doña Ángela, tracista de la pieza, que va resolviendo el enredo —y sumiéndose en otros tantos— gracias a su agudeza e ingenio. Certeramente, apunta Arellano, doña Ángela asume la potencialidad cómica propia del gracioso, a quien supera en capacidad enredadora. El escondido y la tapada se nos presenta como arquetipo de la comedia de capa y espada, reflejando las costumbres urbanas de la época, cuyo sentido último era el entretenimiento y la diversión, por supuesto con duelo incluido, velos, figuras masculinas vigilantes, secretismo y ocultación y su buena parte de riñas y amores. Y por dar voz a Calderón, vayan como muestra de su grandeza poética estas décimas de amores nocturnos… y perdidos:

Piérdese una noche obscura
en un monte un caminante,
y cuando con planta errante
hallar la senda procura
más se ofusca en la espesura;
el can, que despierto está,
siente el ruido y a hacer va
que huya dél con pies veloces,
llamándole con las voces
que para que huya le da:
yo así, confuso y perdido,
camino ni senda sé.
Bien que no veo se ve,
pues a tus pies he venido;
tú, despierta siempre al ruido
del desdén, velando estás;
voces porque huya me das,
mas como perdido estoy,
donde oyendo la voz voy,
me voy acercando más.

Se ha apuntado en multitud de ocasiones la profundidad sicológica de algunos de los personajes más reconocibles del teatro calderoniano, alabando la grandeza trágica de sus dramas de honor. Este volumen recoge una de las piezas cumbre de este género, la más tardía, El pintor de su deshonra, donde, como bien señala Arellano, «el ejecutor destruye y queda destruido». Aquí, el tema de la honra sirve como imagen teatral de la presión conductual que sufre el ser humano ante los injustos códigos sociales. Esta dinámica se prolonga en el siguiente drama incluido en esta Séptima Parte; la actitud moral del aldeano Pedro Crespo y su búsqueda por la justicia ante la violación de su hija se reflejan en algunos de los versos calderonianos de mayor potencia dramática:

al rey la hacienda y la vida
se ha de dar, pero el honor
es patrimonio del alma,
y el alma solo es de Dios.

Son particularmente interesantes los subrayados del editor sobre la condición honorable del protagonista, de la que resalta ciertos «ribetes despóticos», que suponen fallas en la tradicional lectura virtuosa de su actitud.

Esta Séptima Parte de Comedias calderonianas se nos presenta, así, como un tesoro de pasatiempos desde el que admirar la belleza de su verso, la potencia de las imágenes evocadas y su personalísima voz en la creación de personajes, entramados y situaciones, entremezclando lo festivo y lo serio, lo trágico y lo cómico, en esa hermosa canción de opuestos que es el teatro de la vida.

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Autor: Pedro Calderón de la Barca. Título: Calderón, VII. Séptima parte de Comedias. Editorial: Fundación Castro. Venta: Todos tus libros.

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