De Pedro a Francisco, la historia de los 266 Papas en mapas, datos y gráficos

Como el mismo Francisco bromeaba de sí mismo, él está ya en «lista de espera» para la canonización. Su camino a los altares ha comenzado, pero el trayecto de un Santo Padre a la santidad no está ni mucho menos asegurado. La mayoría de los 266 Papas de la historia de la Iglesia católica, de hecho, no porta aureola en sus retratos; aunque la santificación de los sucesores de Pedro está siendo la norma a partir de la segunda mitad del siglo XX. De los 266 Papas hasta ahora, sólo 81 han sido inscritos en el canon de los santos de la Iglesia católica. De los 185 restantes, trece están en estados previos a la santidad (diez beatos, un venerable y dos siervos de Dios), mientras que 172 ni son santos ni están en ningún grado del proceso de canonización. El mismo Francisco se encargó de santificar a Papas recientes. Pablo VI , cuyo pontificado transcurrió entre 1963 y 1978, ha sido el último, en 2018, en un proceso acelerado por el mismo Francisco, que lo beatificó tan sólo cuatro años antes. Ese mismo año canonizó a Juan XXIII (1958-1963) y Juan Pablo II (1978-2005), en el histórico 'Día de los cuatro Papas', con el ya entonces retirado Benedicto XVI (2005-2013) concelebrando la canonización. Francisco también beatificó a Juan Pablo I , con un papado de apenas 33 días en 1978, a quien él mismo se encargó de declarar venerable, paso previo a la beatificación, el estado anterior a la canonización, siempre que se den las condiciones. Benedicto XVI , a su vez, declaró venerable a Pio XII (1939-1958); y Pio XII canonizó a Pío X (1903-1914), el primer papa del siglo XX, un siglo excepcional en la santificación de los romanos pontífices, con tan solo dos ( Benedicto XV , 1914-1922; y Pío XI , 1922-1939) que no han sido proclamados al culto universal o al menos declarados venerable. La excepcionalidad del siglo XX en la historia de la santidad de los Papas (cuatro santos, un beato, un venerable y dos sin canonizar) se hace más evidente al compararlo con los siglos anteriores. Pío X, de hecho, fue el primer papa inscrito en el canon de los santos en cuatro siglos. Hasta él, el último había sido Pío V (1566-1572), gran reformador y aplicado en implementar las directrices del Concilio de Trento. Pío V, a su vez, fue una excepción secular, con Celestino V (1294-1294) como predecesor en los altares. La excepcionalidad de Celestino V es mayor si cabe: monje benedictino humilde y desapegado del poder, renunció al papado pocos meses después de su proclamación; un hecho que no se volvió a reproducir hasta la renuncia de Benedicto XVI. Hay que remontarse de nuevo siglos para encontrar otro papa santo, Gregorio VII (1073-1085), gran defensor de la independencia de la Iglesia frente al poder político e impulsor de la reforma gregoriana. Entre Gregorio VII y Pío X, los Papas número 157 y número 257 respectivamente, en nueve siglos de historia y un centenar de obispos de Roma, la Iglesia estuvo regida por sumos pontífices que no alcanzaron la solemnidad de la inscripción en el canon de los santos, salvo las dos excepciones de Celestino V y Pío V. Los siglos X, XII, XIV, XV, XVII, XVIII y XIX, por tanto, están en blanco en cuanto a santidad de los vicarios de Cristo; y los siglos XIII y XVI sólo tienen a uno cada uno de los 17 que conocieron respectivamente. El segundo milenio tiene un claro contraste con los primeros siglos de la Iglesia, donde la santidad es la norma, con todos los sucesores de Pedro santos en los tres primeros siglos, y tan sólo dos sin canonizar en los cinco primeros siglos. Sólo dos de los 54 primeros vicarios de Cristo no están enaltecidos en los altares, Liberio y Anastasio II . En el caso de Liberio, está proclamado siervo de Dios, el único obispo de Roma en esa condición hasta que Benedicto XVI sumó a Pío VII (1800-1823), el papa enfrentado a Napoleón. Pío VII inauguró el siglo XIX, la centuria completa con menor número de Papas, tan sólo seis. El XIX cuenta con el papado más longevo, los 31 años, 7 meses y 22 días de Pío IX (1846-1878), y otros dos de los seis más largos, los 25 años de León XIII (1878-1903) y los 23 de Pío VII (1800-1823). De entre los diez sumos pontífices con más tiempo sentados en la silla de Pedro, tan sólo han alcanzado la santidad Juan Pablo II (1978-2005), el segundo papado más largo, y Silvestre I (314-335). Los casi doce años del pontificado de Francisco lo sitúan pasados los cincuenta primeros puestos en la lista de duración del papado. En el lado opuesto están los papados efímeros como el de Urbano VII (13 días en 1590), Bonifacio VI (16 días en el año 896) o Celestino IV (17 días en 1241). Ninguno de ellos alcanzó la santidad. Aunque la corta duración de un pontificado no está reñida con la santidad, como demuestran Celestino IV, Marcos o Lucio I, entre la treintena de Papas con menos de un año a la cabeza de la Iglesia. Francisco proclamó beato a Juan Pablo I, con tan sólo 33 días sentado en la silla de Pedro, el undécimo papado más breve. Aunque el pontificado de Francisco no est

May 5, 2025 - 04:15
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De Pedro a Francisco, la historia de los 266 Papas en mapas, datos y gráficos
Como el mismo Francisco bromeaba de sí mismo, él está ya en «lista de espera» para la canonización. Su camino a los altares ha comenzado, pero el trayecto de un Santo Padre a la santidad no está ni mucho menos asegurado. La mayoría de los 266 Papas de la historia de la Iglesia católica, de hecho, no porta aureola en sus retratos; aunque la santificación de los sucesores de Pedro está siendo la norma a partir de la segunda mitad del siglo XX. De los 266 Papas hasta ahora, sólo 81 han sido inscritos en el canon de los santos de la Iglesia católica. De los 185 restantes, trece están en estados previos a la santidad (diez beatos, un venerable y dos siervos de Dios), mientras que 172 ni son santos ni están en ningún grado del proceso de canonización. El mismo Francisco se encargó de santificar a Papas recientes. Pablo VI , cuyo pontificado transcurrió entre 1963 y 1978, ha sido el último, en 2018, en un proceso acelerado por el mismo Francisco, que lo beatificó tan sólo cuatro años antes. Ese mismo año canonizó a Juan XXIII (1958-1963) y Juan Pablo II (1978-2005), en el histórico 'Día de los cuatro Papas', con el ya entonces retirado Benedicto XVI (2005-2013) concelebrando la canonización. Francisco también beatificó a Juan Pablo I , con un papado de apenas 33 días en 1978, a quien él mismo se encargó de declarar venerable, paso previo a la beatificación, el estado anterior a la canonización, siempre que se den las condiciones. Benedicto XVI , a su vez, declaró venerable a Pio XII (1939-1958); y Pio XII canonizó a Pío X (1903-1914), el primer papa del siglo XX, un siglo excepcional en la santificación de los romanos pontífices, con tan solo dos ( Benedicto XV , 1914-1922; y Pío XI , 1922-1939) que no han sido proclamados al culto universal o al menos declarados venerable. La excepcionalidad del siglo XX en la historia de la santidad de los Papas (cuatro santos, un beato, un venerable y dos sin canonizar) se hace más evidente al compararlo con los siglos anteriores. Pío X, de hecho, fue el primer papa inscrito en el canon de los santos en cuatro siglos. Hasta él, el último había sido Pío V (1566-1572), gran reformador y aplicado en implementar las directrices del Concilio de Trento. Pío V, a su vez, fue una excepción secular, con Celestino V (1294-1294) como predecesor en los altares. La excepcionalidad de Celestino V es mayor si cabe: monje benedictino humilde y desapegado del poder, renunció al papado pocos meses después de su proclamación; un hecho que no se volvió a reproducir hasta la renuncia de Benedicto XVI. Hay que remontarse de nuevo siglos para encontrar otro papa santo, Gregorio VII (1073-1085), gran defensor de la independencia de la Iglesia frente al poder político e impulsor de la reforma gregoriana. Entre Gregorio VII y Pío X, los Papas número 157 y número 257 respectivamente, en nueve siglos de historia y un centenar de obispos de Roma, la Iglesia estuvo regida por sumos pontífices que no alcanzaron la solemnidad de la inscripción en el canon de los santos, salvo las dos excepciones de Celestino V y Pío V. Los siglos X, XII, XIV, XV, XVII, XVIII y XIX, por tanto, están en blanco en cuanto a santidad de los vicarios de Cristo; y los siglos XIII y XVI sólo tienen a uno cada uno de los 17 que conocieron respectivamente. El segundo milenio tiene un claro contraste con los primeros siglos de la Iglesia, donde la santidad es la norma, con todos los sucesores de Pedro santos en los tres primeros siglos, y tan sólo dos sin canonizar en los cinco primeros siglos. Sólo dos de los 54 primeros vicarios de Cristo no están enaltecidos en los altares, Liberio y Anastasio II . En el caso de Liberio, está proclamado siervo de Dios, el único obispo de Roma en esa condición hasta que Benedicto XVI sumó a Pío VII (1800-1823), el papa enfrentado a Napoleón. Pío VII inauguró el siglo XIX, la centuria completa con menor número de Papas, tan sólo seis. El XIX cuenta con el papado más longevo, los 31 años, 7 meses y 22 días de Pío IX (1846-1878), y otros dos de los seis más largos, los 25 años de León XIII (1878-1903) y los 23 de Pío VII (1800-1823). De entre los diez sumos pontífices con más tiempo sentados en la silla de Pedro, tan sólo han alcanzado la santidad Juan Pablo II (1978-2005), el segundo papado más largo, y Silvestre I (314-335). Los casi doce años del pontificado de Francisco lo sitúan pasados los cincuenta primeros puestos en la lista de duración del papado. En el lado opuesto están los papados efímeros como el de Urbano VII (13 días en 1590), Bonifacio VI (16 días en el año 896) o Celestino IV (17 días en 1241). Ninguno de ellos alcanzó la santidad. Aunque la corta duración de un pontificado no está reñida con la santidad, como demuestran Celestino IV, Marcos o Lucio I, entre la treintena de Papas con menos de un año a la cabeza de la Iglesia. Francisco proclamó beato a Juan Pablo I, con tan sólo 33 días sentado en la silla de Pedro, el undécimo papado más breve. Aunque el pontificado de Francisco no está entre los más largos, él sí está entre los Papas más longevos. Sus 88 años son sólo superados por los 102 que se le suponen a Agatón (678–681) a su muerte, y los 93 años de León XIII (1878-1903). Supera los 87 años de Clemente VII (1523-1534), los 86 de Clemente X (1670-1676), y a Benedicto XVI, que, aunque vivió hasta los 95 años, renunció al papado un mes y medio antes de cumplir los 86 años. Francisco fue el noveno papa proclamado con mayor edad, 76 años y 86 días. Francisco, el primer papa nacido en América, continuó la serie consecutiva de Papas nacidos fuera de Italia, después de Juan Pablo II (Polonia) y Benedicto XVI (Alemania). Antes del papa polaco, Juan Pablo I había sido el cuadragésimo quinto papa consecutivo nacido en la actual Italia. El último no italiano había sido Adriano VI (1522-1523), nacido en el actual Países Bajos más de cuatro siglos antes. Los Papas italianos o nacidos en el territorio que hoy es Italia son la norma en la historia de la Iglesia. En total, 212 de los 266 Papas han nacido dentro de las fronteras italianas actuales. Del resto del mundo, el país con más representación es Francia, con 17, el último Gregorio XI (1370-1378). Le siguen de lejos Alemania y Grecia, con seis cada uno, los últimos Benedicto XVI y Eusebio (308-310) respectivamente. Con tres están Libia y los territorios de Israel y Palestina, los últimos Gelasio I (492-496) y Teodoro I (642-649) respectivamente. Víctor I (189-199), nacido en la actual Libia, es el primer papa africano. Dos Papas tienen España, Portugal, Siria, Turquía y Croacia, los últimos Alejandro VI (1492-1503), Juan XXI (1276-1277), y Gregorio III (731-741), Juan VI (701-705) y Juan IV (640-642) respectivamente. Gregorio III es el último papa no europeo hasta Francisco, trece siglos más tarde. Un papa tiene el Reino Unido, Países Bajos, Polonia y Argentina, con Adriano IV (1154-1159), Adriano VI (1522-1523), Juan Pablo II y Francisco respectivamente como únicos representantes.