Crónica de un día con un repartidor de delivery en Buenos Aires

Representan una de las caras de la resistencia a la crisis económica y el rebusque; su mirada sobre la actividad, las propinas y los clientes

Abr 2, 2025 - 13:42
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Crónica de un día con un repartidor de delivery en Buenos Aires

Antes de salir de casa, un par de mates, un huevo cocido, medio sándwich y unos panes con manteca para confundir al cuerpo y que no se entere si está recibiendo desayuno o almuerzo. Que no pida mucho más hasta pasadas las 16 horas, porque de 12 a 15 a los comensales se les abre el apetito y el ajetreo no dará tiempo ni para tener hambre.

Ramiro Jiménez tiene 32 años, viene de Rosario y le dedicó su juventud al atletismo de maratones de alto rendimiento. Entrenaba religiosamente desde que era adolescente, pero una lesión grave en su tobillo cuando tenía 22 años le puso fin al sueño deportivo y, sin una carrera profesional a la vista, decidió migrar a Buenos Aires para reiniciar su vida. Conseguir trabajo no le resultó fácil en la metrópoli, tras varios intentos de emplearse formalmente y algunos portones en la cara, la única manera de hacer dinero que encontró fue pasear perros.

—Era el laburo perfecto, estaba acompañado de unos 6 o 8 perros todo el día, un sueño para cualquiera, pero la dicha me duró poco.

La caminata diaria con los perros terminó por arruinar el débil tobillo magullado y el salario de ‘paseaperros’ se hizo insuficiente para llegar a fin de mes cuando nació su hija. “Tenía que moverme por algún lado, consideré algunas opciones como mozo, pero ni en pedo podía mantener varias horas de pie, tampoco me lo recomendaba el doctor, entonces me abrí una cuenta en Pedidos Ya sin muchas expectativas. Y bueno aquí estoy hace ya cinco o seis años”.Repartidores de aplicaciones en Palermo, una de las zonas de la ciudad con más demanda de pedidos por aplicación.

La indumentaria lista. Casco, guantes impermeables, jogging, buzo, campera, y una inconfundible mochila color flúo que se convierte en casi una extensión del cuerpo para que todos a metros de distancia puedan verla e identificar a qué se dedica exactamente su portador.

Son las 11.35 horas e inicia un nuevo sábado como repartidor en Capital Federal. Prende la moto Bajaj Rouser NS 125. En sus marcas, listos, fuera.

El primer trayecto es desde su casa en Liniers y le toma unos 30 minutos llegar a su punto de inicio de la jornada. El sistema por turnos y zonas de la plataforma indica que Ramiro debe localizarse en Palermo y tendrá un margen de unos 7 kilómetros cuadrados —entre Chacarita y Recoleta aproximadamente—, para buscar y entregar sus pedidos. Él eligió ese punto de la ciudad porque, según dice, es una zona con más demanda.