Compresas versus medio ambiente
Aunque se usan unas pocas horas, muchos productos de higiene menstrual permanecen como residuos durante largo tiempo. Sin embargo, las alternativas sostenibles existen. La entrada Compresas versus medio ambiente se publicó primero en Ethic.

Cambiar la bolsa de plástico por una tela, comprar a granel, sustituir el cepillo de dientes de plástico por uno de bambú o cargar una botella de agua reutilizable son pequeños hábitos que cualquiera puede adoptar para llevar una vida más amable con el medio ambiente. Sin embargo, cuando se trata de artículos de primera necesidad, la posibilidad de reducir su uso o de eliminarlos por completo no parece viable. Es lo que ocurre con los pañales, las jeringuillas, las mascarillas y, por supuesto, los productos menstruales.
Una mujer usa alrededor de 15.000 tampones y compresas durante toda su vida, según la Organización de Consumidores y Usuarios. La vida útil de los productos menstruales es de tan solo unas horas, pero dejan una huella casi imborrable en el medio ambiente. En total, se estima que cada año se desechan en el mundo 45.000 millones de productos menstruales.
La organización británica Women’s Environmental Network (WEN) ha creado el término enviromenstrual para designar la tendencia que busca sensibilizar sobre el plástico oculto y las sustancias químicas tóxicas de los productos menstruales convencionales y promueve opciones reutilizables y ecológicas. Los datos de la organización señalan que cada año se tiran por los inodoros británicos entre 1.500 y 2.000 millones de productos menstruales. En Reino Unido, tampones, compresas y salvaslips, junto con sus embalajes, generan más de 200.000 toneladas de residuos al año, todos ellos con un alto contenido de plástico. Su investigación también recoge que, junto con las toallitas húmedas, los productos de higiene íntima están en los principales responsables de los 300.000 atascos de alcantarillados al año que se dan en Reino Unido y que tienen un coste de 100 millones de libras.
Tal y como explica el informe del Ministerio de Economía de Argentina Justicia Menstrual: Igualdad de género y gestión menstrual sostenible, el principal problema que presentan estos productos es su composición: «Las toallitas y tampones están compuestos en un 60% por pasta fluff (celulosa en copos), un material que no es biodegradable ni se puede reciclar. Su producción y utilización a gran escala tienen un impacto ambiental directo, tanto por la contaminación como por la deforestación para la fabricación de pasta fluff».
Tanto este informe como la WEN proponen la copa menstrual como una de las mejores alternativas frente a los productos más convencionales. La recomendación es coherente con los estudios sobre el impacto de la copa en el medio ambiente. Una investigación de la Paris School of International Affairs utilizó la metodología de Análisis del Ciclo de Vida (ACV), que cuantifica tanto el consumo de recursos como las emisiones durante el ciclo de vida, para evaluar los productos menstruales. Sus resultados revelaron que las copas menstruales tienen la puntuación de impacto más baja en todos los indicadores y países, con una puntuación un 99% inferior a la de los tampones desechables no orgánicos.
Sin embargo, también es cierto que la copa menstrual puede no ser una opción para todas las mujeres. En primer lugar, supone un coste inicial más elevado (aunque a la larga sea una opción más económica que los productos desechables). Por otro lado, su composición tampoco está enteramente libre de plásticos y químicos. Y, por último, la copa presenta la probabilidad de sufrir el síndrome de shock tóxico (TSS) –también asociado a los tampones– si no se utiliza siguiendo las pautas indicadas de higiene y máximo tiempo de utilización recomendado.
Otras alternativas a la copa pueden ser la ropa interior menstrual o las compresas reutilizables, que ocupan el segundo y el tercer puesto en el ranking de productos menstruales más sostenibles, según la investigación francesa. Porque si algo está claro es que cada vez hay más opciones para tener un ciclo menstrual más sostenible y económico.
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