Bufones sanchistas por precio y a gogó

Hay que reconocer a la brunete sanchista que tiene bien engrasadas a sus mesnadas. Inasequibles al desaliento. Siempre encuentran un argumento con el que intentar tapar una realidad irrefiutable.

¿Que España se funde en negro? ¡Que más da! ¡No pasa nada! Incluso se ha oído argumentar en la RTVE pública que esas 11 horas fueron un bálsamo para millones de españoles que de repente se encontraron mano sobre mano perdiendo dinero y vida. ¡Que es un ejercicio que habría que hacer de cuando en vez! Como lo leen.

Luego vienen las «politólogas» o politodo. Que la responsabilidad es de las operadoras privadas que no tienen ninguna legitimidad política y que siempre deben estar en primer tiempo de saludo ante los políticos electos…

La caterva de bufones a buen precio no tiene fin. Mires donde mires. Tratan de politizarlo todo cuando en el apagón, lo más reciente,  lo que ha sucedido es una incompetencia ideológica de dimensiones cósmicas. Tratan de tapar sus propias palabras (bulo, fachosfera, ultras) cuando la resistencia de materiales les ha dejado con el culo a la intemperie.

Hay dos tipos de bufones. Los primeros ostentan cargo y coche oficial; aquí destacan las ministras Montero, Alegría y Díaz y los ministros Puente y López que en lugar de estar el uno pendiente de que funcionen las infraestructuras básicas y los transportes y otro la Digitalización (auténtico desastre en un asunto clave para el futuro de España) se dedican a producir exabruptos, adorarse así mismos en egos disparatados y llevárselo crudo, aunque solo sea en gastos de representación.

Luego vienen los bufones sin coche oficial. A estos se les reserva asiento en programas tanto en medios públicos como privados relativamente bien remunerados, básicamente a través de productoras a las que inflan a dinero público. Estos siempre los hubo, los hay y los habrá; pero antes se guardaban unas formas  y se exigía un mínimo de rubor.

Al frente de todos ellos el jefe supremo, el amado líder, el estadista sin par. Feliz contemplando el espectáculo que día sí y noche también le ofrecen sus bufones.

PD. Suprimamos los ingenieros, los expertos energéticos, los jueces, los periodistas libres… Y coloquemos en nuestras vida a un bufón sanchista por cada día de la semana.