Así empezó el cribado de cáncer más antiguo: "El cura avisaba en misa para que las mujeres vinieran al mamógrafo"
La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) desplegó varios camiones acondicionados con rayos X a principios de la década de 1980 aunque el cribado no se implantó en todas las comunidades hasta 2005 El miedo “sobrenatural” a que el cáncer vuelva: “Es tan hondo que sientes que no consigues atraparlo” Hace 14 años, María Ferrer-Vidal estuvo a punto de no ir a una prueba que le “salvó la vida” porque tenía mucho lío en el trabajo. Era una mamografía rutinaria que encajó a última hora entre reuniones muy urgentes. Una semana después recibió una llamada de su hospital para convocarla a una cita urgente: la prueba daba sospechas de un tumor. “Siempre estaré agradecida por haber ido. Es una herramienta gratuita que te están poniendo en bandeja y puede salvarte la vida, como a mí”, cuenta casi tres lustros después, completamente recuperada de un tumor de estadio I que, de no ser por aquella mamografía, no habría notado. Era impalpable por su localización. Ferrer-Vidal pudo tener un diagnóstico temprano gracias al cribado de cáncer de mama, el programa de prevención de esta enfermedad más antiguo de la sanidad pública española. Todas las comunidades ofrecen desde 2005 una mamografía bienal para las mujeres entre 50 y 69 años y más de un 70% de ellas acude, una cifra superior a otros cribados como el de colon. Las guías europeas recomiendan ampliar la horquilla desde los 45 hasta los 74 años, pero solo algunas comunidades –Galicia, Murcia y Comunitat Valenciana– lo han implantado. Navarra, La Rioja, Castilla y León y Castilla-La Mancha han incorporado a las mujeres más jóvenes y Andalucía ha abierto el programa desde los 47 a los 71 años, según los datos que maneja la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). El cáncer de mama es el que más muertes entre las mujeres provoca cada año en España pero la tasa de supervivencia ha aumentado considerablemente debido, en parte, a estas mamografías para vigilar a la población sana. “Los estudios apuntan a que la disminución de la mortalidad se debe en un 30% a estos cribados que permiten la detección precoz; el otro 70% tiene que ver con el avance de los tratamientos”, subraya la doctora Isabel Rubio, cirujana oncológica de mama en la Clínica Universidad de Navarra y presidenta de la European Cancer Organisation. Aunque la extensión del cribado a nivel nacional solo tiene dos décadas (salvo excepciones, como Navarra, que empezó antes), a partir de los ochenta varios pueblos de la geografía veía llegar, año a año, unos camiones con aparatos de rayos X que invitaban a las mujeres a entrar y hacerse una mamografía gratuita. La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) empezó a desplegarlos cuando fue consciente de que los centros de prevención que habían abierto estaban solo en las grandes ciudades. En 1956 no existía la especialidad de oncología, pero ya entonces fuimos conscientes de que, además de curar el cáncer, había que evitar tenerlo. Por eso a finales de los setenta se pusieron en marcha estas unidades móviles para la detección precoz Antonio Llombart — Presidente del Comité Técnico de la Junta Provincial de Valencia de la AECC “En 1956, cuando se fundó la asociación, no existía la especialidad de oncología, solo la cirugía y la radioterapia, pero ya entonces fuimos conscientes de que, además de curar el cáncer, había que evitar tenerlo. Por eso a finales de los setenta se pusieron en marcha estas unidades móviles para la detección precoz”, explica el médico Antonio Llombart, presidente del Comité Técnico de la Junta Provincial de Valencia de la AECC, que entonces trabajaba como patólogo y ayudó a coordinar la puesta en marcha de los camiones. Antes de desembarcar en los pueblos había que pedir permiso a los alcaldes, recuerda Llombart, y para que las vecinas se enteraran, para correr la voz, se avisaba al cura. “En la misa del domingo se decía que el mamógrafo de la junta provincial iba a estar de tal a tal día, era el medio de comunicación local junto a los bandos municipales”, señala el médico. Los regidores municipales ponían los medios, como la electricidad, e indicaban el sitio más adecuado para instalarse. Habitualmente era la plaza.

La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) desplegó varios camiones acondicionados con rayos X a principios de la década de 1980 aunque el cribado no se implantó en todas las comunidades hasta 2005
El miedo “sobrenatural” a que el cáncer vuelva: “Es tan hondo que sientes que no consigues atraparlo”
Hace 14 años, María Ferrer-Vidal estuvo a punto de no ir a una prueba que le “salvó la vida” porque tenía mucho lío en el trabajo. Era una mamografía rutinaria que encajó a última hora entre reuniones muy urgentes. Una semana después recibió una llamada de su hospital para convocarla a una cita urgente: la prueba daba sospechas de un tumor. “Siempre estaré agradecida por haber ido. Es una herramienta gratuita que te están poniendo en bandeja y puede salvarte la vida, como a mí”, cuenta casi tres lustros después, completamente recuperada de un tumor de estadio I que, de no ser por aquella mamografía, no habría notado. Era impalpable por su localización.
Ferrer-Vidal pudo tener un diagnóstico temprano gracias al cribado de cáncer de mama, el programa de prevención de esta enfermedad más antiguo de la sanidad pública española. Todas las comunidades ofrecen desde 2005 una mamografía bienal para las mujeres entre 50 y 69 años y más de un 70% de ellas acude, una cifra superior a otros cribados como el de colon. Las guías europeas recomiendan ampliar la horquilla desde los 45 hasta los 74 años, pero solo algunas comunidades –Galicia, Murcia y Comunitat Valenciana– lo han implantado. Navarra, La Rioja, Castilla y León y Castilla-La Mancha han incorporado a las mujeres más jóvenes y Andalucía ha abierto el programa desde los 47 a los 71 años, según los datos que maneja la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
El cáncer de mama es el que más muertes entre las mujeres provoca cada año en España pero la tasa de supervivencia ha aumentado considerablemente debido, en parte, a estas mamografías para vigilar a la población sana. “Los estudios apuntan a que la disminución de la mortalidad se debe en un 30% a estos cribados que permiten la detección precoz; el otro 70% tiene que ver con el avance de los tratamientos”, subraya la doctora Isabel Rubio, cirujana oncológica de mama en la Clínica Universidad de Navarra y presidenta de la European Cancer Organisation.
Aunque la extensión del cribado a nivel nacional solo tiene dos décadas (salvo excepciones, como Navarra, que empezó antes), a partir de los ochenta varios pueblos de la geografía veía llegar, año a año, unos camiones con aparatos de rayos X que invitaban a las mujeres a entrar y hacerse una mamografía gratuita. La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) empezó a desplegarlos cuando fue consciente de que los centros de prevención que habían abierto estaban solo en las grandes ciudades.
En 1956 no existía la especialidad de oncología, pero ya entonces fuimos conscientes de que, además de curar el cáncer, había que evitar tenerlo. Por eso a finales de los setenta se pusieron en marcha estas unidades móviles para la detección precoz
“En 1956, cuando se fundó la asociación, no existía la especialidad de oncología, solo la cirugía y la radioterapia, pero ya entonces fuimos conscientes de que, además de curar el cáncer, había que evitar tenerlo. Por eso a finales de los setenta se pusieron en marcha estas unidades móviles para la detección precoz”, explica el médico Antonio Llombart, presidente del Comité Técnico de la Junta Provincial de Valencia de la AECC, que entonces trabajaba como patólogo y ayudó a coordinar la puesta en marcha de los camiones.
Antes de desembarcar en los pueblos había que pedir permiso a los alcaldes, recuerda Llombart, y para que las vecinas se enteraran, para correr la voz, se avisaba al cura. “En la misa del domingo se decía que el mamógrafo de la junta provincial iba a estar de tal a tal día, era el medio de comunicación local junto a los bandos municipales”, señala el médico. Los regidores municipales ponían los medios, como la electricidad, e indicaban el sitio más adecuado para instalarse. Habitualmente era la plaza.
“Las mujeres se acercaban con cierto miedo. Es lógico, tener un cáncer asusta y en aquella época las posibilidades de curación no eran como ahora. La mortalidad en cáncer de mama era muy alta”, apunta Llombart, que se encontró con “casos avanzadísimos” de enfermedad sin diagnóstico. “Había una población en el medio rural que tenía vergüenza de acudir a un médico y descubrirse el pecho. Recuerdo ver cuadros de mucha evolución, que incluso tenían úlceras. Hoy las cosas han cambiado”, reflexiona. La AECC se echó a un lado en esta misión cuando todas las comunidades autónomas implantaron el cribado, aunque siguieron colaborando en pequeñas localidades a las que era difícil llegar, según Llombart.
“El de mama es probablemente el tipo de cáncer en el que los avances han sido más rápidos y eso es en gran parte gracias a las mujeres que han entendido que la detección precoz es fundamental y que, además, son conscientes de que hay muchas medidas que pueden reducir el riesgo como hacer deporte, no fumar, no beber alcohol o no tener obesidad. No es solo el cribado”, contextualiza la doctora Rubio.
Todo lo que se hace para evitar que se desarrolle la enfermedad, los hábitos de vida saludable, se llama prevención primaria. Las estrategias de cribado forman parte de la prevención secundaria y permiten diagnosticar cuando aún no hay síntomas. “Se reduce la mortalidad y además los tratamientos son menos invasivos tanto a nivel quirúrgico, con un menor número de mastectomías y linfadenectomías, como a nivel sistémico, pudiendo evitar en ciertos casos el uso de quimioterapia”, explica la doctora Isabel Echavarría, secretaria científica de la SEOM y oncóloga del Hospital Universitario Gregorio Marañón.
Según datos de la European Cancer Organisation, un 74% de las mujeres se hacen mamografías cada dos años en España, un porcentaje mucho más alto que en Francia (47%) o Alemania (48%) pero inferior al de los países escandinavos, donde casi alcanza el 90%. “El objetivo del Plan Europeo de Lucha contra el Cáncer es que a lo largo de este año el 90% de la población de la UE que cumpla los requisitos para someterse a un cribado del cáncer de mama tenga acceso a él”, según un documento de la SEOM. El propósito es ambicioso teniendo en cuenta que todavía hay países europeos, como Bulgaria, que no cuentan con un programa de cribado para este tipo de cáncer.
Ampliar la edad de cribado
Respecto a qué población incluir, Rubio recuerda que la recomendación europea es “empezar antes” y extenderlo a más edad porque la esperanza de vida de las mujeres ha aumentado. “Se hizo una revisión hace poco porque desde 2003 no se había actualizado. Esto tiene sentido porque se ha visto que el cáncer de mama empieza en edades más jóvenes”, sostiene.
La SEOM, sin embargo, señala que la fijación de las edades es “un tema complejo en el que debe hacerse un balance de los posibles beneficios (reducción de la mortalidad por cáncer de mama, diagnósticos tempranos con tratamientos menos invasivos) y los riesgos asociados (falsos positivos, rellamadas, biopsias innecesarias, ansiedad…)”. “El beneficio en mujeres menores de 50 años no es concluyente a día de hoy, por lo que el posible adelanto en la edad de cribado deberá sopesarse de forma muy detenida. La decisión –a nivel nacional– deberá tomarse en consenso entre los distintos agentes implicados, incluyendo sociedades científicas y el Ministerio de Sanidad”, asegura Echavarría.
María Ferrer-Vidal está dada de alta en oncología aunque se hace una mamografía al año de control. “El tiempo que pasa entre la prueba y el informe siempre tengo esa cosilla que no termina de irse. Pero sé que cualquier prevención es buena, que no se nos puede ocurrir ninguna excusa para no hacerlo. No cuesta nada acercarse para confirmar que está todo bien. Y si no, sabemos que se va a poner en marcha inmediatamente una maquinaria eficaz para curarnos”.