Aliada inesperada: cómo la inteligencia artificial se convirtió en una pieza clave para la protección de la biodiversidad

La tecnología permite agilizar los procesos de análisis de datos, monitorear ecosistemas en tiempo real y tomar decisiones estratégicas; su implementación en la Argentina

May 6, 2025 - 22:15
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Aliada inesperada: cómo la inteligencia artificial se convirtió en una pieza clave para la protección de la biodiversidad

13.000 horas de grabación. Esa fue la magnitud del material que el ingeniero Sergio Moya debió procesar para detectar disparos de cazadores en las inmensidades del Parque Nacional Iguazú. “Eran sonidos de una fracción de segundo, perdidos en miles de horas”, recuerda Moya en diálogo con LA NACION. Corría el año 2017 y la inteligencia artificial (IA) aún no estaba en boca de todo el mundo.

Con la ayuda de un software especializado en identificar ese tipo de ruidos, Moya completó el análisis en dos meses y medio. El resultado: un mapa para entender la presión de caza ilegal sobre el yaguareté, una especie en peligro de extinción en la Argentina, donde se estima que quedan menos de 250 ejemplares adultos, según la Fundación Vida Silvestre.

Pero en los últimos años, el acelerado avance de la tecnología abrió nuevas puertas para el campo de la conservación y protección de especies en peligro de extinción. Las cámaras trampa y los grabadores de sonido, por ejemplo, crean registros en tiempo real de diferentes especies en su hábitat natural. Además, son clave para observar aspectos que, muchas veces, pasan desapercibidos por los investigadores, como un patrón de manchas específico de un mamífero o sonidos de poblaciones de insectos poco estudiadas.

En este contexto, la IA surge como una solución para agilizar los tiempos de estudio y acción de los investigadores. “Lo que antes podía tardar meses y hasta años, hoy se hace en minutos. Incluso, se puede incrementar la calidad de los datos obtenidos a partir del uso de estas herramientas”, asegura el Dr. Javier A. Pereira, investigador independiente del Conicet y director del Proyecto Pantano, destinado a la conservación del ciervo de los pantanos en el Delta del Paraná.

En esta línea, Quimey Gómez, miembro del proyecto Yaguareté y becaria doctoral de Conicet, comenta: “Es una posibilidad para mantenernos al ritmo que exige la conservación, donde los tiempos de respuesta pueden ser críticos”. Y remarca que la experiencia de los especialistas sigue siendo esencial.

Alarma mundial

El escenario de la conservación ambiental a nivel mundial es de alarma. Según el Informe Planeta Vivo 2024, realizado por la WWF Internacional, el tamaño promedio de las poblaciones de vida silvestre monitoreadas sufrieron un “catastrófico descenso” del 73% en tan solo 50 años (1970-2020). Las caídas más fuertes se dan en los ecosistemas de agua dulce (85%), seguido de los terrestres (69%) y los marinos (56%).

En lo que respecta a la Argentina, las principales especies amenazadas son el yaguareté, el venado de las pampas, el delfín franciscana, el tiburón escalandrún, el pecarí quimilero, la lagartija de las dunas, entre otras, de acuerdo a la Fundación Vida Silvestre.

A nivel mundial, empresas y fundaciones ya están haciendo uso de IA en diferentes ecosistemas. Tal es el caso de Rainforest Connection, una organización sin fines de lucro de Estados Unidos. Su principal desarrollo es la plataforma Guardian, cuyo objetivo es proteger a los bosques de actividades ilegales, como la tala ilegal y la caza furtiva.El dispositivo RFCx Guardian, desarrollado por el equipo de Rainforest Connection

En detalle, el dispositivo RFCx Guardian recopila datos del entorno en tiempo real vía satélite. Luego, la plataforma utiliza IA y aprendizaje automático para brindar información rápida sobre lo que sucede en los ecosistemas forestales, identificando comportamientos potencialmente peligrosos y ayudando a los guardabosques a detectar y detener actividades dañinas.

Por otro lado, en 2019 un grupo de científicos desarrolló, en conjunto con la empresa estadounidense Maxar Technologies, una técnica para monitorear elefantes en África sin necesidad de estar en su terreno. Para ello, utilizaron satélites capaces de tomar imágenes de alta resolución. Con la ayuda de algoritmos de IA, las fotografías se analizaron automáticamente para determinar la cantidad de ejemplares, su ubicación y movimiento.

Los modelos de predicción también representan un importante avance en el uso de IA. Estos predicen el futuro de diferentes especies según el escenario, como la presencia de ciertos factores de riesgo u otros animales.

Impacto ambiental

Si bien el creciente uso de IA genera expectativa, también es importante ser conscientes de su impacto ambiental, advierten desde Greenpeace. “Debemos ser cautelosos respecto de nuevas tecnologías que nos ofrecen soluciones aparentes, pero que pueden generar más presión sobre recursos altamente sobreexplotados”, señalan.

En esta línea, un reciente estudio de Greenpeace East Asia revela que el consumo de electricidad derivado de la fabricación de chips de IA se disparó en más del 350% a nivel mundial. ​

Kini Roesler, director del área de Ciencia de la Asociación Aves Argentinas, sostiene que, a pesar de los recaudos, la utilización de IA para la conservación de especies es muy pequeña en comparación a otros usos: “Generar imágenes en ChatGPT para hacer un chiste es un costo bastante superfluo, mientras que en conservación, que debe ser mínimo a nivel poblacional, es despreciable para el fin que se le está utilizando”.

El panorama local

En la Argentina, el escenario es alentador y ya son varias las organizaciones y fundaciones que decidieron implementar tecnología de vanguardia. El Proyecto Pantano es uno de ellos. En principio, el equipo incorporó drones para estudiar la distribución del ciervo de los pantanos en casi 1000 kilómetros a lo largo de tres años.

“Obtuvimos cerca de 55.000 fotografías que tuvimos que revisar en forma manual. Tras casi 14 meses de revisión, detectamos 190 ciervos diferentes. Esas imágenes fueron utilizadas para alimentar un algoritmo de IA, al que le enseñamos cómo distinguir a un ciervo en el paisaje forestal del Delta y cómo diferenciar a un ciervo de una vaca o de un carpincho”, explica Pereira. Y agrega que incluso el sistema logró descubrir ejemplares escondidos entre la vegetación, “difícilmente detectables para los observadores”, en cuestión de segundos. Con la ayuda de imágenes tomadas con drones, el equipo de Proyecto Pantano detectó 190 ciervos diferentes

Se trata de la primera vez en Sudamérica que existe una estimación robusta de la densidad poblacional de la especie, lo que permite alertar y tomar decisiones en caso de observar un descenso en la cantidad de ejemplares.

Quimey, del Proyecto Yaguareté, realiza un procedimiento similar para la reintroducción de la especie en Iberá, Corrientes. “Obtuvimos resultados sobre el cambio en la población del carpincho, que es la presa principal del yaguareté. Este tipo de información nos permite detectar y evaluar cambios ecológicos en una escala temporal mucho más cercana al tiempo real”, ilustra la especialista.

Por su parte, Moya creó, en conjunto con la Universidad Nacional de Misiones, un dispositivo entrenado con IA para detectar disparos en la selva. “Esto optimiza el trabajo de guardaparques ya que saben a dónde ir y cuándo hacerlo. El sistema también puede modificarse para detectar otros indicios sonoros, como motosierras, autos, personas o perros”, destaca. Actualmente, el artefacto se encuentra listo para realizar pruebas en entornos reales. El dispositivo creado por Sergio Moya para detectar disparos en la selva

En esta línea, el Observatorio de Biodiversidad del Bosque Atlántico (Obba) implementó la plataforma BirdNet, basada en redes neuronales profundas para la identificación de las vocalizaciones de especies, como aves e insectos. “Revelamos más de 1200 estaciones de muestreo con cámaras y grabadores en la provincia de Misiones, y las herramientas de IA nos ayudaron a identificar de forma sistemática más de 200 especies de aves, 30 de mamíferos y 15 de anfibios”, detalla Diego Varela, coordinador del Obba.

En tanto, la empresa Nideport, especializada en soluciones basadas en la naturaleza para la restauración de ecosistemas, cuenta con una amplia gama de herramientas tecnológicas desplegadas a lo largo y ancho de la selva paranaense que van desde sensores y radares hasta satélites, conectadas a un sistema central de IA, según explica Juan Nuñez, CEO y cofundador de la compañía.

Recientemente, se logró identificar la presencia de una yaguareté hembra con su cría, así como también se registró el canto de un ave de la que no se tenía registro en el país hace más de 80 años.

Para los expertos consultados por este medio, el futuro es prometedor, aunque señalan como fundamental no perder de vista el verdadero objetivo. “Me cuesta imaginar qué cosas existirán mañana. Sólo espero que ‘el árbol no nos tape el bosque’”, reflexiona Pereira.

“Me preocupa que cuando esa inteligencia superior analice los datos, comprenda los ciclos de la vida y nos diga -con la fría claridad de la lógica- que debemos conservar la naturaleza, proteger la selva y detener la destrucción de nuestros ecosistemas, simplemente no la escuchemos y elijamos ignorarla, como ya está pasando”, concluye Moya.