'Yellowjackets' resuelve algunas dudas y deja a todas sus protagonistas ante el abismo

La tercera temporada, que estrena recientemente su final en Movistar Plus+, se pierde en devaneos narrativos y genera cierta frustración, con la serie sin renovación confirmada para una cuarta temporada

May 1, 2025 - 06:32
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'Yellowjackets' resuelve algunas dudas y deja a todas sus protagonistas ante el abismo

Yellowjackets inició en febrero de este año su temporada clave. Ha llovido mucho desde la emisión del último capítulo de la anterior, en mayo de 2023. Pero además, resulta que la segunda temporada de esta serie de Showtime, que en España se puede ver en la plataforma de dicha compañía y en Movistar Plus+, no resolvía casi ninguna de las grandes intrigas de la serie. Y, para más inri, perdía a uno de sus personajes más atractivos, despidiéndose del turbio magnetismo de una fantástica Juliette Lewis.

El reto principal era elevar la moral del espectador con una temporada que apostase por resolver dudas en lugar de seguir abonando el camino del misterio, para no generar frustración ni caer en el juego de rizar el rizo. A la luz de los acontecimientos, se puede decir que lo consigue pero solo en parte. El gran contraste de esta temporada es que lo que funciona, funciona muy bien, pero lo que no… Cada vez parece más desnortado y falto de peso dramático.

Lo que comenzó siendo la historia de las supervivientes de un equipo de un instituto de Nueva Jersey que sufre un accidente de avión mientras sobrevuela los gigantescos bosques de Canadá, es hoy un thriller con toques sobrenaturales y una pizca de comedia negra eficaz y desesperante a partes iguales. Vistos los datos de audiencia en Estados Unidos, y a la espera de una plausible renovación para una cuarta temporada, la serie creada a cuatro manos por Ashley Lyle y Bart Nickerson debe decidir qué quiere ser.

La pugna por el relato: lo más interesante de 'Yellowjackets'

Yellowjackets está narrada en dos líneas temporales. Una sigue las andanzas de las jóvenes adolescentes luchando por la supervivencia de una naturaleza tan aterradora como bella –precisamente por el mismo motivo–. La otra se sitúa 25 años después del accidente, y conecta las vidas de las supervivientes en su gestión del trauma, sus tribulaciones diarias, sus secretos familiares y el caos emocional que subyace en su aparentemente apacible vida.

La pugna narrativa entre las dos cosmovisiones que nos presentan de cada personaje sigue siendo, hasta el momento, el gran fuerte de Yellowjackets. Cada línea temporal no solo desarrolla la personalidad de las protagonistas, también plantea sus propios dramas al margen del gran misterio –el agujero del donut– de cómo volvieron a casa las adolescentes. Por momentos, de hecho, resulta genuinamente brillante como hace dialogar el desarrollo de una versión adolescente de una de sus protagonistas en sentido opuesto al de su versión adulta.

En su retorcida lección ejemplar del arte del montaje, Yellowjackets tiene algo profundamente humano: se alimenta de las contradicciones y mentiras que nos contamos a nosotros mismos para seguir en pie. Hurga en la herida del alma de cada una de sus jugadoras de futbol, para ofrecer de ellas lo mejor y lo peor, sin dejarse nada. Melanie Lynskey, Christina Ricci o Lauren Ambrose no opacan a sus versiones adolescentes interpretadas por Sophie Nélisse, Samantha Hanratty o Liv Hewson. Ni viceversa: todo encaja incluso cuando no debiera hacerlo.

Yellowjackets plantea así una maravillosa, aunque terrorífica, reflexión sobre la superación de traumas, la oscura e inteligente forma que tenemos de presentarnos en sociedad como una cosa y albergar dentro otra, los subterfugios de la mente para reconstruir a su antojo el propio pasado y para, en definitiva, dar sentido a existencias puramente inerciales. Y lo hace a través del lenguaje del terror con puntuales fugas, que en esta temporada están más presentes que nunca, hacia el humor negro.

Una temporada sin brillo pero con respuestas

Karyn Kusama, la directora de las estupendas Jennifer's Body o La invitación, firmó no solo el piloto de Yellowjackets, sentando en cierto modo las bases estéticas del relato, también el último de la segunda. El capítulo, magistralmente titulado como Cuentacuentos –ahondando en cómo los personajes se narran a sí mismos–, venía a cerrar una etapa aunque no lo supiéramos. En esta tercera temporada nada sobresale especialmente en lo formal, ni siquiera cuando más lo necesita, como es el caso de su finale dirigida por el coguionista de toda la serie, Bart Nickerson.

Tampoco en lo narrativo tenemos gran cosa que aplaudir. Por los vaivenes del personaje de Simone Kessell, la resolución de la trama de Sarah Desjardins o los destinos de Lauren Ambrose, Elijah Wood o Steven Krueger, se diría que los guionistas no sabían qué hacer con tanto casting –todas actuaciones más que dignas, cabe decir–. Empeñados en abrir subtramas y otorgar relevancia a personajes que habían sido un cero a la izquierda hasta ahora –como es el caso de la sonrojante contribución de la oscarizada Hilary Swank a la temporada–, Ashley Lyle y Bart Nickerson entregan la temporada más desnortada de la serie hasta la fecha.

Y sin embargo, la sensación de satisfacción por la conexión que establece el final de lo emitido hasta ahora con la primera temporada es palpable. La resolución de algunos de los mayores interrogantes que atosigaban al guion ofrece un respiro, la idea de un plan. Y eso tranquiliza al espectador y cierra una etapa para muchos de los principales personajes, especialmente para Shauna y para la versión joven de Natalie interpretada por una fantástica Sophie Thatcher –sin duda lo mejor de la olvidable pero disfrutable La acompañante de Drew Hancock–.

Lo anecdótico y claramente humorístico del primer signo de humanidad fuera de las supervivientes en el pasado, lo fácil que impregnan sus imágenes más perturbadoras, así como el clímax de la temporada encapsulado en sus últimos dos episodios –disponibles desde el 19 y el 23 de abril en Movistar Plus+–, ofrece grandes momentos. Algunos de ellos realmente inspirados. Y sí: abre la puerta a una esperanza concretada en que esta serie podría no haber dado aún su do de pecho.

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