Una superstición marinera sigue marcando normas en tierra firme: nada de encender cigarrillos con velas
Supervivencia - La creencia no se basa en maldiciones ni en supersticiones irracionales, sino en una lógica social que vinculaba el acto con una pérdida económica que podía traducirse en consecuencias gravesDe dónde vienen las supersticiones Los marineros se enfrentan al oleaje, a tormentas que estallan sin previo aviso, a jornadas interminables bajo un sol que abrasa o un viento que corta. Navegan sin saber si volverán, entre aparejos mojados y cubiertas que resbalan. Su vida es una apuesta constante contra el mar, el tiempo y la suerte. Las personas que salen al mar arriesgan sus vidas, no necesitan un empujón extra para morir. Y sin embargo, aún hay quien cree que basta con encender un cigarrillo de la forma equivocada para que uno de ellos no regrese. Cuando vender cerillas era cuestión de vida o hambre La superstición está muy extendida en el norte y este de Europa, especialmente en países con larga tradición pesquera, como Islandia, Noruega o Alemania. Allí, encender un cigarro con la llama de una vela no es un simple gesto sin importancia, sino algo que muchos siguen viendo como una falta de respeto hacia quienes viven del mar. Los que conocen la historia entienden por qué, aunque hoy ya no tenga efectos reales. Durante generaciones, muchos hombres del mar tenían que buscar formas de sobrevivir en tierra firme mientras pasaba el invierno. No había subsidios ni contratos estables, así que una de las maneras más habituales de ganarse unas monedas era vendiendo cerillas. Vender cerillas era cuestión de supervivencia para muchos marineros durante los largos inviernos sin faena Si la gente optaba por encender sus cigarrillos directamente con velas, se reducían las ventas. Y si un marinero no conseguía vender lo suficiente, corría el riesgo de pasar hambre. Esa idea fue calando hasta convertirse en superstición. A día de hoy, sigue habiendo quien reacciona con incomodidad o hasta con enfado si ve a alguien acercar el cigarro a una vela. En algunos bares de Reikiavik, por ejemplo, no resulta extraño que otro cliente se adelante a impedirlo sin dar explicaciones. Puede parecer exagerado, pero en esos lugares se ha transmitido durante décadas la idea de que ese pequeño gesto puede costar una vida. Según explican diversas fuentes etnográficas y culturales, la frase popular que resume esta creencia es simple y tajante: “Si enciendes un cigarro con una vela, muere un marinero”. No hay referencias al azar ni a lo sobrenatural. El vínculo entre el acto y la desgracia no viene de dioses ni maldiciones, sino de una lógica social muy concreta. Aunque hoy los marineros no dependen de vender cerillas para subsistir, la costumbre de no usar velas para encender cigarrillos se mantiene Algunas guías de comportamiento para turistas, especialmente en Alemania y los países nórdicos, incluyen esta advertencia junto a otras normas informales

Supervivencia - La creencia no se basa en maldiciones ni en supersticiones irracionales, sino en una lógica social que vinculaba el acto con una pérdida económica que podía traducirse en consecuencias graves
De dónde vienen las supersticiones
Los marineros se enfrentan al oleaje, a tormentas que estallan sin previo aviso, a jornadas interminables bajo un sol que abrasa o un viento que corta. Navegan sin saber si volverán, entre aparejos mojados y cubiertas que resbalan. Su vida es una apuesta constante contra el mar, el tiempo y la suerte.
Las personas que salen al mar arriesgan sus vidas, no necesitan un empujón extra para morir. Y sin embargo, aún hay quien cree que basta con encender un cigarrillo de la forma equivocada para que uno de ellos no regrese.
Cuando vender cerillas era cuestión de vida o hambre
La superstición está muy extendida en el norte y este de Europa, especialmente en países con larga tradición pesquera, como Islandia, Noruega o Alemania. Allí, encender un cigarro con la llama de una vela no es un simple gesto sin importancia, sino algo que muchos siguen viendo como una falta de respeto hacia quienes viven del mar. Los que conocen la historia entienden por qué, aunque hoy ya no tenga efectos reales.
Durante generaciones, muchos hombres del mar tenían que buscar formas de sobrevivir en tierra firme mientras pasaba el invierno. No había subsidios ni contratos estables, así que una de las maneras más habituales de ganarse unas monedas era vendiendo cerillas.
Si la gente optaba por encender sus cigarrillos directamente con velas, se reducían las ventas. Y si un marinero no conseguía vender lo suficiente, corría el riesgo de pasar hambre.
Esa idea fue calando hasta convertirse en superstición. A día de hoy, sigue habiendo quien reacciona con incomodidad o hasta con enfado si ve a alguien acercar el cigarro a una vela. En algunos bares de Reikiavik, por ejemplo, no resulta extraño que otro cliente se adelante a impedirlo sin dar explicaciones. Puede parecer exagerado, pero en esos lugares se ha transmitido durante décadas la idea de que ese pequeño gesto puede costar una vida.
Según explican diversas fuentes etnográficas y culturales, la frase popular que resume esta creencia es simple y tajante: “Si enciendes un cigarro con una vela, muere un marinero”. No hay referencias al azar ni a lo sobrenatural. El vínculo entre el acto y la desgracia no viene de dioses ni maldiciones, sino de una lógica social muy concreta.
Algunas guías de comportamiento para turistas, especialmente en Alemania y los países nórdicos, incluyen esta advertencia junto a otras normas informales que conviene conocer para no incomodar a los locales. Aunque hoy ya no haya marineros vendiendo cerillas en las esquinas, la costumbre se mantiene viva como parte de un respeto simbólico hacia quienes viven del mar.
Hay otras supersticiones similares en contextos militares o de riesgo. Una de ellas prohíbe encender tres cigarrillos con la misma cerilla. Se dice que, durante las guerras, al prender el primero se alertaba al francotirador, al segundo se le daba tiempo a apuntar y el tercero podía acabar muerto antes de dar la primera calada.
El respeto se mantiene aunque el mundo haya cambiado
Este tipo de creencias no tienen tanto que ver con lo mágico como con la necesidad de encontrar cierto control frente a lo impredecible. El psicólogo Stuart Vyse ha explicado que “cuando algo importante está en juego y el resultado es incierto, las supersticiones tienden a aparecer para llenar ese vacío y hacernos sentir más seguros”.
Hoy en día los marineros trabajan durante todo el año, con condiciones más estables, sin depender de pequeños ingresos en tierra. Aun así, la superstición sobre la vela sigue teniendo fuerza. No tanto por lo que implica de forma literal, sino como recordatorio implícito de lo dura que fue, y es, la vida en el mar. Basta con respetarla.