Sevilla pierde el monopolio de la Giralda con la inesperada aparición de su gemela en América
Hermanas - La réplica de cuarenta metros instalada en Kansas City desde 1967 no imita por imitar, sino que reivindica un vínculo cultural Qué hace el escudo del águila en un centro comercial de Kansas City En mitad de una ciudad donde los filetes se ahúman durante horas y el jazz brota de las esquinas, aparece una torre que no pinta nada… hasta que se entiende por qué está ahí. Levanta la vista y de pronto, estás en Sevilla. O algo parecido. No hay giraldillo y el ladrillo es americano, aunque el alma suena a Feria. Hay lugares que no tienen por qué parecerse y, sin embargo, lo hacen. En Kansas City, dentro del Country Club Plaza, hay una réplica de la Giralda que mide cuarenta metros y fue inaugurada en 1967 con el alcalde de Sevilla, Félix Moreno de la Cova, presente en el acto. El complejo comercial no solo adoptó esa torre como elemento decorativo: la integró como se integra una reliquia en casa ajena, con respeto, detalle y cierta admiración. Frente a ella, también se levantó una fuente inspirada en la de la Plaza Virgen de los Reyes, diseñada por Bernhard Zuckerman para reforzar esa conexión andaluza y estadounidense que nadie pidió, pero que encajó como un guante. La visita a Sevilla que terminó en hermanamiento transatlántico La relación entre ambas ciudades no nació con la torre, aunque esta sirvió para consolidarla. En 1966, durante una visita a la Feria de Abril, Miller Nichols —hijo del urbanista J.C. Nichols— quedó impresionado por el ambiente sevillano. Aquel viaje fue decisivo: poco después, Kansas City y Sevilla formalizaron su hermanamiento, con Ilus W. Davis como alcalde de la ciudad estadounidense. En Estados Unidos hay una Giralda Lo curioso es que todo empezó mucho antes. J.C. Nichols, impulsor del diseño urbanístico del Country Club Plaza, ya había visitado Sevilla en 1922. Aquella primera impresión le sirvió para dar forma a un distrito comercial donde las farolas, los arcos y los revestimientos recordaran al sur de España. No llegó a construir su Giralda entonces, pero dejó la idea sembrada. Décadas más tarde, su hijo recogió el testigo. Sevilla también puso de su parte, con avenida propia y regalo a caballo En Sevilla tampoco se quedaron cortos. Como muestra del hermanamiento, se dio el nombre de Avenida de Kansas City al último tramo de una de las principales vías de acceso a la ciudad, que conecta directamente con la estación de trenes de Santa Justa. Sevilla también rinde homenaje a su ciudad hermana En esa avenida se instaló un regalo singular: una estatua ecuestre bautizada como El Explorador, obra del escultor estadounidense Cyrus Edwin Dallin, que representa a un indígena a caballo. Fue un obsequio de Kansas City con motivo de la Expo del 92, y desde entonces forma parte del paisaje urbano sin hacer demasiado ruido, pero dejando claro que en la capital andaluza también hay un puente invisible cruzando el

Hermanas - La réplica de cuarenta metros instalada en Kansas City desde 1967 no imita por imitar, sino que reivindica un vínculo cultural
Qué hace el escudo del águila en un centro comercial de Kansas City
En mitad de una ciudad donde los filetes se ahúman durante horas y el jazz brota de las esquinas, aparece una torre que no pinta nada… hasta que se entiende por qué está ahí. Levanta la vista y de pronto, estás en Sevilla. O algo parecido. No hay giraldillo y el ladrillo es americano, aunque el alma suena a Feria. Hay lugares que no tienen por qué parecerse y, sin embargo, lo hacen.
En Kansas City, dentro del Country Club Plaza, hay una réplica de la Giralda que mide cuarenta metros y fue inaugurada en 1967 con el alcalde de Sevilla, Félix Moreno de la Cova, presente en el acto. El complejo comercial no solo adoptó esa torre como elemento decorativo: la integró como se integra una reliquia en casa ajena, con respeto, detalle y cierta admiración.
Frente a ella, también se levantó una fuente inspirada en la de la Plaza Virgen de los Reyes, diseñada por Bernhard Zuckerman para reforzar esa conexión andaluza y estadounidense que nadie pidió, pero que encajó como un guante.
La visita a Sevilla que terminó en hermanamiento transatlántico
La relación entre ambas ciudades no nació con la torre, aunque esta sirvió para consolidarla. En 1966, durante una visita a la Feria de Abril, Miller Nichols —hijo del urbanista J.C. Nichols— quedó impresionado por el ambiente sevillano. Aquel viaje fue decisivo: poco después, Kansas City y Sevilla formalizaron su hermanamiento, con Ilus W. Davis como alcalde de la ciudad estadounidense.
Lo curioso es que todo empezó mucho antes. J.C. Nichols, impulsor del diseño urbanístico del Country Club Plaza, ya había visitado Sevilla en 1922. Aquella primera impresión le sirvió para dar forma a un distrito comercial donde las farolas, los arcos y los revestimientos recordaran al sur de España. No llegó a construir su Giralda entonces, pero dejó la idea sembrada. Décadas más tarde, su hijo recogió el testigo.
Sevilla también puso de su parte, con avenida propia y regalo a caballo
En Sevilla tampoco se quedaron cortos. Como muestra del hermanamiento, se dio el nombre de Avenida de Kansas City al último tramo de una de las principales vías de acceso a la ciudad, que conecta directamente con la estación de trenes de Santa Justa.
En esa avenida se instaló un regalo singular: una estatua ecuestre bautizada como El Explorador, obra del escultor estadounidense Cyrus Edwin Dallin, que representa a un indígena a caballo. Fue un obsequio de Kansas City con motivo de la Expo del 92, y desde entonces forma parte del paisaje urbano sin hacer demasiado ruido, pero dejando claro que en la capital andaluza también hay un puente invisible cruzando el Atlántico.
Ni copia ni réplica: una manera de decir “te admiro” con ladrillo
Aunque la réplica de la Giralda no tenga función religiosa ni vaya acompañada de una catedral, su valor está en lo que representa. No por intentar emular a la original, sino por mostrar hasta qué punto una ciudad puede admirar a otra sin necesidad de compartir idioma, cultura o historia común. Lo importante no es lo idéntica que sea, sino lo lejos que ha llegado.
Al final, la torre en Kansas City no sustituye a nada, pero tampoco pretende hacerlo. Solo ofrece una versión paralela de algo muy sevillano, plantado en tierra de barbacoas, jazz y urbanismo made in USA. Y eso, visto con cierta perspectiva, tiene su gracia.