Santiago Artemis: el diseñador habla de su lucha contra el alcoholismo y la depresión

El enfant terrible de la moda vuelve al ruedo y cuenta cómo sobrevivió a los prejuicios mientras libraba sus propias batallas

May 10, 2025 - 05:07
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Santiago Artemis: el diseñador habla de su lucha contra el alcoholismo y la depresión

Hay algo de desorden en el nuevo atelier del diseñador Santiago Artemis. Las revistas Burda que heredó de su abuela apiladas en el piso, los retratos de estrellas de la época de oro de Hollywood, la bibliografía de su amada Lady Di y los percheros llenos de vestidos sinuosos para divas en todos los talles y colores. Pero a diferencia de años anteriores, hoy faltan las luces incandescentes en cada aparición pública de quien fue un niño precoz de la moda vernácula. Aún sin perder el costado lúdico que lo caracteriza, sus hombreras extralarge y esos looks tan excéntricos con los que sorprende, se puede vislumbrar que hay una persona diferente. “Crecí. A los golpes, pero crecí”, asegura el chico que vino solo de Ushuaia y que rápidamente logró vestir a celebrities como Lali Espósito, Xuxa o Katy Perry hasta convertirse él mismo en figura pública. Alguien que de pronto se encontró sumamente expuesto, que no supo manejarlo y tuvo que replantearse su vida tras caer en el mundo del alcoholismo y la cancelación. Hoy, “otra vez en el lado del sol”, como le gusta decir, quiere cambiar el ritmo y mirar todo desde un lugar más maduro, mientras se prepara para su reinvención con un megadesfile para el mes de octubre en la Embajada de Francia y las segundas partes de su serie No hay tiempo para la vergüenza y de su libro El chico del fin del mundo.

–Arrancás 2025 con todo, pero no tuviste un fin de año muy feliz...

–Fue satánico. Me tropecé, literal y emocionalmente, con mis tacos. Y me dolió mucho. Nunca había visto gente siendo tan mala en las redes. Nunca imaginé que podía ser tan cierto ese concepto de hacer leña del árbol caído.

–¿Qué detonó todo?

–Lady Di no pudo lidiar con la presión que tuvo tan temprano en su vida y se volvió bulímica. Y fue lo mismo que a mí me paso con el alcohol. Arranqué a los 29. Era un tema social que después se desparramó como un fuego forestal. No me gustaba el alcohol, lo tomaba para no sentir tanta presión de tener que ser Santiago Artemis. Llega un punto en la vida en que te hastiás de ciertas cosas y necesitás centrarte en el otro para volver a emocionarte. Hacer cosas que tienen que ver con el otro, no conmigo. Odio la palabra fama, la detesto.Junto a la cantante Katy PerryXuxa, otra de las famosas que vistió

–¿Qué buscabas entonces?

–Buscaba aceptación y amor. El que no recibí de chico. Cuando en el colegio había que armar un grupo para lo que fuera, siempre era el último en ser elegido, o me decían: “Todo bien con vos, pero no te voy a invitar a mi cumpleaños”. Siempre sentí que había algo que a la gente no le gustaba de mí. Pero yo soy como soy. Encandilo como un sol, sé que te ilumino y te quemo a la vez.

–¿Cómo vivías esos rechazos?

–Sentía mucha angustia. Mi madre, que es una genia y una guerrera que siempre me defendió, el otro día empezó a hablar maravillas de mi sobrino mientras comíamos. Entonces le dije: “Qué raro, nunca hablás así de mí”. Y ella me contestó: “Es que vos eras todo un tema. Eras afeminado y yo te defendía, pero eras un montón, demasiado complicado”. Por eso recién cuando me vine a Buenos Aires me sentí aceptado. Buenos Aires me abrió la primera puerta hace 16 años.Una escena de su docuserie

–¿Acá no fuiste rechazado?

–Pasaban cositas. Iba a cursar el CBC con unas hombreras gigantescas y el profesor me decía: “¿Dónde dejaste el cohete?” y toda la clase se reía. Y yo contestaba: “Creo que en la esquina”. Siempre fui provocador, pero nunca jodí a nadie. Soy de los que, si no gana, la empata.

–Naciste en Ushuaia, fuiste criado por tu madre en la religión mormona y tu padre tenía un burdel. Viviste en un mundo de contradicciones.

–Absolutamente. Y eso me enseñó a no criticar. Primero, porque si abro la boca, lo que digo termina en el programa de la tarde, y segundo porque realmente me enoja ser el hijo de alguien que toma a la mujer como objeto, mas allá de mi formación religiosa. Justo yo, que visto y adoro a las mujeres. Es lo mismo que cuando me tildan de homofóbico : ¡hola, soy gay!En Ushuaia, la ciudad donde nació

–Pero alguna vez dijiste que no sos parte de la comunidad gay...

–Es que no pertenezco. Yo soy gay los 365 días del año, no necesito un día para festejarlo. Entiendo la lucha y que hemos sido castigados, golpeados, asesinados, lo entiendo todo. Yo padecí un montón de cosas que ni puedo decir, pero no necesito afiliarme a nada para valorar lo que soy. Lamentablemente, no ser parte de nada te genera conflictos. Soy más estigmatizado y me la banco. Si nadie me quiere, que no me quieran. Yo no soy plastilina que me voy a moldear para agradar al otro. No le hago mal a nadie, no molesto a nadie. Soy un hijo de Dios y creo en Dios. En un país donde parece que si un gay habla de Dios es un ridículo.

–¿Qué te pasó con el alcohol?

–Es algo social, que se puede poner arriba de la mesa. Yo no consumía ninguna droga, pero me estaba destruyendo con el alcohol. Empecé en la pandemia. Antes de eso era la Virgen María. No sabía lo que era emborracharse. Al principio fue social. Siempre tuve una personalidad algo enloquecida, pero eso me potenciaba. De las copas saltaban los mil Santis. Era una ruleta. Del bajón a la agresión: de llorar todo el día a no bancar a nadie y ponerme violento. Y todo venía del estrés de ser Santiago Artemis. Empecé a darme cuenta en 2023, pero el año pasado tuve una recaída, donde conocí la depresión. No quería salir de mi casa. Mi trabajo, intachable. Cumplir, cumplir, siempre, pero después me metía en la cama. Santiago junto a Dionisio Heiderscheid y Daniela Urzi En un desfile de Bafweek

–¿Podías con todas las responsabilidades?

–Siempre fui una persona funcional. Pero tenía muchas presiones con respecto a las expectativas y las exigencias: las personales y las que las personas ponen sobre vos. Yo siempre quise separar el diseñador del pibe. El pibe se estaba haciendo mierda; el diseñador estaba quebrado, pero siempre respondiendo, siempre responsable. Y eso provocaba que todos tuvieran un Artemis diferente bajo los efectos del alcohol: estaba el que te decía “yo lo vi re bien” y otro que me veía re mal.

–¿Qué enseñanza te dejó ese sube y baja en tu vida?

–Salir a flote siempre depende de uno. Es un hecho que, si alguien te viene a rescatar y vos no querés, es imposible. Podés tener todo lo que querés, éxito, la serie, el libro, el amor que te demuestra la gente cuando te para en la calle, pero si no tenés amor propio, de nada sirven. Amarse a uno mismo es lo que hace que las cosas cambien. Fue un capítulo en mi vida del cual estoy tan avergonzado, pero a la vez agradecido, porque si no hubiese caído hubiera seguido en un tole-tole que no sé dónde me hubiese llevado. Fue la crisis que me hizo crecer.

–¿A qué tipo de mujer viste hoy Artemis?

–A la que me quiera buscar. El tema con la mujer argentina es que sabe lo que quiere, pero no se lo pone porque le da miedo, o vergüenza. Quiere ser Audrey Hepburn y a la vez la “zorrita de Tequila”. No funciona así, sos una cosa o la otra. En cuanto a mí, si yo puedo hacer feliz a una mujer con mis manos, con mis dibujos y mi cabeza, es lo único que necesito.