De la sorpresa a la incredulidad: los vecinos de chalé de Oviedo lamentan no haber ayudado antes a tres niños "inocentes"

Residentes de esta zona rural ovetense desconocían que un matrimonio y sus hijos de 8 y 10 años habitaba un chalé a escasos metros de sus casas. Muestran su estupefacción al descubrir que los menores sufrían aislamiento y vivían en condiciones de insalubridadBuscan a familiares del matrimonio que tenía retenidos y sin escolarizar desde 2021 a sus tres hijos menores en Oviedo En la falda del monte Naranco se sitúa el pueblo de Toleo, a menos de dos kilómetros de la capital asturiana, entre Fitoria y Cuyences, donde están empadronados 155 residentes. El boom urbanístico de finales de los 90 del siglo pasado dejó su impronta con la construcción de viviendas unifamiliares. En uno de estos chalés se censó, a través de una agencia inmobiliaria, el alemán Christian S., de 53 años, quien en 2021 eligió esta tranquila zona rural ovetense como el lugar perfecto para instalarse con su familia. En este chalé de color rosa había vivido anteriormente el exfutbolista Susaeta cuando se trasladó al Principado tras fichar en 2013 por el equipo de fútbol del Real Oviedo. Posteriormente en esa misma casa vivió un matrimonio con niños y sus últimos ocupantes eran una pareja a la que los vecinos habían visto en varias ocasiones paseando a sus galgos. Desde que estos últimos inquilinos habían abandonado la vivienda, apenas se había visto movimiento de puertas para afuera. Los vecinos más cercanos jamás sospecharon que en su interior pasaran día y noche una familia completa durante cuatro años. Ni salían al patio, ni a la calle Un aislamiento voluntario del matrimonio y forzado para los menores que se rompió gracias a una vecina, Silvia, que estaba segura de que había escuchado “voces de niños” y había visto el movimiento de cortinas en una ventana coincidiendo con el momento en que el padre recogía los pedidos de comida o la correspondencia. Sin embargo, los menores no salían a la calle, ni al patio, ni al jardín, ni estaban siquiera escolarizados. Cartel a la entrada del camino de acceso al chalé de la familia. Silvia contactó con el Servicio de Familia e Infancia del Ayuntamiento de Oviedo. Su alerta activó toda la maquinaria policial y judicial. La Concejalía de Seguridad Ciudadana puso el caso en conocimiento de la Fiscalía de Menores y la letrada del menor. La Policía Local vigiló la vivienda durante 14 días y el día 28 se llevó a cabo la detención del matrimonio y la liberación de los menores. Operativo policial el día del 'gran apagón' Ese día, coincidiendo con la jornada del gran apagón que dejó al país a oscuras, los agentes de la Policía Local afrontaban el caso más complejo que ha registrado en la capital asturiana entre la sorpresa, la incredulidad, la perplejidad y el desconcierto de los vecinos. Pese a los numerosos intentos de este periódico para contactar con Silvia ha resultado imposible. Una atención mediática que ha llenado la localidad de turistas, curiosos y periodistas. La expectación en Alemania Hasta el pueblo se han desplazado periodistas de varios medios nacionales e incluso extranjeros, como los enviados especiales del diario alemán Bild que han reconocido que esta noticia ha acaparado numerosos titulares en su país, donde se está siguiendo con mucha atención. Los residentes en Toleo tampoco salen de su asombro por las particularidades de esta situación y muestran abiertamente su estupefacción según van descubriendo los detalles de este escabroso caso. “Creíamos que no vivía nadie” Todos los vecinos con los que elDiario.es Asturias ha podido hablar desde que el pasado lunes, 28 de abril, se conoció el sufrimiento de los menores han lamentado no haber podido ayudar antes a los niños. Marino Guardado vive desde hace 23 años en Toleo. Su domicilio está ubicado a escasos metros de la vivienda rosa, a la que el propio comisario principal de la Poli

May 4, 2025 - 05:35
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De la sorpresa a la incredulidad: los vecinos de chalé de Oviedo lamentan no haber ayudado antes a tres niños "inocentes"

De la sorpresa a la incredulidad: los vecinos de chalé de Oviedo lamentan no haber ayudado antes a tres niños "inocentes"

Residentes de esta zona rural ovetense desconocían que un matrimonio y sus hijos de 8 y 10 años habitaba un chalé a escasos metros de sus casas. Muestran su estupefacción al descubrir que los menores sufrían aislamiento y vivían en condiciones de insalubridad

Buscan a familiares del matrimonio que tenía retenidos y sin escolarizar desde 2021 a sus tres hijos menores en Oviedo

En la falda del monte Naranco se sitúa el pueblo de Toleo, a menos de dos kilómetros de la capital asturiana, entre Fitoria y Cuyences, donde están empadronados 155 residentes. El boom urbanístico de finales de los 90 del siglo pasado dejó su impronta con la construcción de viviendas unifamiliares. En uno de estos chalés se censó, a través de una agencia inmobiliaria, el alemán Christian S., de 53 años, quien en 2021 eligió esta tranquila zona rural ovetense como el lugar perfecto para instalarse con su familia.

En este chalé de color rosa había vivido anteriormente el exfutbolista Susaeta cuando se trasladó al Principado tras fichar en 2013 por el equipo de fútbol del Real Oviedo. Posteriormente en esa misma casa vivió un matrimonio con niños y sus últimos ocupantes eran una pareja a la que los vecinos habían visto en varias ocasiones paseando a sus galgos.

Desde que estos últimos inquilinos habían abandonado la vivienda, apenas se había visto movimiento de puertas para afuera. Los vecinos más cercanos jamás sospecharon que en su interior pasaran día y noche una familia completa durante cuatro años.

Ni salían al patio, ni a la calle

Un aislamiento voluntario del matrimonio y forzado para los menores que se rompió gracias a una vecina, Silvia, que estaba segura de que había escuchado “voces de niños” y había visto el movimiento de cortinas en una ventana coincidiendo con el momento en que el padre recogía los pedidos de comida o la correspondencia.

Sin embargo, los menores no salían a la calle, ni al patio, ni al jardín, ni estaban siquiera escolarizados.

Cartel a la entrada del camino de acceso al chalé de la familia.

Silvia contactó con el Servicio de Familia e Infancia del Ayuntamiento de Oviedo. Su alerta activó toda la maquinaria policial y judicial.

La Concejalía de Seguridad Ciudadana puso el caso en conocimiento de la Fiscalía de Menores y la letrada del menor. La Policía Local vigiló la vivienda durante 14 días y el día 28 se llevó a cabo la detención del matrimonio y la liberación de los menores.

Operativo policial el día del 'gran apagón'

Ese día, coincidiendo con la jornada del gran apagón que dejó al país a oscuras, los agentes de la Policía Local afrontaban el caso más complejo que ha registrado en la capital asturiana entre la sorpresa, la incredulidad, la perplejidad y el desconcierto de los vecinos.

Pese a los numerosos intentos de este periódico para contactar con Silvia ha resultado imposible. Una atención mediática que ha llenado la localidad de turistas, curiosos y periodistas.

La expectación en Alemania

Hasta el pueblo se han desplazado periodistas de varios medios nacionales e incluso extranjeros, como los enviados especiales del diario alemán Bild que han reconocido que esta noticia ha acaparado numerosos titulares en su país, donde se está siguiendo con mucha atención.

Los residentes en Toleo tampoco salen de su asombro por las particularidades de esta situación y muestran abiertamente su estupefacción según van descubriendo los detalles de este escabroso caso.

“Creíamos que no vivía nadie”

Todos los vecinos con los que elDiario.es Asturias ha podido hablar desde que el pasado lunes, 28 de abril, se conoció el sufrimiento de los menores han lamentado no haber podido ayudar antes a los niños.

Marino Guardado vive desde hace 23 años en Toleo. Su domicilio está ubicado a escasos metros de la vivienda rosa, a la que el propio comisario principal de la Policía Local, Francisco Javier Lozano, ha definido como “la casa de los horrores” por la imagen que describieron los agentes de habitaciones con restos de pañales usados, con muchísimos medicamentos comprados on line y mucha basura.

“Es un escándalo esta noticia. En estos cuatro años que llevaba alquilada la casa a este matrimonio alemán con tres hijos jamás vi a nadie, ni a un señor, ni a una señora, ni a los niños, ni a un perro, ni a un gato. Para mí no había nadie y, por lo tanto, no había ninguna actividad”, explica asombrado.

“Una prueba era que el jardín que está justo delante de casa tiene la hierba muy alta –comenta– y si hubiera un perro o una persona que pasara dejaría una huella o un rastro y ahí no hay nada. No sé si lo segarían o cómo harían, pero en principio demuestra que no hay absolutamente nada”.

“No nos enteramos en estos cuatro años”

Admite que les causó “estupor y un coraje tremendo por no enterarnos de nada pese a vivir aquí al lado para poder hacer algo por estos niños inocentes, pero así es la vida y así es la historia”, dice con resignación.

Marino no puede describir cómo era el matrimonio, ni qué vida hacían junto a los niños, porque nunca les vio ni oyó nada: “No tengo ni idea de cómo es el matrimonio, porque jamás los vi, nunca”, recalca.

La familia se autoconfinó en el pequeño pueblo de Toleo, en la zona rural ovetense.

La misma sensación de impotencia por no haber podido ayudar a la familia es la que tienen las monjas de clausura del convento de Las Carmelitas Descalzas, que lleva desde 1980 en Toleo y que está ubicado a escasos metros del chalé rosa.

“Pensábamos que estaba vacío, porque el jardín no estaba cuidado, no había ninguna señal de vida en el interior. En ese chalé había vivido antes un matrimonio con niños y más tarde una pareja que tenía galgos, pero desde que estos últimos se fueron creíamos que ya no había nadie viviendo ahí”, explica la hermana Teresa.

El único contacto que las monjas de clausura tienen con el exterior es a través de la ventana por la que venden sus pastas, bizcochos o tartas y ninguno de los residentes que acude a comprar les comentó que estuviera una familia residiendo en la vivienda.

“Quedamos más que sorprendidas al conocer que hay gente sufriendo al lado tuyo y no lo has sabido”, se lamenta.

“Nunca vimos a la mujer, ni a los niños”

El cartero Julio Luque es de las pocas personas que han llegado a tener contacto con el padre. Él acudía regularmente a la vivienda desde hace tres años y pensó siempre que Christian S. era el único residente. Jamás vio a la mujer, ni a los niños.

“El alemán siempre estaba en casa y me abría la puerta con la mascarilla puesta. Me atendía él y jamás creí que podía haber más personas dentro. Nunca se oía ruido”, sostiene.

Centro Penitenciario de Asturias.

El matrimonio permanece ingresado en el centro penitenciario de Asturias desde el pasado miércoles por orden de la magistrada María Begoña Fernández, titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Oviedo.

Los padres, en prisión

La madre fue trasladada a la Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) de la cárcel y el padre permanece internado en el módulo de ingresos. El equipo de tratamiento de la prisión decidirá, tras una primera evaluación, su clasificación como recluso.

Ambos están acusados de los delitos de violencia doméstica, con maltrato habitual psicológico y abandono de menores, pudiendo haber incurrido también en un delito de detención ilegal, según ha confirmado un portavoz del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA).

El miedo al contagio

Christian S., doctor en Filosofía, teletrabajaba actualmente en Oviedo como asesor de Recursos Humanos, lo que facilitaba que pudieran pagar el alquiler del chalé y pudiera pasar horas y horas encerrado en la vivienda, sin contacto con el exterior.

El miedo del matrimonio a contagiarse tras la pandemia les llevó a encerrarse en la vivienda, aunque con ello arrastraron a los menores a un aislamiento en todos los ámbitos. Un comportamiento, que se evidencia por su obsesión al tener puestas hasta tres mascarillas al tiempo todos los integrantes de la familia, que contrastaba con la suciedad de la vivienda y las condiciones insalubres en las que han permanecido durante cuatro años.

Entre tanto, el Principado –que asumió provisionalmente el acogimiento temporal en un centro de los menores– y los investigadores tratan de localizar a familiares del matrimonio.

Entre otras gestiones, quieren analizar la posibilidad de que los niños no pierdan el arraigo familiar y estudiar si hay condiciones suficientes para hacerse cargo de ellos.

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