¿Por qué son tan caras las entradas de Bad Bunny? De 25 euros en 2019 a 75 la más barata en 2025
El Conejito Malo visitará nuestro país en primavera de 2026 y se ha encendido una polémica sobre el precio de las entradas

El viernes asistimos a uno de los momentos de mayor estrés en la venta de entradas de nuestro país. Quienes o sufrieron juran que se llegaron a crear colas virtuales de hasta medio millón millón de personas para los tres conciertos anunciados del puertorriqueño Bad Bunny en España. De repente, cunado muchos fans entraban en pánico, se añadieron otras cinco fechas que también se han agotado. Finalmente serán dos conciertos en Barcelona (22 y 23 de mayo) y diez en Madrid (30 y 31 de mayo y 2, 3, 6, 7, 10, 11, 14 y 15 de junio). Nada menos que 600.000 entradas. Puede parecer una locura pero estamos ante el artista urbano de más éxito en la historia, que viene a presentar su disco más completo y aclamado: Debí tirar más fotos, un cálido homenaje al legado de la música caribeña, que confirma su madurez como artista.
Casi todas las entradas se vendieron a los precios establecidos, menos unas cuantas que tuvieron el régimen de precios dinámicos, es decir sujetas a demanda, lo que las encarece de manera considerable. El arco de precios de las estáticas va desde las 73,30 de las más baratas hasta las 543,30 de las más caras. Entre ambas se encuentra un amplio abanico de opciones, incrementado por los polémicos gastos de gestión, que oscilan entre los 10 y los 73 euros. Digo “polémicos” porque todos los asistentes a conciertos saben que es injustificados cobrarlos en los actuales tiempos de desarrollo tecnológico, donde todo el trabajo de descarga, impresión y almacenamiento lo realiza el propio cliente.
¿Se ha pasado la organización con el precio de las entradas? Los musiqueros más veteranos, digamos los que comenzaron a ver conciertos en los años noventa, encuentran estos precios escandalosos, pues en esa época se podía ver casi a cualquier artista por 30 euros (y algunos por tres o cinco). Pero no hay que irse tan lejos para sentir el dolor: la anterior visita de Bad Bunny a la capital fue en julio de 2019, como arranque del festival Río Babel, y entonces pudimos disfrutar al Conejito Malo por tan solo 25 euros. El salto, sin duda, es salvaje, pero tengamos en cuenta que la industria del directo es un negocio enfocado al beneficio y que si no subieran los precios de manera acorde a la demanda quienes se beneficiarían serían las cada vez más sofisticadas empresas de reventa.
Madrid, fuera de control
¿Tanto ha cambiado el mundo para que se desboquen así los precios? Seguramente uno de los factores claves es la conversión de Madrid en una codiciada ciudad global, que han escogido para instalarse los más ricos de toda América Latina, de ahí que en la capital se celebren seis conciertos frente a los dos de la ciudad condal. El éxito reciente de las giras de Karol G. (cuatro bernabéus), Romeo Santos (cuatro Movistar Arena) y Luis Miguel (dos Bernabéus) confirma a Madrid como el Miami europeo, una ciudad ideal para sacar rendimiento de los macroconciertos de superestrellas latinas. La prensa musical y los medios españoles trataron más de lo debido en apreciar el éxito global de la música urbana en nuestro idioma y ha sido la inmigración más pudiente la que ha hecho evidente esta realidad.
En 2019, justo antes de la pandemia, Live Nation – la empresa promotora de esta gira de Bad Bunny– afirmó que “el aumento promedio de los precios de las entradas en el mercado secundario en Estados Unidos fue del 70%, lo que para a los revendedores una ganancia de 1.300 millones de dólares (más que el beneficio operativo de Live Nation ese año)”, según informa The Economist. A pesar de esta paradoja, Live Nation espera este año batir su récord histórico de beneficios mientras los adolescentes y veinteañeros precarios sufren cada vez más para acceder a los conciertos de su artistas favoritos, que gracias a la globalización pueden mantener altísimos los precios de las entradas “añadiendo una fecha en Yakarta si flojea la economía de Johannesurgo”, según el mencionado reportaje, que explica por qué la industria del directo es ajena a casi todas las recesiones.