Por qué el pan congelado es mejor que el fresco para adelgazar, según la ciencia

Una técnica tan sencilla como congelar el pan puede hacer que engordes menos y no tengas que eliminarlo de tu dieta al reducir su índice glucémico.

Abr 6, 2025 - 10:20
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Por qué el pan congelado es mejor que el fresco para adelgazar, según la ciencia

Para nadie es un secreto que el pan es un alimento habitual en las comidas de las personas, tanto en España como en el resto del mundo. Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en un punto de mira a la hora de incluirlo en las dietas para perder peso ya que se cree que tiene muchas calorías o un escaso aporte nutricional. Hoy te presentamos una técnica con la que no tendrás que eliminar jamás su consumo de tu vida diaria.

Se trata de una práctica que lleva años haciéndose en muchos hogares debido a la ajetreada vida cotidiana: comprar varias barras de pan fresco y congelarlas para consumirlas progresivamente. Al sacarlo del congelador y pasarlo por la tostadora, obtendrás un exquisito pan como recién sacado del horno, mientras beneficias a tu salud con un consumo menor de glucosa.

Una técnica avalada por especialistas

Un estudio de la Universidad e Oxford publicado en el European Journal of Clinical Nutrition explica que con la congelación el índice glucémico del pan se reduce un 31%. El almidón que contiene el pan al congelarse se transforma y se convierte en 'almidón resistente', teniendo propiedades similares a las de la fibra probiótica, es decir, que no se descompone bajo la acción de las enzimas digestivas del intestino, como sucede con el pan fresco. Una vez que la estructura del almidón cambia, no vuelve a su estado original al descongelarlo, incluso si se tuesta un poco se hace aún menos asimilable, pudiendo alcanzar el 40%, según indica el estudio.

Esto es bueno para la mayoría de las personas ya que si hay mayor proporción de almidón resistente en nuestro organismo, significa que el cuerpo digiere más lentamente el pan. Esto se traduce en que al tracto digestivo le cuesta más digerirlo y absorbe los azúcares más lentamente, generando un aumento menor de la glucosa en sangre. Los niveles adecuados de glucosa en el organismo reducen potencialmente el riesgo de sobrepeso, obesidad y diábetes tipo 2.

La transformación en el tipo de almidón también reduce la posibilidad de aumentar de peso. En su forma normal aporta 4 kilocalorías por gramo, mientras que al ser resistente contiene solo 2,5 kilocalorías, es decir, un 30% menos de calorías. El almidón resistente es la parte del carbohidrato que no es digerible llegando intacto al colon, donde es fermentado. En el intestino hay miles de bacterias deseables y no deseables, sobre las que el almidón resistente estimula su crecimiento y ejerce un factor probiótico.

No vale cualquier tipo de pan

La clave siempre va a estar en la base del producto: que pueda contener probióticos, que idealmente sea cien por cien integral y que no sea de trigo. Además, la opción que se seleccione no debe contener azúcares ni conservantes estabilizantes. No sólo se trata de buscar opciones sin gluten, sino de evitar la gliadina que es la proteína que impacta directamente en la inflamación intestinal. El mejor pan que se recomienda para conseguir óptimos resultados es el de masa madre.

Cómo congelar el pan de la mejor manera

Cualquier tipo de pan puede ser congelado, solo será necesario tener en cuenta ciertas recomendaciones para que al descongelarlo se mantenga en óptimas condiciones. Aquí te dejamos algunas de ellas:

  • Debe estar fresco: No debemos dejar que el pan se endurezca, lo recomendado es congelarlo durante las primeras horas luego de comprarlo.
  • Envolverlo en bolsa de plástico: Antes de meterlo a congelar, es recomendable que se meta dentro de una bolsa apta para ello o en papel aluminio. Es una manera de evitar que el pan absorba sabores de otros alimentos que estén en el frigorífico.
  • Anotar la fecha de congelación: Permite controlar el tiempo que lleva guardado el pan, de manera que se pueda consumir primero los que tienen más tiempo almacenados.
  • Trocear el pan: Se debe hacer antes de ponerlo a congelar. Es una manera de ahorrar espacio, y además, resultará mucho más fácil descongelarlo, ya que podrás utilizar sólo las pequeñas porciones que vas a consumir en el momento.

Al momento de la descongelación sólo debes retirarlo del frigorífico dos horas antes del consumo, para luego llevarlo al microondas o tostarlo directamente. No se recomienda utilizar el horno ya que suele secar el pan.

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