Trámite solventado y sin secuelas para la final de
Copa del sábado pese a que vimos demasiados cambios a priori. cinco en el once inicial con un mínimo de uno por línea, cuando había cuatro días hasta el duelo ante el
Madrid. Más que suficiente. Dada la poca diferencia que puede haber entre un equipo que es líder como el
Celta el pasado sábado, se tentó un poco a la suerte. Hubo jugadores que quizá no se volverán a verse juntos en el once inicial, lo cual dice mucho de la revolucionaria apuesta de
Flick. Sí es cierto que con la calidad de jugadores como
Pedri,
Olmo,
Lamine y
Ferran se podía decidir el partido. Los 24 tiros en la primera mitad demuestran la ambición de un Barça que hizo circular bien la pelota y no pecó de relajación en absoluto. Incluso se vio a
Ansu Fati muy voluntarioso. Sólo faltaba que acabara entrando la bola como fruta madura llegando por acumulación al área y acorralando a un
Mallorca que resistió pero avisó al filo del descanso con una llegada de
Mateu Morey y el gol anulado por fuera de juego. Estaba cantado que tendrían que salir
Raphinha y
Fermín pero ya antes llegó el gol de
Dani Olmo tras un gran pase con potencia y sentido al lugar exacto de
Eric Garcia, que estuvo formidable como lateral derecho e incluso pudo marcar.
Pedri ya no sorprende pero fue el mejor una vez más. Aunque la realidad no invitaba a la preocupación, la falta de efectividad contra
Leo Román, mucho más que un suplente, y la victoria mínima hasta el final dejaba en el aire. Ya espera la
Copa. Ahí estarán los mejores pero es un partido aislado y las trayectorias recientes casi no influyen.
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