Mensaje en una botella: una comedia honesta y efectiva, para dejarse llevar
Luisana Lopilato en el rol de una sommelier cansada de todo descubre un recurso casi de ciencia ficción para cambiar las cosas

Mensaje en una botella (Argentina/2025). Dirección: Gabriel Nesci. Guion: Gabriel Nesci. Fotografía: Lucio Bonelli. Música: Ruy Folguera, Gabriel Nesci. Edición: Alberto Ponce, Wenceslao Bonelli, Gabriel Nesci. Elenco: Luisana Lopilato, Rafael Spregelburd, Benjamín Vicuña, Benjamín Amadeo, Marina Bellati, Luciano Cáceres, Valeria Lois, Belen Chavanne, Luis Machín, Eduardo Blanco, Gabriel Corrado, Inés Estévez, Damián Dreizik. Duración: 126 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Digicine. Nuestra opinión: buena.
Entre la comedia, la ciencia ficción y algún que otro apunte melodramático sin mayores consecuencias transita Mensaje en una botella, la nueva película de Gabriel Nesci. Un entretenimiento que encuentra en algunos apuntes de humor absurdo, el diferencial que le permite volar un poco más alto que aquellas otras propuestas que apuestan a no innovar e ir sobre seguro.
Denise (Luisana Lopilato, con un cambio de imagen que distrae más que favorecer) es una sommelier harta de todo. Varias son las frustraciones que carga, productos de malas y múltiples decisiones románticas, una asignatura pendiente con su padre (Eduardo Blanco, pura sonrisa y ternura), y la mancha de haber perdido una competencia para convertirse en la mejor de su rubro. Su presente dista mucho de ser ideal, además de no tener solución. Sin embargo, todo cambia cuando descubre que metiendo papelitos escritos en una botella de vino determinada (el que solía hacer su padre y que lleva su nombre) puede enviarlos a la fecha que dice la etiqueta. Esto funciona una sola vez por año, así que tiene que pensar muy bien qué decirse, y cómo.
Como es de suponerse y el cine se ha encargado de reafirmar -desde Volver al futuro o antes para acá, pasando por El efecto mariposa (2005), La casa del lago (2006) y un largo etcétera-, cada mensaje leído por su “yo del pasado” provocará cambios drásticos que afectarán directamente a su presente. A partir de este descubrimiento, las decisiones de Denise y sus interacciones con el entorno mutarán la suficiente cantidad de veces como para obturar las clavijas del gag.
El recurso funciona y se convierte en el motor narrativo, pero también hay que decir que llega un momento en que abruma, y hasta incluso confunde. La sucesión de idas y vueltas, y la poca diferencia temporal que hay entre ellas, llevan a perder el hilo de la historia. Tanto que, promediando su metraje, se hace necesario tomar la decisión de dejarse llevar, sin intentar conectar los puntos de una manera lógica; confiando en que el director y guionista la vio tantas veces, que seguramente todo cierra bien.
¿Afecta lo antedicho a la construcción del film? Muy poco porque, aunque no parezca, lo más disfrutable de Mensaje en una botella no es la trama en sí, sino los apuntes de humor, muy bien diseminados a lo largo del relato. En virtud de ellos resulta fundamental la presencia de Gabriel Corrado, excelente en la representación bizarra de sí mismo; y Benjamín Vicuña, en la composición de un personaje descrito como “básico y literal”, obsesionado con las predicciones mayas, que hasta se atreve a bailar y cantar un tema de César “Banana” Pueyrredón, acompañado por el artista en persona.
Aunque parezca imposible, y esto es un gran mérito de Nesci, estos momentos de comedia absurda encastran a la perfección con el devenir romántico, redundando en una historia que se mueve en varios registros con idéntica solvencia. De este collage, por momentos caótico, de personajes que entran y salen con diferente peso específico, también forman Rafael Spregelburd, Luciano Cáceres, Inés Estévez, Benjamín Amadeo y Marina Bellati, cada uno jugando con destreza en el límite entre el drama y la comedia.
Por ofrecer un objetivo claro en su simpleza -en el que incluso se da el lujo de burlarse del mismo género que abraza-, Mensaje en una botella resulta un entretenimiento tan cálido como efectivo. Una comedia hecha con la honestidad de quien no busca calzarse una máscara presuntuosa, sino tomar un género, exprimir sus posibilidades, y divertirse en el proceso.