Los riesgos ocultos de invertir a través de fondos indexados
Esta alternativa de inversión se ha convertido en una de las favoritas para los pequeños inversores en España, sin embargo, se deben tener en cuenta las claves de este método para intentar evitar grandes pérdidas de dinero

Durante años se les ha vendido como la alternativa más eficiente y accesible para invertir en Bolsa. Y no es para menos. Los fondos indexados han conquistado a miles de pequeños inversores en España por sus bajas comisiones, su sencillez operativa y su capacidad para ofrecer una diversificación global con apenas unos euros. Pero como en toda historia de éxito, hay una cara menos visible que también conviene conocer.
Lo que parecía una revolución financiera sin fisuras, empieza a mostrar matices importantes. Es cierto que replicar índices como el S&P 500 o el MSCI World permite obtener exposición a centenares de grandes compañías, desde Nvidia hasta LVMH. También lo es que, frente a comisiones de entre el 1% y el 2% de los fondos tradicionales, un fondo indexado puede costar apenas un 0,03% al año. Pero eso no significa que estén libres de inconvenientes o riesgos.
La rentabilidad exige paciencia extrema
La inversión indexada se presenta como rentable siempre a largo plazo. Según JP Morgan, nunca ha habido un periodo de 20 años en el que el S&P 500 haya generado pérdidas. Sin embargo, ese largo plazo no siempre coincide con los objetivos o necesidades del inversor medio. De hecho, quien empezara a invertir en el año 2000 habría tardado más de una década en recuperar su capital inicial. La promesa de rentabilidad viene con una letra pequeña que exige paciencia extrema y estómago para aguantar la montaña rusa de la volatilidad.
El gráfico ideal que simula una línea suave de crecimiento compuesto suele esconder una realidad más abrupta. La rentabilidad promedio del 8% en Bolsa es una media histórica, no una garantía. Y el comportamiento real de los mercados está plagado de altibajos. Saber resistir en las caídas es más importante que calcular bien en las subidas.
Errores psicológicos al invertir a través de fondos indexados
Peter Lynch, en su etapa al frente del fondo Fidelity Magellan, logró una rentabilidad media del 29% anual entre 1977 y 1990. Sin embargo, muchos de sus inversores perdieron dinero. ¿Cómo? Vendieron en los momentos de pánico. La inversión indexada tampoco está exenta de estos sesgos. De hecho, uno de los problemas más comunes es la gestión emocional del ciclo. La verdadera prueba de riesgo aparece cuando los mercados se tiñen de rojo.
A ello se suma el dilema de la desinversión. Acumular capital en un fondo indexado es sencillo. Retirarlo con un plan estructurado y sin agobios es otra historia. A diferencia de los dividendos o los ingresos por alquiler, retirar dinero de un fondo requiere deshacer posiciones, con sus respectivas implicaciones fiscales y emocionales. Existen estrategias como la regla del 4% para planificar este proceso, pero no todos los inversores están preparados para aplicarlas.
Comprar caro y vender barato
El funcionamiento mecánico de los fondos indexados implica seguir las ponderaciones del índice que replican. Eso significa que compran más de las empresas que más suben y menos de las que bajan. Aunque esta dinámica puede resultar contraproducente, es parte inherente del modelo. En la práctica, el inversor acaba comprando en máximos y reduciendo exposición en mínimos. Borja Nieto, de Micappital, advierte que este comportamiento puede tener consecuencias no deseadas, especialmente en momentos de euforia o desplome de mercado.
Además, algunos índices, como el Nasdaq 100, están muy concentrados en pocas compañías. Eso multiplica el riesgo de que una caída puntual arrastre a todo el fondo. La diversificación, aunque amplia, no siempre es equilibrada.
El espejismo de las bajas comisiones
No todos los fondos indexados son iguales. Algunos comercializados en España llegan a cobrar comisiones excesivas, muy por encima de los estándares internacionales. Por eso, uno de los consejos más repetidos por los expertos es revisar a fondo las condiciones del producto antes de invertir. La diferencia de unas décimas en la comisión puede suponer miles de euros a largo plazo.
Según Nieto, tiene sentido optar por la indexación en mercados muy líquidos y seguidos por muchos analistas, como el S&P 500. Pero en mercados menos eficientes, como los emergentes o sectores de nicho, la gestión activa puede ofrecer ventajas.
El debate sobre la concentración
El éxito de la inversión pasiva ha generado otro debate: el de su propio impacto en el mercado. Según Carol Geremia, presidenta de MFS Investment Management, el auge de los fondos indexados está alterando la forma en la que se asigna el capital. En su opinión, cada vez importa menos lo que se compra y más el hecho de estar expuesto al índice. Eso puede generar distorsiones y comportamientos gregarios, especialmente cuando todos los inversores compran o venden al mismo tiempo.
Geremia no está sola en esta preocupación. Incluso Jack Bogle, padre de la indexación y fundador de Vanguard, advirtió antes de morir sobre los riesgos de una indexación excesiva. A su juicio, si demasiados inversores se limitan a seguir los índices, podrían producirse problemas de gobierno corporativo y concentración de poder en pocas manos.
La realidad es que los fondos indexados seguirán creciendo, pero conviene entender bien sus mecanismos, limitaciones y riesgos. No son una receta milagrosa ni garantizan rentabilidad sin sobresaltos. Son una herramienta útil, sí, pero como toda herramienta, hay que saber cuándo y cómo utilizarla. Invertir sin conocer las reglas del juego es como subir a un coche automático sin saber conducir. Puede funcionar, pero también puede salir muy caro.