Los búnkers del wokismo, de RTVE a Harvard
La ideología dominante en las dos últimas décadas está en franco retroceso, pero le quedan algunos santuarios

Durante los últimos años, hemos vivido una cruda lucha entre las huestes de la ideología woke y la nueva derecha global, que atacó por el ángulo económico, demostrando con cifras que las empresas que apostaban por este enfoque político terminaban arruinadas (de ahí el famoso lema "Go woke, go broke"). Entre las desertoras destacan grandes nombres como Disney, Meta, Walmart, Ford, McDonald’s, Harley-Davidson, John Deere, Tractor Supply Company, Lowe’s, Molson Coors, Nissan, Toyota y Stanley Black & Decker. Sin prisa pero sin pausa, todas abandonaron o redujeron sus programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés) y los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).
Esto ha provocado que el wokismo se retire a entornos fuertemente protegidos, desde cadenas públicas como RTVE hasta universidades de élite como Harvard o bien otras públicas como las españolas, donde aún se cancelan charlas donde se invita a voces no progresistas. Ante la hostilidad del mercado, donde los consumidores rechazan cada vez más lo woke, el sanchismo mediático ha convertido TVE en una especie de resort de lujo para humoristas woke como Broncano, Marc Giró, Henar Álvarez y cualquiera en sintonía con sus proclamas progres. Una de las grandes estrategias del PSOE actual es considerar que los programas de humor y entretenimiento de los canales públicos son tan importantes para la propaganda política como los informativos.
Pero no se contentan con llenar la parrillas de modernos defendiendo la ideología woke, también tienen que meterla con calzador en los contenidos antiguos. Hace unos días se anunció que los filmes de Cine de barrio llevarán un rótulo anunciando que "Las circunstancias contenidas en esta película se enmarcan en una época determinada y deben ser entendidas en el contexto social de dicha época". El periodista Manuel Marlasca lo consideró en X "un plan para idiotizar a la sociedad" y José Pablo López, director de RTVE, le respondió que "lo que tú llamas 'idiotizar' otros lo vemos como no banalizar la violencia física contra las mujeres, la homofobia o el perpetuamiento de roles machistas. Todo bajo una capa de humor paternalista inspirada en los valores del franquismo que llenan estas películas españolas de los años 60". Como si los espectadores no supiéramos que existe la historia, la sociología ni los cambios de costumbres.
Claustros contra el pensamiento libre
El otro frentes de defensa del wokismo son las universidades. En las públicas españolas se siguen produciendo injustificables cancelaciones de mesas de debate por el simple hecho de que participan personas no progresistas. El pasado marzo la Asamblea de Estudiantes de la Universidad de Granada llamó al boicot de una mesa redonda con Paula Fraga, Santiago Armesilla y Macarena Olona solamente porque consideraba que "transmitía ideología reaccionaria". Este mismo año en la Complutense se han registrado protestas e intentos de boicots para charlas de el expolítico Iván Espinosa de los Monteros y del filósofo Miguel Ángel Quintana Paz con el creador de contenido Infovlogger y la candidata a presidir la Comunidad de Madrid Isabel Pérez Moñino.
En las universidades espñolas se siguen produciendo cancelaciones, mientras Trump está intentando revertir todos los cambios que trajo el 'wokismo'
En Estados Unidos, ahora mismo se libra una feroz batalla para que Harvard y otras universidades de élite abandonen su militancia woke. La administración Trump amenaza con retirarles subveciones y exenciones fiscales muentras que el expresidente Barack Obama les felicita por su militancia. Lo mismo ocurre con la red de museos dela red Smithsonian, ahora obligados por la administración Trump a retirar todos sus mensajes antipatrióticos. Se trata de veinte edificios y un zoo a los que acuden millones de personas cada año. También se ha encargado al Secretario del Interior restaurar propiedades federales, incluyendo parques, monumentos conmemorativos y estatuas, "que han sido derribadas o modificadas indebidamente en los últimos cinco años para perpetuar una falsa revisión de la historia", rezaba el mandato presidencial.
¿Conclusión? A pesar del retroceso global de la ideología woke, costará mucho que desaparezca por la existencia de burbujas fuertemente subvencionadas donde se sigue defendiendo este enfoque. No sólo entidades públicas, sino también corporativas como el diario Público, donde hace pocos días censuraron y expulsaron a la columnista Barbijaputa por enviar una columna donde celebraba una sentencia de la Corte Suprema británica que establecía que a efectos jurídicos los dos únicos sexos válidos son los biológicos. O grupos mediáticos como Prisa, donde todavía se pueden encontrar reportajes sobre "Familias que eligen un nombre neutro para una crianza sin género: 'Está creciendo sin que le tengamos que imponer si es niño o niña'". A finales de abril se publicó una entrevista con el pujante cómico catalán Magí García cuyo titular decía "La lucha contra lo woke es una obsesión americana que aquí han copiado los más tontos de la clase". En una réplica de Twitter, alguien le respondía que "la lucha contra lo woke es sentido común". Todos sabemos quién va a ganar la batalla, solamente falta saber cuánto van a aguantar los búnkeres y las burbujas.