Lo que dicen los dueños de los patios de Córdoba de sus visitantes: «Se van con el vello de punta»

En plena eclosión del Festival de los Patios de Córdoba, los verdaderos protagonistas no son las flores, ni las fotos, ni siquiera los premios. Son sus dueños, quienes riegan cada día del año, pintan cada maceta y pasan horas hablando con unos y con otros en las puertas de sus casas; las cuales abren a todo el público al igual que hacían sus padres y sus abuelos. El mayo cordobés no sería posible sin ellos. ABC se ha desplazado al barrio de San Basilio para conocer de primera mano los testimonios de los propietarios de los patios de este lugar privilegiado, que pese a ser en su mayoría pequeños rincones, acogen a miles de visitantes a lo largo de la semana. Y también lo que llegan a opinar de sus visitantes. En este barrio señero aún perduran historias como las de Pilar , la guardiana del patio ubicado en Martín de Roa, 9, donde rememora a su tío, de quien heredó esta tradición, o las épocas en las que la música ambiental procedía de los tunos universitarios. «Me gusta que la gente se vaya contenta de ver un patio cordobés, a muchos hasta se le pone el vello de punta cuando se van», comenta la propia Pilar sobre la gratitud que supone dedicar todo un año al cuidado de sus macetas para abrir las puertas únicamente tres meses al año. Otras personas como Teresa guardan con valor el trato humano diario. A la encargada del jardín de San Basilio, 20, le gusta relacionarse con personas de diferentes procedencias, pues «acabas aprendiendo muchos idiomas», a la vez que aclara firmemente que únicamente es disfrutable «si te gusta la tradición. Si lo haces por obligación debe ser complicado». Como en muchas ocasiones, hay aspectos positivos y negativos . Pero da la casualidad de que las propietarias en San Basilio comparten en común la misma opinión de que no hay nada negativo en cuanto a ser las cuidadoras de los patios. En San Basilio, 14, se encuentra la casa de Carmen , participante 49 del concurso de patios. La casera aclara que «la palabra que utilizaría no sería mala, sino trabajosa» en referencia al mantenimiento que conlleva, ya que «aunque el concurso dure 15 días es un trabajo de todo el año. Es muchísimo», confiesa. Ante la fascinación de los visitantes al escuchar muchas de las respuestas de las caseras de los patios, Tamara compara el cuidar un patio en la misma escala que «tener un miembro más en la familia». Explica así la experiencia que supone cuidarlo, pues «no lo puedes dejar solo, es como un niño pequeño».   Al irse de vacaciones también encuentran trabas, ya que por ejemplo «si nos vamos quince días tiene que haber una persona los quince días cuidando del patio», asegura la propietaria del número 17, espacio que también comparte con su familia. La tradición continuará, como muestra convencida Araceli , en Martín de Roa, 2: «A pesar del calor y del trabajo, esto hay que vivirlo» , augura la mujer que junto con sus hijos participa en el concurso desde 2005. Aprender a pie de cada patio las historias que permanecen en cada uno de ellos es otra forma de impregnarse de la cultura de Córdoba. Porque los patios están ahí, en las familias que cada primavera muestran su cara para trabajar en la sombra el resto del año.

May 9, 2025 - 22:24
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Lo que dicen los dueños de los patios de Córdoba de sus visitantes: «Se van con el vello de punta»
En plena eclosión del Festival de los Patios de Córdoba, los verdaderos protagonistas no son las flores, ni las fotos, ni siquiera los premios. Son sus dueños, quienes riegan cada día del año, pintan cada maceta y pasan horas hablando con unos y con otros en las puertas de sus casas; las cuales abren a todo el público al igual que hacían sus padres y sus abuelos. El mayo cordobés no sería posible sin ellos. ABC se ha desplazado al barrio de San Basilio para conocer de primera mano los testimonios de los propietarios de los patios de este lugar privilegiado, que pese a ser en su mayoría pequeños rincones, acogen a miles de visitantes a lo largo de la semana. Y también lo que llegan a opinar de sus visitantes. En este barrio señero aún perduran historias como las de Pilar , la guardiana del patio ubicado en Martín de Roa, 9, donde rememora a su tío, de quien heredó esta tradición, o las épocas en las que la música ambiental procedía de los tunos universitarios. «Me gusta que la gente se vaya contenta de ver un patio cordobés, a muchos hasta se le pone el vello de punta cuando se van», comenta la propia Pilar sobre la gratitud que supone dedicar todo un año al cuidado de sus macetas para abrir las puertas únicamente tres meses al año. Otras personas como Teresa guardan con valor el trato humano diario. A la encargada del jardín de San Basilio, 20, le gusta relacionarse con personas de diferentes procedencias, pues «acabas aprendiendo muchos idiomas», a la vez que aclara firmemente que únicamente es disfrutable «si te gusta la tradición. Si lo haces por obligación debe ser complicado». Como en muchas ocasiones, hay aspectos positivos y negativos . Pero da la casualidad de que las propietarias en San Basilio comparten en común la misma opinión de que no hay nada negativo en cuanto a ser las cuidadoras de los patios. En San Basilio, 14, se encuentra la casa de Carmen , participante 49 del concurso de patios. La casera aclara que «la palabra que utilizaría no sería mala, sino trabajosa» en referencia al mantenimiento que conlleva, ya que «aunque el concurso dure 15 días es un trabajo de todo el año. Es muchísimo», confiesa. Ante la fascinación de los visitantes al escuchar muchas de las respuestas de las caseras de los patios, Tamara compara el cuidar un patio en la misma escala que «tener un miembro más en la familia». Explica así la experiencia que supone cuidarlo, pues «no lo puedes dejar solo, es como un niño pequeño».   Al irse de vacaciones también encuentran trabas, ya que por ejemplo «si nos vamos quince días tiene que haber una persona los quince días cuidando del patio», asegura la propietaria del número 17, espacio que también comparte con su familia. La tradición continuará, como muestra convencida Araceli , en Martín de Roa, 2: «A pesar del calor y del trabajo, esto hay que vivirlo» , augura la mujer que junto con sus hijos participa en el concurso desde 2005. Aprender a pie de cada patio las historias que permanecen en cada uno de ellos es otra forma de impregnarse de la cultura de Córdoba. Porque los patios están ahí, en las familias que cada primavera muestran su cara para trabajar en la sombra el resto del año.