Las renovables pueden responder ante un apagón y son indispensables ante la crisis climática
A la hora de reponer el servicio, las hidroeléctricas y centrales de ciclo combinado contribuyeron a la vuelta a la normalidad; sin embargo, la nuclear fue más un problema. Esto pasa porque la nuclear no aporta flexibilidad y no puede aumentar o disminuir su aportación a la red de forma rápida Tras el apagón del pasado 28 de abril, desde Amigas de la Tierra queremos expresar en primer lugar nuestra solidaridad con las personas afectadas y, en segundo pedir cautela, y no hacerse eco de bulos y desinformación, por último, compartimos una serie de reflexiones en cuanto al aprendizaje tras este suceso sin precedentes. El pasado 28 de abril, a las 12:33 horas, tuvo lugar un apagón de todo el sistema eléctrico peninsular español y portugués. Esto fue consecuencia de una “oscilación muy fuerte en los flujos de potencia” que hizo que se desconectasen 15 GW de energía renovable en cumplimiento de los protocolos de operación de REE, es decir, no fue un fallo, fue el cumplimiento de la normativa- , produciéndose lo que se conoce como un cero de tensión Las causas de esa oscilación, que hizo que Francia también se desconectase para evitar mayores impactos en su país, no se conocen aún, y seguramente lleve más tiempo debido a la complejidad que implica la red de transporte y de distribución de energía eléctrica.. Por este motivo, desde Amigas de la Tierra hacemos un llamamiento a la cautela y a evitar los bulos y la desinformación. De hecho, queremos subrayar que la pregunta de qué pasó para que se desconectaran esos 15 GW de potencia solo puede responderla el operador del sistema de transporte (REE) una vez analizada con detalle toda la información de los sistemas de medida y protección sobre lo ocurrido en la franja horaria correspondiente. Tras una semana de lo sucedido, varios testimonios apuntan a la falta de inercia provocada por un nivel muy elevado de penetración de renovables, argumentando que con un 60% o más de este tipo de tecnología generando energía, la inercia natural del sistema es insuficiente para mantener su estabilidad. Respecto a esto, y ante los datos que ya se tienen no hay evidencia de que la inercia existente en el momento del apagón fuera insuficiente. De hecho, existen varios ejemplos de otros países con sistemas menos robustos e interconectados que el español que funcionan perfectamente con una penetración de energía renovable del 100% e incluso más. En este sentido, queremos subrayar que las renovables no son el problema, sino la solución, pero evidentemente se necesita una buena planificación de la instalación de estas. Se trata de una producción de energía que no es gestionable, es decir, no podemos decidir cuando producir porque dependen principalmente de que haya sol y viento, de ahí la importancia de un almacenamiento acorde que aporte flexibilidad al sistema. Por tanto, necesitamos, por un lado, una buena planificación de las renovables, tanto en la ubicación de la producción, en el tipo de tecnología y en la potencia a instalar; pero también en capacidad de almacenamiento y en medidas que aborden la gestión de la demanda. La transición energética hacia un sistema 100% renovable es posible, pero es un contexto nuevo y diferente al anterior y requiere medidas de adaptación. Por otro lado, como pudimos comprobar, a la hora de reponer el servicio, las hidroeléctricas y centrales de ciclo combinado contribuyeron a la vuelta a la normalidad; sin embargo, la nuclear fue más un problema. Esto pasa porque la nuclear no aporta flexibilidad y no puede aumentar o disminuir su aportación a la red de forma rápida para recuperar el equilibrio del sistema En esta línea, si bien las hidroeléctricas deberían tener un papel importante, en lo que respecta a las centrales de gas son incompatibles con los escenarios actuales y futuros de crisis climática, por lo que sigue siendo deber del estado seguir con una planificación de cierre de las mismas para el año 2030 y dotar al sistema energético de alternativas no contaminantes que aporten robustez al sistema, como podría ser la solar térmica, entre otras Hasta aquí el balance técnico, pero lo técnico también es social Si “bajamos” a tierra, y a lo que pasó ese día en nuestras casas, barrios, pueblos, etc., muchas de nosotras que tenemos el privilegio de no vivir en contextos de conflictos donde se cortan los suministros básicos, o que podemos pagar una factura de luz dignamente y con ello evitar el corte, pudimos vivir en primera persona lo que significa no tener un suministro básico como la luz y en algunos casos ni luz ni agua. Además, vivimos cómo un apagón masivo que afecta a toda la población incide todavía más en las desigualdades sociales, desde quien se desplaza en silla de ruedas y no puede subir a su casa, hasta quien tiene vehículo propio para desplazarse y a pesar de los atascos vuelve a su casa y quien no puede porque depende de transporte púb

A la hora de reponer el servicio, las hidroeléctricas y centrales de ciclo combinado contribuyeron a la vuelta a la normalidad; sin embargo, la nuclear fue más un problema. Esto pasa porque la nuclear no aporta flexibilidad y no puede aumentar o disminuir su aportación a la red de forma rápida
Tras el apagón del pasado 28 de abril, desde Amigas de la Tierra queremos expresar en primer lugar nuestra solidaridad con las personas afectadas y, en segundo pedir cautela, y no hacerse eco de bulos y desinformación, por último, compartimos una serie de reflexiones en cuanto al aprendizaje tras este suceso sin precedentes.
El pasado 28 de abril, a las 12:33 horas, tuvo lugar un apagón de todo el sistema eléctrico peninsular español y portugués. Esto fue consecuencia de una “oscilación muy fuerte en los flujos de potencia” que hizo que se desconectasen 15 GW de energía renovable en cumplimiento de los protocolos de operación de REE, es decir, no fue un fallo, fue el cumplimiento de la normativa- , produciéndose lo que se conoce como un cero de tensión
Las causas de esa oscilación, que hizo que Francia también se desconectase para evitar mayores impactos en su país, no se conocen aún, y seguramente lleve más tiempo debido a la complejidad que implica la red de transporte y de distribución de energía eléctrica.. Por este motivo, desde Amigas de la Tierra hacemos un llamamiento a la cautela y a evitar los bulos y la desinformación. De hecho, queremos subrayar que la pregunta de qué pasó para que se desconectaran esos 15 GW de potencia solo puede responderla el operador del sistema de transporte (REE) una vez analizada con detalle toda la información de los sistemas de medida y protección sobre lo ocurrido en la franja horaria correspondiente.
Tras una semana de lo sucedido, varios testimonios apuntan a la falta de inercia provocada por un nivel muy elevado de penetración de renovables, argumentando que con un 60% o más de este tipo de tecnología generando energía, la inercia natural del sistema es insuficiente para mantener su estabilidad. Respecto a esto, y ante los datos que ya se tienen no hay evidencia de que la inercia existente en el momento del apagón fuera insuficiente. De hecho, existen varios ejemplos de otros países con sistemas menos robustos e interconectados que el español que funcionan perfectamente con una penetración de energía renovable del 100% e incluso más.
En este sentido, queremos subrayar que las renovables no son el problema, sino la solución, pero evidentemente se necesita una buena planificación de la instalación de estas. Se trata de una producción de energía que no es gestionable, es decir, no podemos decidir cuando producir porque dependen principalmente de que haya sol y viento, de ahí la importancia de un almacenamiento acorde que aporte flexibilidad al sistema. Por tanto, necesitamos, por un lado, una buena planificación de las renovables, tanto en la ubicación de la producción, en el tipo de tecnología y en la potencia a instalar; pero también en capacidad de almacenamiento y en medidas que aborden la gestión de la demanda. La transición energética hacia un sistema 100% renovable es posible, pero es un contexto nuevo y diferente al anterior y requiere medidas de adaptación.
Por otro lado, como pudimos comprobar, a la hora de reponer el servicio, las hidroeléctricas y centrales de ciclo combinado contribuyeron a la vuelta a la normalidad; sin embargo, la nuclear fue más un problema. Esto pasa porque la nuclear no aporta flexibilidad y no puede aumentar o disminuir su aportación a la red de forma rápida para recuperar el equilibrio del sistema En esta línea, si bien las hidroeléctricas deberían tener un papel importante, en lo que respecta a las centrales de gas son incompatibles con los escenarios actuales y futuros de crisis climática, por lo que sigue siendo deber del estado seguir con una planificación de cierre de las mismas para el año 2030 y dotar al sistema energético de alternativas no contaminantes que aporten robustez al sistema, como podría ser la solar térmica, entre otras
Hasta aquí el balance técnico, pero lo técnico también es social
Si “bajamos” a tierra, y a lo que pasó ese día en nuestras casas, barrios, pueblos, etc., muchas de nosotras que tenemos el privilegio de no vivir en contextos de conflictos donde se cortan los suministros básicos, o que podemos pagar una factura de luz dignamente y con ello evitar el corte, pudimos vivir en primera persona lo que significa no tener un suministro básico como la luz y en algunos casos ni luz ni agua. Además, vivimos cómo un apagón masivo que afecta a toda la población incide todavía más en las desigualdades sociales, desde quien se desplaza en silla de ruedas y no puede subir a su casa, hasta quien tiene vehículo propio para desplazarse y a pesar de los atascos vuelve a su casa y quien no puede porque depende de transporte público para volver del trabajo o recoger a sus hijas en la guardería.
De todo ello, volvemos a sacar las mismas conclusiones una y otra vez: por un lado, la necesidad de sostén y de cuidado colectivo que nos proporcionan las redes comunitarias que, en estos contextos, como ya vimos con la DANA de Valencia, pueden incluso salvar vidas, por otro, la importancia de un bien necesario como es la energía y, sin embargo, el derroche y el mal uso que se hace, cuando además tiene límites.
Así, queremos reivindicar una vez más, la importancia de impulsar una transición energética no sólo renovable, sino democrática, y la misma pasa sí o sí por soluciones comunitarias como son las comunidades energéticas. Además de distribuir la producción de energía eléctrica y dotar de mayor resiliencia a la red, son un sostén comunitario más que necesario en los contextos que tenemos y que vendrán, donde se lleva a cabo una priorización de los usos energéticos acordes a satisfacer las necesidades básicas y poniendo por encima a las personas más vulnerabilizadas.