Un ex de BioWare critica la falta de apoyo de Electronic Arts en sus proyectos. Especialmente en el desarrollo del último Dragon Age

Ya es tarde para evaluar la situación que ha lastrado algunos de los juegos de Bioware, pero…

May 9, 2025 - 10:34
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Un ex de BioWare critica la falta de apoyo de Electronic Arts en sus proyectos. Especialmente en el desarrollo del último Dragon Age
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Ya es tarde para evaluar la situación que ha lastrado algunos de los juegos de Bioware, pero parece obvio que algunos ex-miembros han querido sacar a la luz la falta de apoyo de Electronic Arts en sus proyectos. Mark Darrah, ex-desarrollador de BioWare y figura clave en la saga Dragon Age, denunció el desamparo que sufrió el equipo a cargo de Dragon Age: The Veilguard por parte de Electronic Arts. En un vídeo publicado por Darrah, el estudio se encontró “engañado” y desatendido en un momento crítico del desarrollo, situación que evidenció un contraste doloroso entre las promesas de la compañía y la realidad interna del proyecto .

Durante el desarrollo, Darrah explicó que la experiencia estuvo marcada por una preocupante discontinuidad en el liderazgo. El abandono repentino del responsable principal, que fue transferido a otro proyecto, generó una vacante en la dirección del proyecto que complicó la toma de decisiones. Esta situación, que ya se había experimentado en parte durante el desarrollo de Mass Effect: Andromeda, se instaló como un precedente peligroso para la estabilidad del estudio y la continuidad de la franquicia .

Una crítica bastante airada la que expone la falta de apoyo de Electronic Arts a Bioware, con cambios inoportunos y otras decisiones que han comprometido los desarrollos de Bioware

El ex-desarrollador también puso el foco en las controvertidas decisiones de contratación. La reincorporación de Casey Hudson, realizada sin consultar al segundo en importancia en BioWare, fue interpretada como una grave muestra de falta de respeto hacia la experiencia y el compromiso del equipo. Darrah manifestó que su exclusión del proceso de toma de decisiones en un asunto de tal envergadura no solo minó la moral, sino que también puso en evidencia la desconexión entre la dirección ejecutiva y el talento creativo del estudio .

A pesar de que representantes de EA, entre ellos el CEO Andrew Wilson y el ex-ejecutivo Patrick Söderlund, aseguraron que la franquicia Dragon Age seguía siendo una prioridad para la compañía, las acciones subsiguientes demostraron una clara desviación de este compromiso. Mientras la atención de EA se volcaba hacia otros proyectos, como el servicio en vivo de Anthem, la estrategia de marketing y dirección para Dragon Age quedó severamente afectada. Viejas voces del estudio, como la del ex-escritor David Gaider, también habían expresado su escepticismo, afirmando que la compañía mostraba una inclinación hacia otras franquicias, dejando a Dragon Age en un segundo plano .

Este testimonio invita a reflexionar sobre la importancia de mantener una coherencia entre lo que se promete a los equipos creativos y la realidad de las acciones empresariales. La historia de Dragon Age: The Veilguard se erige como un recordatorio de que, en un sector tan competitivo, el apoyo y la estabilidad interna son factores clave para alcanzar el éxito y preservar el legado de una franquicia. No le sentó bien meterse en temas socio-políticos, que ahora mismo puede hacer mucha mella en redes sociales o metacritic, donde se apalean los juegos por sectores radicales y lastraron a este juego a ser considerado un fracaso.

La declaración de Darrah abre un debate sobre la gestión interna en las grandes corporaciones dedicadas a los videojuegos y plantea interrogantes sobre el futuro de una franquicia tan emblemática. La falta de un liderazgo continuo, sumada a decisiones de alto impacto tomadas sin la consulta necesaria, podría sentar las bases para futuros desafíos en el desarrollo de proyectos de gran envergadura. Dada la situación de la industria, podríamos pensar que Bioware tiene los días contados y a Electronic Arts podría no temblarle el pulso en cerrar estudios clásicos por los malos resultados.