El papa León XIV asume el legado de Francisco: ¿habrá reformas reales?

El cardenal estadounidense Robert Prevost ha sido elegido nuevo líder de la Iglesia católica en la cuarta votación del Cónclave. Se le conocerá como el papa León XIV. La entrada El papa León XIV asume el legado de Francisco: ¿habrá reformas reales? se publicó primero en Ethic.

May 9, 2025 - 10:43
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El papa León XIV asume el legado de Francisco: ¿habrá reformas reales?

El cardenal estadounidense Robert Prevost ha sido elegido nuevo líder de la Iglesia Católica Romana en la cuarta votación del Cónclave. Se le conocerá como el papa León XIV.

Es difícil introducir cambios en la Iglesia católica. Durante su pontificado, Francisco a menudo hizo gestos de cambio sin llegar a modificar las doctrinas de la Iglesia. Permitió el debate sobre la ordenación de hombres casados en regiones remotas donde la población estaba muy desatendida debido a la falta de sacerdotes, pero solo fue eso, el debate. Por iniciativa propia, creó una comisión para estudiar la posibilidad de ordenar mujeres como diáconas, pero no siguió adelante con ello.

Sin embargo, sí permitió a los sacerdotes ofrecer la Eucaristía –el sacramento católico más importante del Cuerpo y la Sangre de Cristo– a los católicos que se habían divorciado y vuelto a casar sin haber obtenido la anulación.

Del mismo modo, Francisco no modificó la enseñanza oficial de que el matrimonio sacramental es entre un hombre y una mujer, pero permitió la bendición de las parejas homosexuales, de una manera que pareció ser una autorización del matrimonio homosexual.

¿En qué medida el nuevo papa mantendrá o no la continuidad con Francisco? Como estudioso que ha investigado los escritos y las acciones de los papas desde la época del Concilio Vaticano II –las asambleas celebradas entre 1962 y 1965 con el fin de modernizar la Iglesia– soy consciente de que cada papa tiene su propia visión y su propio programa para dirigir la Iglesia.

No obstante, los pontífices que le precedieron inmediatamente establecieron límites prácticos a los cambios que se podían realizar. Francisco también tenía limitaciones; sin embargo, es posible que el nuevo papa tenga más margen de maniobra gracias a las señales que ya envió Francisco.

El proceso de sinodalidad

Francisco inició un proceso denominado sinodalidad, un término que combina las palabras griegas «camino» y «juntos». La sinodalidad consiste en reunir a católicos de diversos rangos y puntos de vista para compartir su fe y rezar juntos mientras abordan los retos a los que se enfrenta la Iglesia hoy en día.

Uno de los temas favoritos de Francisco era la inclusión. Llevó adelante la enseñanza del Concilio Vaticano II de que el Espíritu Santo está presente en toda la Iglesia, incluyendo no solo a la jerarquía, sino a todos los miembros de la Iglesia. Esta creencia constituyó el principio fundamental que subyace a la sinodalidad.

Francisco inició un proceso de consulta global de dos años en octubre de 2022, que culminó con un sínodo en Roma en octubre de 2024. Los católicos de todo el mundo ofrecieron sus ideas y opiniones durante ese proceso. El sínodo debatió muchas cuestiones, algunas de ellas controvertidas, como los abusos sexuales por parte del clero, la necesidad de supervisar a los obispos, el papel de la mujer en general y la ordenación de mujeres como diáconas.

El documento final no ofreció conclusiones sobre estos temas, sino que se centró más en promover la transformación de toda la Iglesia católica en una Iglesia sinodal en la que los católicos abordan juntos los numerosos retos del mundo moderno. Francisco se abstuvo de publicar su propio documento de respuesta con el fin de que la declaración del sínodo pudiera valerse por sí misma.

El proceso de sinodalidad, en cierto sentido, impone límites a los obispos y al papa al enfatizar la necesidad de escuchar atentamente a todos los miembros de la Iglesia antes de tomar decisiones. Sin embargo, en cierto sentido, a largo plazo, el proceso abre la posibilidad de que se produzcan los cambios necesarios cuando los católicos laicos testifiquen de manera abrumadora que creen que la Iglesia debe avanzar en una determinada dirección.

El cambio es difícil en la Iglesia

Sin embargo, un papa no puede simplemente revertir las posiciones oficiales de sus predecesores inmediatos. En la práctica, es necesario que haya uno o dos papados durante los cuales el sumo pontífice se mantenga en silencio sobre los asuntos que requieren un cambio o, al menos, se limite a dar pistas y señales sobre ellos.

Un papa no puede simplemente revertir las posiciones oficiales de sus predecesores inmediatos

En 1864, Pío IX condenó la proposición de que «la Iglesia debe separarse del Estado y el Estado de la Iglesia». No fue hasta 1965, unos 100 años después, cuando el Concilio Vaticano II, en la Declaración sobre la libertad religiosa, afirmaría que «se comete un error cuando el gobierno impone a su pueblo, por la fuerza, el miedo u otros medios, la profesión o el rechazo de cualquier religión…».

Una segunda razón importante por la que los papas prefieren abstenerse de realizar grandes cambios es que es posible que no quieran actuar como dictadores que emiten órdenes ejecutivas de manera autoritaria. Francisco fue acusado por sus críticos de actuar de esta manera con sus posturas sobre la Eucaristía para los que se han vuelto a casar sin una anulación previa y sobre las bendiciones para las parejas homosexuales. Sin embargo, el eje principal de su papado, con su énfasis en la sinodalidad, fue en realidad en la dirección opuesta.

Cabe destacar que, cuando el Sínodo de la Amazonía, celebrado en Roma en octubre de 2019, votó por 128 votos a favor y 41 en contra permitir que los sacerdotes casados ejercieran su ministerio en la región amazónica de Brasil, Francisco lo rechazó por considerar que no era el momento adecuado para un cambio tan significativo.

Doctrinas anteriores

La creencia de que el papa debe expresar la fe del pueblo y no simplemente sus opiniones personales no es una idea nueva de Francisco.

La doctrina de la infalibilidad papal, declarada en el Concilio Vaticano I en 1870, sostenía que el sumo pontífice, en determinadas condiciones, podía expresar la fe de la Iglesia sin error.

Las limitaciones y condiciones de este poder incluyen que el papa no hable a título personal, sino en su calidad oficial de jefe de la Iglesia; que no incurra en herejía; que esté libre de coacción y en pleno uso de sus facultades mentales, y que se refiera a una cuestión de fe y moral. Además, debe consultar los documentos pertinentes y a otros católicos para que lo que enseña no represente simplemente sus propias opiniones, sino la fe de la Iglesia.

Las doctrinas marianas de la Inmaculada Concepción y la Asunción ofrecen ejemplos de la importancia de la consulta. La Inmaculada Concepción, proclamada por el papa Pío IX en 1854, es la doctrina según la cual María, la madre de Jesús, fue preservada del pecado original, una mancha heredada de Adán que, según los católicos, todos los demás seres humanos traen consigo desde el momento de su concepción. Y de acuerdo con la doctrina de La Asunción, proclamada por Pío XII en 1950, María fue llevada en cuerpo y alma al cielo al final de su vida terrenal.

Los documentos en los que se proclamaron estas doctrinas subrayaban que se había consultado a los obispos de la Iglesia y que se reafirmaba la fe de los fieles laicos.

La unidad, por encima de todo

Una de las principales funciones del papa es proteger la unidad de la Iglesia católica. Introducir muchos cambios rápidamente puede provocar un cisma, una división real de la comunidad.

En 2022, por ejemplo, la Iglesia Metodista Global se separó de la Iglesia Metodista Unida por el matrimonio entre personas del mismo sexo y la ordenación de obispos homosexuales no célibes. También se han producido diversas escisiones dentro de la Comunión Anglicana en los últimos años. La Iglesia católica se enfrenta a retos similares, pero hasta ahora ha logrado evitar las escisiones limitando los cambios reales que se están llevando a cabo.

Por otro lado, no realizar cambios razonables que reconozcan los avances positivos en la cultura en cuestiones como la plena inclusión de las mujeres o la dignidad de los gais y las lesbianas puede provocar la salida masiva de miembros.

León XIV debe ser un líder espiritual, una persona con visión de futuro, capaz de construir sobre el legado de sus predecesores inmediatos de manera que pueda hacer frente a los retos del momento actual. Ya ha declarado que quiere una Iglesia sinodal que esté «cerca de las personas que sufren», lo que dice mucho sobre la dirección que tomará.

Si el nuevo papa es capaz de actualizar las enseñanzas de la Iglesia sobre algunos temas candentes, será precisamente porque Francisco le ha allanado el camino.


Dennis Doyle es profesor emérito de Estudios Religiosos de la University of Dayton. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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